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lunes, 4 de enero de 2016

Lolei. Memorias de lo inconfesable (24)


CAPITULO
24

Domingo Cavalcanti asumió su banca a fines de abril de ese año y se hizo cargo de la presidencia de la Comisión de Justicia e Instrucción Pública.
De inmediato, junto a Ángel Roig, se reunieron con el intendente socialista Jorge Lombardo, para ponerse a disposición y entender como intermediarios ante las máximas autoridades provinciales y nacionales en toda gestión que redundaran al bien común de la ciudad. Los legisladores se interesaron sobre la cesión de cincuenta hectáreas de tierra comunal con destino a la provincia, para construir una cárcel modelo tendiente a subsanar la ausencia de un establecimiento de esa naturaleza. El proyecto no prosperó.
Interesado en los progresos educativos, el diputado impulsó varias obras en distritos de la sección y mantuvo frecuentes encuentros con el ministro de Educación provincial, Dr. René Pérez, con quien plasmó además una relación personal de respeto y admiración.
En este contexto, propició el traslado del Instituto Mixto General Alvarado de Miramar, que redundó en una notoria ampliación de la matrícula y grandes beneficios para la localidad. También hicieron efectiva la entrega de más de veinte subsidios a entidades de bien público de Mar del Plata, fondos destinados a la ampliación de obras edilicias. Y compartió junto a autoridades educativas, de la corriente ruralista Coninagro y la Asociación de Cooperativas Argentinas de la iniciativa de comenzar a impartir el programa de enseñanza de la materia Cooperación en las escuelas primarias bonaerenses.
El diputado Cavalcanti acompañó al gobernador Anselmo Marini y sus ministros en la visita a diversas obras públicas a lo largo de la provincia. En una larga recorrida por los distritos de General Belgrano, Pila, Lezama y Chascomús, destacó la capacidad de gestión del gobernador “para encontrar soluciones a las urgencias de los vecinos, a través del diálogo y el contacto directo”.
Días después se manifestó a favor del ministro de Gobierno, Eduardo Esteves, que fue interpelado en la Cámara de Diputados por la actuación de la policía en una protesta de conscriptos frente al concejo deliberante de Miramar, que terminó con disturbios. “Es un hecho político, no policial, producto de un pleito interno”, arguyó el diputado. Y sentenció sus dichos resumiendo que “en vez de traer estos problemas vergonzosos a la Cámara, deberíamos ponernos a trabajar para el bien de todos”.
Paralelamente a su tarea como legislador, Cavalcanti cumplía con honorabilidad y solidez su cargo como dirigente del partido en su ciudad, labor que le valía la aprobación de sus correligionarios.
En una reunión en Mar del Plata con el presidente del  Comité  provincial de la UCRP, Raúl Alfonsín, a quien recibió junto a su coterráneo y también legislador, Ángel Roig, se empezó a delinear un nuevo rumbo para el partido, en el marco de las dificultades que se avecinaban a nivel nacional, merced a las fuertes presiones emanadas desde los poderes económicos y las fuerzas armadas.
El doctor Alfonsín era un abogado de 39 años que había sido concejal en Chascomús, diputado provincial durante los gobiernos de Frondizi y Guido y diputado nacional bajo la presidencia de Illia. Como flamante titular del comité provincial de la UCRP, ya se perfilaba como un cuadro de centro-izquierda que empezaba a alejarse de la línea unionista y conservadora del balbinismo, dirección que se acentuaría tras la caída del gobierno constitucional.
Hacia esa posición de orientaba  Cavalcanti, que meses más tarde sería designado como delegado de la UCRP Nacional en Catamarca para dirigir la etapa final de la campaña electoral, lo que dejaba visible su posicionamiento dentro del partido y en el plano político.
“La distinción conferida a nuestro convecino eleva así a una posición de trascendencia nacional a un auténtico radical, forjado en las duras luchas que no supieron de desmayos y que cobraron dimensiones singulares cuando ser opositor a los gobiernos traía aparejada una gran dosis de heroísmo”, destacaron los matutinos locales.
Pero la convención en la provincia del norte finalmente no se haría.

