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martes, 19 de octubre de 2021

Lo que surge "de la tierra"


 

Una serie de versiones no concluyentes sobre la vida de José de San Martín confluyen con aspectos conocidos de la historia para dar forma a esta ficción, que ensambla al padre de la Patria con nuestros pueblos originarios. “De la tierra”, reciente novela de Oppizzi  publicada por Nido de Vacas, fue presentada en Arrecifes.

 




(Arrecifes).- El escritor Juan José Oppizzi presentó en su ciudad un nuevo libro de su autoría: “De la tierra”, novela histórica publicada este año por la editorial rojense Nido de Vacas. El encuentro tuvo lugar el sábado 16 de octubre, ante un auditorio repleto, en la sede de la Sociedad Vasca de Arrecifes.

El autor estuvo acompañado por los historiadores Roberto León y Ernesto "Tito" Haristoy, de Carmen de Areco; por el editor y escritor Federico Riveiro, por la escritora y editora María Elena Sofía, y los músicos locales Juan Pablo Mujica y Marcos Giraudo, que amenizaron el encuentro con la brillante interpretación de varias piezas clásicas. 

“De la tierra” es una novela histórica que enlaza la figura de José de San Martín con pueblos originarios de la Mesopotamia y la Patagonia. El relato expresa una dinámica de cuadros que atraviesan desde las misiones correntinas hasta la conquista del desierto, que se desarrollan a través de sus hechos más terribles y exhiben el vínculo profundo del Libertador con los nativos.

En el transcurso de la velada, los oradores destacaron la calidad estética de la nueva obra de Oppizzi, y ofrecieron valiosas lecturas, desde lo literario, lo técnico y lo histórico, el rasgo sobresaliente sobre el cual el autor construyó esta ficción.



“De la tierra” es la vigésimosegunda publicación de Oppizzi, una obra que incluye novelas, cuentos, teatro, poesía, ensayo y aforismos. Algunos de sus trabajos recibieron distinciones, como su novela “Pobladores del témpano”, Primer Premio a la mejor obra narrativa del año 2000 por la Sociedad de Escritores de la provincia de Buenos Aires (SEP); las obras “In extremis” (novela) y “Reverso” (relatos), finalistas a la Faja de Honor 2018 de la misma entidad. También sus libros “La salida” (novela, 2019) y “Muy cerca” (cuentos, 2020) fueron finalistas en sus categorías y compitieron por la Faja de Honor de este año.

Para Nido de Vacas, este libro es el sexto de la colección Cicatrices de narrativa (en la cual Oppizzi publicó la novela “La Salida”), y uno de los siete libros publicados en 2021, entre los que se encuentran la traducción de Alejandro Elcoro a la pieza teatral “Sakuntala o el anillo del destino”, de Kalidasa; el poemario “Razón Maldita”, de Marcelo Baleriani; “Cuentos, que no son cuentos…”, relatos de Coca Jué ilustrados por Micaela Romera Jué; “Filosofía profana”, de Silvana Vignale; “Pueblos y parajes de Rojas”, de Hugo Silveira, y “Un año encerrado”, poemario de Paul Bravo de próxima aparición. 

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A continuación, reproducimos los principales discursos vertidos en el citado encuentro: los análisis de Ernesto “Tito” Haristoy y de Roberto León, y las declaraciones que el autor ofreció ante su público.

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Ernesto “Tito” Haristoy: 
“Un correlato con el devenir americanista”

Estamos aquí, felizmente, en Arrecifes para acompañar la presentación de un nuevo libro del amigo Juan José Oppizzi. El título, “De la tierra”, así, a secas, nos deja picando una primera pregunta, ya que de la tierra se podrá hablar infinitamente, sobre todo de sus (nos) habitantes humanos, de los cómo y los porqués en el transcurso del tiempo. De esto, la primera pregunta que nos surge es ¿de qué se tratará este libro?

“De la tierra” es una novela histórica, lo cual a su vez nos abre otro panorama de preguntas que solemos hacernos los lectores cuando tomamos un libro o nos interesamos por él. Como sabemos, una novela es una ficción, que a su vez se bifurca en distintos géneros y temáticas. El agregado “histórico” nos orienta al género al que pertenece y dentro de ese género, nos encontramos además con el trabajador de la pluma, quien nos acompaña en las vivencias del diálogo novelado. Veremos situaciones, tiempos, lugares y sobre todo una línea narrativa que, por vías de la ficción aplicada a largas dubitaciones (unos cuatro años), nos traza un paseo figurado y muy atinado, para mostrarnos, ilustrarnos, conmovernos (cualidad valiosa, porque es lo que finalmente apetecemos degustar cuando accedemos, por vía de los libros, al variado depósito de conocimientos, siempre tan enriquecedores en esta aventura del leer, el sentir, el pensar).

“De la tierra” es una parcialidad contemplativa de Yapeyú, la infancia de José de San Martín, su entorno, y esa marca cósmica invisible que se manifiesta en lo que algunos llaman destino, o signos de vida, pero que al final de una historia da como resultado el destello de nuevos orientes en el devenir de los tiempos.

Es extraño, pero tuve que abstraerme durante la lectura de este libro, tuve que ceder al vicio del mal lector que va al epílogo para satisfacer una inquietud. Y fue cuando el autor, imprevistamente, cambió el cuadro de situación y saltó adelante en el tiempo y en el espacio geográfico, agregando nuevos relatos. Es que ahí aparece, según mi parecer, una contemplación cósmica del hombre en la tierra, formando al final de cuentas, un correlativo antropológico del devenir americanista.