La última actividad como legislador de la que se tiene testimonio fue la presentación de un proyecto de ley, en conjunto con su par Juan Carlos Maffía, por el que se autorizaba al Banco de la Provincia de Buenos Aires para acordar al Poder Ejecutivo un crédito destinado a la construcción e instalación de establecimientos para alojar y reeducar a menores sometidos a proceso.
La iniciativa se argumentaba sobre “la lamentable situación que se origina por la carencia de institutos que puedan cumplir una tarea de verdadera readaptación con los menores delincuentes, ya que al ser alojados en convivencia con avezados malhechores, la tenencia por el Estado contribuye a una mayor corrupción, con el grave problema que ello entraña para los damnificados y para la sociedad”.
Una semana después, el 28 de junio, devino el golpe militar de la Revolución Argentina, que derrocaba a Arturo Illia de la presidencia de la Nación, de Anselmo Marini de la gobernación y de Jorge Lombardo de la intendencia marplatense.
El golpe de Juan Carlos Onganía, en su carácter de dictadura permanente, disolvió los cuerpos legislativos, la Corte Suprema de Justicia y los partidos políticos.
Pero lejos de quedarse en lamentos, Cavalcanti, junto a varios dirigentes marplatenses, participó de la reunión convocada por el Comité Provincial, que con mucha discreción y a instancias del Dr. Raúl Alfonsín, se realizó en la ciudad de Avellaneda. Tiempo después Alfonsín fue detenido por un breve tiempo por haber pretendido abrir el comité.
Con el tiempo fue estrechando sus contactos con los sectores de centroizquierda, como el socialismo y comenzó a desarrollar, desde la Provincia de Buenos Aires, un pensamiento socialdemócrata dentro del radicalismo, que tendría un considerable impacto en la juventud. Rechazó expresamente la lucha armada como camino de progreso social y apoyó la consigna “elecciones libres y sin proscripciones”.  La lucha dentro del partido iba tomando nuevas aristas.
Para Cavalcanti, entusiasta defensor de las formas democráticas y firmes convicciones, pero a su vez un vehemente antiperonista, los caminos de negociación fueron estrechando sus caminos y, ya debilitado moral y físicamente, con 65 años a cuestas, fue cediendo terreno al paso de nuevas figuras en la conducción del comité. Tomó distancia, mas sin abandonar la pelea.
Era respetado por sus pares, a tal punto que poco a poco fue transformándose casi en una leyenda viviente del radicalismo marplatense y en fuente permanente de consulta. Pero bajó notoriamente el perfil batallador que le valió su prestigio y ya no tuvo mayor peso en las decisiones importantes. Participaba en actos menores, reconocimientos y agasajos a correligionarios que, como él, iban alejándose gradualmente de la escena política.



La última aparición pública probada data del mes de mayo de 72, en una comida en Miramar que tendría como presencias destacadas al ex presidente Arturo Illia y al ex gobernador Anselmo Marini, además del vicepresidente del comité provincial, Yoliván Biblieri, el titular del comité local, Albano Honores, y otros dirigentes menores.
Al almuerzo realizado en el restaurante “Rincón” asistieron unas setenta personas.
“Llamó la atención la escasez de gente -el restaurante tenía amplios claros- y fueron también pocos los aplausos a los oradores que expusieron al término del almuerzo”, graficó el cronista del matutino marplatense La Capital sobre el acontecimiento.
Los discursos fueron mayormente moderados, como si estuvieran en consonancia con la cantidad de público presente y el real contenido del agasajo. Allí, Domingo Cavalcanti fue arengado desde que se dispuso a hacer uso de la palabra –“Vamos… dale con todo, bien fuerte”, dicen que recomendó en un murmullo un joven que estaba a su lado-, pero su breve discurso sólo hizo centro en la figura del general Perón y el peronismo, eludiendo las vicisitudes del partido y el contexto que se atravesaba por aquellos días. “El 25 de mayo de 1973, luego de siete años de desgobierno vergonzoso, se entregará, dicen, el gobierno a quien elija el pueblo”, expresó, invitando a “no escuchar el canto de las sirenas de quienes proponen el frentismo”. A Perón lo calificó como “ese prófugo que prostituyó el país” y al peronismo, “década infame”. Y concluyó: “esa época no volverá porque el pueblo no lo quiere”.
El caudillo miramarense Honores, luego, enfatizó que “la lealtad a las ideas políticas es lo último que debe perder el hombre” y atacó la convocatoria de Héctor Cámpora –candidato de Perón y luego presidente de la Nación- para conformar la plataforma del Frente Cívico de Liberación Nacional, que reuniría a varias fuerzas políticas, entre ellas un sector del radicalismo. “Estoy de acuerdo en que debemos servir a la República, a la democracia y la libertad, pero jamás servir a aquel que nació de un mal vientre cuando nosotros nacimos de madres dignas”, sintetizó.
“Vivimos momentos difíciles, y el mejor modo de no equivocarnos es ser fieles a nosotros mismos y al partido. Vemos cómo se va oscureciendo el panorama, pero podemos encontrar nuestra brújula en los principios radicales que pueden poner fin a un país estancado. Pero algo debe quedar en claro: el radicalismo no va a estar en frente alguno”, fueron las mesuradas palabras de Anselmo Marini.
La alocución de cierre estuvo a cargo del ex presidente Illia, quien con su habitual acento cansino, de pie y con las manos en los bolsillos, hizo una defensa del estado de derecho, puntualizando que “el derecho no impide la revolución”. Pero descartó que la solución a los males del país sean los pactos. “No queremos dictaduras ni gobiernos que improvisan, porque en esto no se puede improvisar”, dijo. Y concluyó argumentando que “todos hablan de un cambio. Y es verdad, todo cambia. Pero el cambio debe tener como única base revolucionaria firme el derecho vivo, el derecho permanente”.
Hubo aplausos y, de inmediato, el desbande.


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(XXIV)

Para: Hugo Cavalcanti Palacios
Academia de Idiomas Gref
Calle Santa Engracia 62 4°
Madrid – España

De: Alan Rogerson
Les Viviers
Claouey
33950 - France

19 April 1984

Querido amigo Hugo:
Gracias por tu carta, la recibí hace dos días. Me alegró mucho. Me pone contento saber que vas bien y que los problemas que tuviste se han resuelto. Yo sigo trabajando de cartero, sólo me queda una semana y ya está, “buenos días, Francia”. Este trabajo que tengo no me gusta mucho, es muy soso, pero me pagan bastante bien. Suelo ganar hasta 12.000 pesetas por semana y con ese dinero mes las apaño. Me cojo muchos pedos, y el problema es que al día siguiente me cuesta levantarme.
He recibido una carta de Anna “yo no me trago su leche” Keene. Se siente un poco chunga, tiene deudas y pronto quiere volver a España, pero no cree poder hacerlo. Preguntó por ti.
Me alegra saber que Pepé ha recibido el dinero que le debía. Se lo habría mandado antes si lo hubiera tenido. Es un tío muy majo, se portó muy bien conmigo, igual que tú. Cuando vuelva a Madrid pagaré el dinero que debo a José Luis. Ya sé que es un hijo de la gran puta pero es ajeno a mi carácter no pagar mis deudas.
¿Así que fuiste de copas con Sam Grant? ¿Se puso a leer su biblia en el bar? Es un buen chaval. ¿Tienes noticias de Ronnie? ¿Ya no te llevas bien con él? Personalmente yo no creo que sea mala persona, el problema es que algo no le va bien en el coco, es medio chiflado. También recibí una carta de Mme. Chardy. Me pidió que pusiera unos anuncios en la facultad de Manchester. Ya lo hice.
Me dijiste que te habían pasado algunas cosas, ¿qué cosas?
Bueno, empiezo a despedirme. Escríbeme pronto y dime si son correctos algunos de estos dichos: “meter la hoz en mies ajenas”, “ser gallina en corral ajeno”, “poner a uno como hoja de perejil”. Te doy mis señas de Francia, al principio de la carta. Voy a estar por allí a partir del 1 de mayo. Acudiré a la manifestación que tendrá lugar ese día y haré lo de siempre: Bodega + Botella = Tajada. (La gente unida/siempre estará bebida)

Alan


PS: Te cuento un chiste: Un muchacho escribe una tarjeta a Dios. Le pone: “Querido dios, soy de una familia muy pobre, no tenemos dinero, llevamos 8 días sin comer. Además, voy a tener 8 años la semana que viene. Por favor, querido dios, mándeme 8.000 pesetas para que mi familia me pueda comprar un regalo”. Los carteros la leen, se conmocionan, se apiadan del niño. Hacen una colecta y logran mandarle 4.000 pesetas. En la tarjeta ponen “de parte de Dios”. Al poco tiempo, el muchacho escribe otra tarjeta para dar gracias: “Querido dios, gracias por el dinero que me mandó. Recibí 4.000 de las 8.000 pesetas que le pedí. No se preocupe Ud., sé lo que habrá pasado: esos hijos de puta que trabajan en la oficina de correos deben haberme robado el resto”

lunes, 21 de diciembre de 2015

Lolei. Memorias de lo inconfesable (22)


CAPITULO
22

Ya como presidente del Comité local de la Unión Cívica Radical del Pueblo, cargo al que accedió tras vencer en las internas de ese año, Domingo Cavalcanti se abocó a fortalecer los lazos de unidad en el partido y reafirmó su perfil de candidato a cargos provinciales.
En su actuación como titular del Comité de distrito estrechó los vínculos con distintos sectores vecinales de la zona sudeste de la provincia. Interpuso sus mejores oficios y tramitó la visita del gobernador Anselmo Marini a la localidad de Mechongué, donde se presentaron trabajos destinados a la instalación de energía eléctrica en ese paraje.
En abril del 63 integró la lista de candidatos a diputados provinciales en la interna de la UCRP, que elegía postulantes para los comicios en los que se consagraría la fórmula Illia-Perette para la presidencia de la Nación y a Marini-Lavalle para la gobernación.
El 8 de diciembre se impuso en la interna partidaria que lo consagró presidente del Comité de la UCRP en el partido de General Pueyrredón. Apadrinado por el diputado nacional Giordano Echegoyen, don Domingo encabezó la lista Rosa y obtuvo 1.109, contra los 771 que consiguió la lista Verde, que postulaba a Ángel Roig (h). La lista mayoritaria integró 16 afiliados a la conducción, en tanto la minoría sumó 8. También se eligieron delegados al Comité y a la Convención Nacional, en ambos casos, por la provincia de Buenos Aires.
Momentos después de finalizado el escrutinio, el flamante titular se dirigió a la parcialidad y luego de hacer un llamamiento a la unión, esbozó su programa de acción. En su estilo claro y efusivo, don Domingo manifestó que la lucha entre radicales había terminado. Agradeció la inmensa colaboración de las mujeres que apoyaron a la facción Rosa y, conmovido, dijo llegar a la presidencia del radicalismo bajo una guía e inspiración que sirven de ejemplo: la consagración de Mario Giordano Echegoyen, que jamás claudicó en sus ideales. “La lista Rosa ha triunfado, pero ya no queda más color ni bandera que la del radicalismo”, finalizó.
Lolei invocó aquel triunfo con cierta indiferencia, como si se tratara de un logro menor en una carrera extensa que, sin embargo, seguía siendo promisoria. O como aquellas personas que acostumbradas a los éxitos, van naturalizando cada conquista sucedánea.

Me alcanzó un artículo que narraba aquel acontecimiento y me pidió que lo leyera. Se trataba de una nota del semanario Gente, fechada el 15 de diciembre, que llevaba el simple título de “Amigo de Zabala Ortiz y Lavalle”, con una volanta que anunciaba “Lo votaron las mujeres” y una fotografía a una columna que mostraba al protagonista leyendo un diario.
 “Soy un hombre modesto y este triunfo partidario es el fruto de la labor de muy buenos amigos y por sobre todo radicales, que se han envejecido luchando por esta divisa”, dijo a este semanario don Domingo Cavalcanti, que a los 62 años de edad ha obtenido la jefatura del pueblo de Mar del Plata, en comicios internos, imponiéndose sobre Ángel Roig (h) por 1109 votos contra 771, heredando así el poder político de Mario Giordano Echegoyen, línea unionista de la UCRP.
“Cavalcanti dice de su circunstancial y derrotado adversario que ‘es un hombre capaz e inquieto, con quien he compartido muchos años la acción legislativa en el Concejo Deliberante’. En el alto mando radical tiene sus mejores amigos en el vicegobernador Lavalle, el canciller Zavala Ortiz y los hermanos Leopoldo y Facundo Suárez. ‘Con estos últimos ocupé muchas tribunas para decir a los argentinos un puñado de verdades’.
“Se siente orgulloso de la forma eficiente que trabajó en esta elección interna la mujer radical, cuyos sufragios ‘me dieron la mayor ventaja’ y ante una pregunta afirma que Echegoyen no se retirará de la acción política. ‘Es político por naturaleza. El partido lo necesita y yo me orientaré en su ejemplo y trayectoria para llevar adelante a la UCRP en Mar del Plata’.
“La casa radical es uno de los viejos sueños nuestros que trataré, primordialmente, de hacer realidad. Conseguiremos crédito, haremos reuniones de todo tipo, pero la casa de hará’, dice, y agrega que otras de sus aspiraciones es la instalación de una activa biblioteca que funcione en el partido. Fuera de su actividad política se ocupará de visitar todos los barrios marplatenses para interiorizarse de sus necesidades, especialmente las villas miserias, ‘de tan lamentable contraste con esta pujante y bella Mar del Plata’.
El final de la nota lleva un apartado cuyo título es ‘Maestro y padre’, y resume lo siguiente: “Cavalcanti ejerció la docencia durante 17 años en Oriente, partido de Coronel Dorrego, dejado cesante en 1937 mediante un simple despacho telegráfico. Dice que eso lo favoreció económicamente, pues encaminó su actividad hacia el comercio, instalándose con una oficina inmobiliaria. Tiene tres hijos: uno estudiante de Abogacía, otro que hace la conscripción en la base Naval y una mujer bachiller y empleada. Su esposa, Florentina Palacios, es maestra normal, retirada en 1952. Confiesa que es un mal fisonomista, lo que al parecer no influye en sus éxitos políticos, y antes de terminar el reportaje tiene un buen recuerdo para los periodistas locales, recalcando que es un hombre modesto pero que no puede sustraerse a la satisfacción de haber logrado la presidencia de la Unión Cívica Radical del Pueblo”.
Lolei no emitió ningún comentario después que terminé la lectura. Ni siquiera pareció prestar excesiva atención. Tampoco supo responder cuando pregunté a qué se refería su padre cuando confesaba ser ‘un mal fisonomista’.

Me extendió un nuevo recorte. Es breve, me dijo. Es así de breve: “Para muchos no estaba previsto, pero ocurrió: ganó la lista rosa y en segundo término la verde; unionistas las dos. O casi unionistas, puesto que el primer candidato, don Domingo Cavalcanti, pertenecía a las huestes de Giordano Echegoyen en el orden local y de Zavala Ortiz en el nacional… Los más suspicaces llegaron a hablar de una maniobra sutil, habilidosa, para conseguir, precisamente, ese resultado: mayoría y minoría para quitarse del medio a los verdes de la fracción que en el orden nacional responde a don Ricardo Balbín”.
-Si hay alguna conclusión que puedas sacar de todo esto, te pido que me lo digas-, me comentó el viejo con desgano.
Le dije no tener nada para agregar. Tras un nuevo silencio, me pidió un cigarrillo. Fumó solo, en silencio. Yo seguí revisando papeles, sin hacer comentarios. De pronto habló:
-¿Te estoy aburriendo mucho con toda esta historia?
-No, hombre, ¡es más divertido…! Pues en verdad no es divertida, pero es historia. La historia de tu padre y tu historia. Es lo que hay, ¿no? Si hubiese sido escritor o estrella de rock sería otra cosa, pero se construyó eso y debemos aceptarlo como eso. Nunca está de más refrescar el pasado, ¿no te parece?
-¿Y que tal si hablamos un poco sobre vos, sobre tu historia? Debes tener mucho para contar…
-¡No jodas, cabrón! Que con tu padre nos estamos haciendo una opípara panzada. Mi vida no tiene importancia…
-Algo debes tener interesante para decirme, no seas…
-Mejor me voy. Otro día seguimos. Muero por saber cómo termina todo.
Sin dejarlo hablar le acomodé la cama, apagué la luz grande y huí como rata por tirante.



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(XXII)

Para: Hugo Cavalcanti Palacios
Academia de Idiomas Gref
Calle Santa Engracia 62 4°
Madrid – España

De: Alan Rogerson
I Bradgate Street
Ashton –II-Lyne
Tameside - Manchester

January 25th 1984

Querido Hugo:
Gracias por tu carta. La recibí hace una hora y yo acababa de echar la mía al buzón. Me alegra mucho recibirla. Gracias por las fotos. ¿Quién es ese señor que está de pie detrás de ti? Las he colocado en mi álbum. Son las primeras fotografías del año nuevo, espero que me mandes más.
Lamento lo del accidente; esas cosas ocurren cuando estás borracho. Una vez cogí un pedo con Danny, me caí al suelo y me rompí la cabeza. Paré el tráfico en el túnel que pasa debajo del Támesis para que me llevaran a un hospital. Al día siguiente no recordaba nada. Gracias a Dios llegaste a tiempo al puesto de Socorros.
Lo de José Luis no me extraña nada. Que te haya pedido dinero… es un gilipollas, además de catalán. Berta también está chalada; también, catalana. Un ligue perfecto… Pero te digo una cosa más: cuando vuelva le pagaré el puto dinero que le obsesiona tanto.
Si quieres que escriba a tus padres sólo dímelo y lo haré con mucho gusto. Les diré que eres una de las mejores personas que he conocido. Y les diré que nunca harías una cosa así y que has cambiado mucho. Puedes contar conmigo, lo sabes. Espero que este accidente no haya perjudicado tus posibilidades en tu tierra, si es que vuelves. ¿Me seguirás escribiendo, verdad? Y cuando tengas un buen puesto, ¿me invitarás?
Tampoco me extraña que Ronnie te haya hecho esa guarrada. A Ronnie algo no le va bien en el coco. Si yo hubiera estado en tu lugar habría tenido ganas de romperle la cara, aunque al final seguramente no habría hecho nada. Es la segunda vez que te hace una cabronada, ¿verdad?
Sí, llevas razón. En inglés decimos “to pull the strings” pero en un contexto limitado decimos más bien “I´ve got a friend who works there” y se entiende muy bien. Si hablamos de enchufes y enchufismo, en términos generales, decimos “it’s not what you know, it’s who you knows”. Pero al fin y al cabo llevas razón, también he oído varias palabras o frases tuyas que empleamos aquí, no mucho pero que existen. Aún oí la palabra “derth” pero en sentido económico, la oí una vez en seis meses. Otra vez, palabras que existen pero no solemos utilizarlas.
Hablas de mi diario. Me he puesto a escribir otra vez. Anoche nevó mucho. En Escocia la nieve llega hasta el cuello; en Manchester, hasta los tobillos. Hubo otros muertos anoche, antes hubo doce.
He escrito a Anna Keene, espero que no esté muerta. Porque han dicho que si tragas leche con un tiempo así, se congela en la boca y es como si tragaras piedras. Recemos juntos por ella.
Bueno, escríbeme pronto. Dime si quieres que escriba a tus padres; lo haré con mucho gusto. Un abrazo muy fuerte de tu amigo que no te olvida
Alan


PS: Recuerdos a Pepé, Julio (y José Luis). Perdona mi castellano, pero llevo prisa; he quedado con un amigo a jugar al ajedrez. Y beber unas copas…

jueves, 26 de noviembre de 2015

Lolei. Memorias de lo inconfesable (13)


CAPITULO
13

Lo que Lolei estaba leyendo era la última carta que le había enviado Mario Browne y me había mostrado esa tarde. La que contaba sobre sus entreveros amorosos. Pero luego había repasado el fragmento en que contaba sobre los incidentes en las elecciones de abril del 54, y sobre todo en donde mencionaba las razzias y la posible detención de su padre.
-No sé si recordás –comenzó-, pero la elección del 25 de abril del 54 tuvo por objetivo ocupar el cargo de vicepresidente de la Nación para acompañar a Perón, que quedó vacante por la muerte de Hortensio Quijano, antes de su asunción. Entonces los principales candidatos fueron el almirante Alberto Tessaire, por el Partido Justicialista, y Crisólogo Larralde, por la Unión Cívica Radical. El militar obtuvo el 63,8% de los votos, contra el 32,2% del radical. Debía ocupar el cargo hasta el 58, pero bueno, ya sabrás cómo siguió esa historia.
La cuestión que le interesaba en esa historia fue lo relacionado a su papá, que naturalmente estaba del lado de la oposición. Domingo Cavalcanti había dejado de ser concejal en el 53, después de haber  sido electo para el cargo en las elecciones del 11 de noviembre de 1951, que pasaron a la historia por ser las primeras que contaron con la participación del voto femenino. Tras dejar ese cargo, su actividad política continuó en crecimiento y fue convirtiéndose en uno de los mayores referentes del radicalismo marplatense.
Ese año, en Mar del Plata se mantuvo la tendencia de gran parte del país y la intendencia quedó en manos del candidato peronista, Olegario Olazar, pese a tener en su contra el hecho de ser bastante desconocido para la ciudad. Pero tuvo a su favor la notable propaganda montada tanto desde la Nación como la Provincia acerca de la labor del partido durante los años de gobierno. 
Domingo Cavalcanti obtuvo uno de los cuatro escaños reservados para los partidos opositores en el Concejo Deliberante, ya que a partir de la reforma de la Ley Electoral, se eliminaba la representación proporcional, por lo cual el partido que reunía el mayor número de votos, se adjudicaba el cargo de Intendente y ocho concejales, reservándose para la minoría solo cuatro bancas. Dos ediles del partido socialista –Mora y Lombardo- y dos de la Unión Cívica Radical –Cavalcanti y Labatut- conformaron esa minoría.
En la primera reunión del Concejo con mayoría peronista, se aprobó el aumento del presupuesto municipal para el año 1952. Don Domingo tuvo una intensa participación en este debate. Luego, el intendente cedió, sin autorización del Concejo, tierras municipales a particulares y se inició un plan de expropiaciones, entre ellas, las del Club Pueyrredón. Los radicales, socialistas y la mitad de la bancada peronista se opusieron a este proyecto, por lo cual el nuevo intendente debió abandonarlo, aunque esto costara la banca a cuatro ediles peronistas. En medio de ese intenso debate, el concejal Cavalcanti presentó una nota en la cual expresaba su posición respecto de la expropiación de bienes impulsada desde el Ejecutivo. La sesión fue acompañada por numerosos simpatizantes. Cuando se procedía a su lectura, crecieron abucheos de parte del público oficialista. La respuesta de la bancada mayoritaria fue celebrada con fuertes aplausos y protestada por los adictos radicales. El mitin fue enfático. La presidencia del Concejo puso fin al debate ahogando con campana de orden la voz del concejal Cavalcanti, siendo eficazmente secundado por el público, que hizo con sus fuertes aplausos lo que la campana no podía. Cerrado el debate, fue rechazada por improcedente la nota de los concejales radicales.
Lolei recordaba que este tipo de exposiciones eran características de su padre. Su trayectoria como hombre público del radicalismo se definió por una ardiente defensa de sus convicciones, de su firmeza democrática. Sin embargo, su drástica posición antiperonista lo llevó a definir como dictadura al gobierno constitucional del general Perón, y los términos de su exacerbado discurso le trajeron más de un problema.
Fue por aquellos días que Domingo Cavalcanti fue detenido y procesado por desacato al presidente de la Nación, tras participar como orador en un acto de campaña del radicalismo. Junto a Mario Giordano Echegoyen (h), también dirigente de la UCR, el entonces concejal fue trasladado a Azul, por disposición del Juez Federal con asiento en esa ciudad.
El propio Giordano Echegoyen le escribió una breve misiva: “Mi querido amigo: Dispénseme la presentación de esta nota y su escritura, pero no se puede pedir más estando aquí. Esperando verlo pronto, le hago llegar mi más absoluta solidaridad en esta causa común en que estamos encaminados, repitiendo con Ricardo Balbín: ‘A veces es necesario que algunos hombres libres y dignos conozcan las cárceles para saber adónde irán luego los delincuentes de la República’. Su amigo, M.G.E. ¡Viva la UCR!”



De acuerdo a las crónicas periodísticas, don Domingo debió ausentarse de Mar del Plata, antes de que concluyera la campaña preeleccionaria para evitar su detención, y finalmente se presentó en el Juzgado Federal de Azul junto a sus abogados, desde donde fue remitido a la cárcel de encausados. Otros artículos señalan que había sido detenido en su domicilio por las fuerzas federales antes de proceder a su traslado. Cavalcanti fue excarcelado bajo fianza días después de su arresto y absuelto de culpa y cargo.

















-Este no sería el único inconveniente sufrido por sus actuaciones políticas-, acotó Lolei.
El viejo me iba narrando la historia de su padre –que sabía a parte de la Historia argentina- con cierto engreimiento, con ínfulas de cronista avezado y testigo privilegiado de los hechos. Hablaba y me pasaba amarillentos recortes periodísticos para que yo pudiera corroborar la veracidad de su versión. A mí me gustaba compartir esos momentos, en parte porque iba conociendo algunos hechos de nuestra historia de primera mano, contada por alguien que había los había contemplado de cerca, aunque mi corazón estuviera en las antípodas del pensamiento del principal protagonista, es decir, su propio padre. Y además me gustaba porque en esas incursiones retrospectivas me hallaba frente a un Lolei impetuoso, de memoria ágil y activa, muy distinto del personaje agonizante y sentenciado a una realidad bastante grotesca que tenía enfrente.
Lolei hablaba y yo lo dejaba hablar.

Hacia finales del año 52, se votó un aumento para el presupuesto del año siguiente. La justificación era el pago de sueldos de gran cantidad de funcionarios y empleados municipales que disponía la Comuna. Al año siguiente la mayoría oficialista autorizó al intendente Olegario Olazar a crear cien puestos municipales más y a derivar dinero del municipio para la construcción de nuevas oficinas en el edificio comunal. También autorizó elevar las tarifas del transporte.
Los mayores problemas comenzaron con la falta de pago de las jornadas laborales y horas extras por parte del ejecutivo municipal. El personal de limpieza, apoyado por la CGT peronista, amenazó con ir a la huelga y pidió la renuncia del intendente. También las juntas vecinales reclamaron por los altos precios de los pavimentos y la poca flexibilización en los plazos de pago, fijados en los contratos de construcción.
En septiembre, Olazar presentó su renuncia, aunque la misma no se hizo efectiva inmediatamente. Los mismos peronistas no hallaban consenso en nombrar su reemplazante. Intervino entonces la Provincia, designando como Comisionado municipal al Dr. José M. Carbusiero.
Con este contexto se llegó a las elecciones del 25 de abril de 1954.
En el oficialismo existían fuertes divergencias entre sus distintas facciones. Incluso el propio comisionado Carbusiero sufrió un atentado cuando balearon su automóvil, camino a Buenos Aires. Esto determinó que el Poder Ejecutivo provincial diera por concluidas las funciones del comisionado, intentando poner término al enfrentamiento del peronismo local. El nuevo comisionado fue Eduardo Manuel Teisaire, que estaba como interventor en Luján.
La nueva autoridad municipal proyectó la federalización de Mar del Plata y la posibilidad de que el propio gobierno nacional tuviera su asiento allí, durante el período estival. El constante crecimiento de la burocracia municipal impedía la concreción de nuevas obras públicas o el mejoramiento de los servicios públicos. El radicalismo, que ya empezaba a mostrar sus diferencias internas, se unía sin embargo para dar batalla a las acciones del gobierno de turno.
También los conflictos se acentuaban dentro del peronismo. En una primera etapa, el gobernador Domingo Mercante elegía a los comisionados entre aquellos hombres que podían conciliar posiciones con la oposición. 
Durante la gobernación de Carlos Aloé, los comisionados eran aquellos hombres que habían demostrado ser más "peronistas". Sus apoyos locales se registraban entre los sindicalistas o entre los grupos más populares. Las disputas entre las facciones que apoyaban uno y otro accionar atentaron contra el propio peronismo y también contra la ciudad.
Otro tipo de conflictos que debió enfrentar Perón con sectores tradicionales o con nuevos adversarios, se dejaron sentir en Mar del Plata. En la disputa con la Iglesia Católica, las religiosas del Asilo Unzué fueron reemplazadas por empleados de ambos sexos enviados desde Buenos Aires. Esta medida fue vista con desagrado por el vecindario marplatense, que responsabilizaba al gobierno municipal. Incluso se armó una marcha en la plaza Eva Perón para desagraviar a la bandera nacional y a la figura de Evita.
Eso ocurrió unos días antes del sanguinario bombardeo en Buenos Aires.
-Ahí sí que se la mandaron-, resumió Lolei.




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(XIII)

Para: Hugo Cavalcanti Palacios
Academia de Idiomas Gref
Calle Santa Engracia 62 4° (Barrio de Chambery)
Madrid – España

De: Alan Rogerson
61 Adams Gardens Est.
Rottherhithe
London – England

Saturday 16 Sept 1983

Amigo:
Gracias por tu carta, la recibí hace tres días. Espero que vayas bien; yo, regular. He encontrado otra vez a mis amigos en el Partido Laborista y se han portado muy bien conmigo. Gracias a ellos tengo la posibilidad de un piso y de trabajo. Además, me he metido otra vez en la política. Desgraciadamente, para conseguir un piso tengo que quedarme en un hostal para homeless (los ‘sin hogar’). No es imprescindible que me quede allí, pero facilita la cosa.
Hugo, esto es la miseria: vagabundos, alcohólicos, drogadictos. Es la pobreza. Me desperté un día y recé por estos tíos. Cuando veo a gente viviendo como vive tu familia, Hugo, me enfado. No es justo que haya gente viviendo como reyes y mucha más viviendo como la mierda. Ya lo sé, no es tu culpa ni de tu familia, sólo digo que debemos hacer algo por los pobres y la clase tuya para conservar sus privilegios impide que hagamos algo. Vale, amigo, basta de política. Ya verás que estoy metido otra vez…
Te dije en otra carta que esos hijos de la gran puta iban a intentar joderte, ¿no? Les hace falta una hostia, una buena paliza. Lo siento con las clases de la familia Lobarto, pero al menos te quedan las de Fernando y las del Señor G.
Yo sigo solicitando trabajo y pienso que lo voy a conseguir. Ahora, para sacar unas pelas, trabajo en una cocina lavando platos. No saco mucha pasta, pero como el mismo tiempo cobro subsidio de paro, no ando tan mal. Además, he puesto fin a estas parrandas. Cuando vi a Danny salimos tres días consecutivos. ¡Joder, tío, qué borracheras! En tres días gastamos casi 13.000 pesetas en los bares, dimos una paliza gorda a los abstemios, esa gente que sigue pudriendo la sociedad.
Desde entonces no he salido. He ahorrado dinero. Sólo salgo los domingos. Hoy es sábado, igual voy a salir. Voy a tomar anfetas (¡ojalá!) y a volar con la ayuda de unos seis litros de cerveza.
Da mis recuerdos a todos, más que a nadie a Pepé. Dile que me perdone por la deuda. Le voy a escribir y cuando tenga la pasta se la mandaré. Dile que he estado muy ocupado últimamente. Nunca me voy a olvidar de él, se portó muy bien conmigo, le quiero mucho. Volveré a Madrid algún día, a veros a todos. Pero sobre todo a ti, Hugo.
Ahora me voy a matricular en un colegio, voy a estudiar portugués y a repasar español y francés. Me cobran 200 pesetas al año porque estoy parado. Estudio por las tardes, lo juro.
“Bombachitas”, no voy a caer en los mismo errores que antes. Si consigo un buen trabajo y ahorro pasta para pagar el billete Buenos Aires-Londres, puedo ir a tu país cuando estés allí. Es algo para el futuro. Un sueño. Y a mí me gusta soñar.
Da mis recuerdos a los melones de Josefina; dile que me mande tres toneladas de leche, que tengo sed. No, en serio, dale mis saludos, dile que le escribiré pronto. Te doy un abrazo muy fuerte y espero tu carta

Alan