La vida de las grandes personalidades, las que por alguna razón asombraron al mundo, tienen su correlato en la posteridad, fenómeno este que actúa por distintas vías, ya sea por la historia de rigor, por la memoria oral, por la poesía. En todos los casos, cada aporte, cada mirada y cada entender siempre habrán de dejarnos la llave a nuevos espacios de libertades y emociones. Así es como encontramos que, respetuosamente, este libro contempla algunos aspectos rodeados de misterios y a la vez muy interesantes de la naturaleza de José de San Martín.

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Roberto León: 
“Una novela que humaniza a los personajes de nuestra historia”

 

Quisiera a referirme a tres aspectos de esta novela.

El primero está en algo que siempre aprovecho en estas circunstancias, y tiene que ver con la importancia de la lectura, y exagerar cuestiones tales como: “todo lo que tiene letras debe ser leído”. Alguna vez se ha dicho que lo que está escrito es verdad, y eso no es verdad; no necesariamente porque esté escrito es verdadero. Lo que sí nos proveen los libros son las palabras, el medio por el cual navega el pensamiento. No se puede pensar sin palabras; es como nadar sin agua. La gran virtud de los libros, entre tantas que les podemos adjudicar, es la de proveernos de palabras. Y con ellas poder bucear, en este mar de la vida, lo que está por descubrir. Cada descubrimiento que encontramos con las palabras, asociándolas, relacionándolas, nos enriquece y nos produce una satisfacción enorme.

Otra cuestión a la que quiero referirme es a la novela histórica, aprovechando que tenemos una en nuestras manos. Yo no sé cómo recuerdan ustedes; en mi caso los recuerdos son como instantáneas, fragmentos de un momento determinado, en general inconexos con los momentos siguientes. Por ejemplo, de mi infancia recuerdo a mi abuelo sentado conmigo en el corredor de una casa en el campo, mirando las estrellas y las luciérnagas, y algún diálogo tonto en el cual yo, siendo muy niño, le preguntaba siempre cuántas estrellas había y mi abuelo siempre respondía, creyendo que hacía un gran chiste, son cincuenta. Siempre respondía lo mismo porque yo siempre hacía la misma pregunta. Es decir, recuerdo esa ocasión, pero no logro recordar qué es lo que había ocurrido antes o qué ocurrió después de ese momento que está grabado en mi mente. El recuerdo se compone de fragmentos aislados; no hay secuencias como en los videos; tal vez porque los videos duran mucho y la memoria no logra almacenar todo, entonces almacenamos instantáneas, fragmentos.

La historia tiene la particularidad de documentar determinados aconteceres, determinados hechos y sucesos, y después de eso documenta otra cosa, quizás de otro momento o de otro lugar, y nada sabemos sobre lo que ocurre entre el primer suceso y el segundo. ¿Cómo era entonces la vida de esas personas?

Cuando el autor pensó escribir esta novela histórica, investigó mucho, y en este caso sabemos que fueron varios años de estudios, de rastrear y escudriñar para munirse de los elementos acreditados y acreditables con respecto a los sucesos históricos. Después empezó a hacer algo que me parece maravilloso: tejer un puente entre cada suceso y el hilo de la novela, hilvanando la historia que no conocemos, la que tuvo que imaginar, y que es como una costura que va juntando las instantáneas hasta convertirlas en un video. Y poco a poco, como por arte de magia, la historia cobra vida; los personajes son humanos y tienen una existencia que en las documentaciones históricas no suelen registrarse. Algunas novelas históricas me parecen maravillosas porque facilitan (si bien uno sabe de antemano que es literatura) la lectura y la comprensión de determinados sucesos históricos.

Me gustan las novelas históricas porque tienen la particularidad de ubicarme mejor en el tiempo; y también, por otra característica que implica el tercero de los aspectos a los que quería llegar: humanizar a esos personajes de la historia. Ya no son un cartón, son seres humanos.

Particularmente de este libro, hay un elemento que me atrapó desde el comienzo: el nombre de la obra, que a la hora de conceptualizar no es una cuestión menor. El nombre del libro nos obliga a pensar que estamos hablando de hombres y mujeres de acá, “de la tierra”. No son superhéroes de película, no provienen del pináculo de los dioses, ni del olimpo ni del paraíso; son personas como nosotros; son tan humanos, que están ligados a la tierra.

La interconexión se establece entre la idea del hombre de la tierra con el hombre americanista, con el aborigen, el hombre que ama y le rinde culto a la Pachamama, a la madre tierra; ese hombre, esa mujer, aparece en dos oportunidades cruciales en esta novela: en la primera parte, cuando la historia de una mujer guaraní entra en juego; y luego, en la segunda parte, cuando nuestros aborígenes del sur vienen a complementar esta historia en un tiempo futuro, referenciando nada menos que a nuestro héroe nacional, que resulta ser también un hombre de esta tierra.

Esta idea “de la tierra” nos proporcionará a todos, supongo, cierto grado de emoción, de pertenencia. La cuestión de pertenecer, no solo por el legado histórico o la nación que compartimos, de la cual somos ciudadanos, heredados de la gesta del general San Martín y tantos otros, sino también en la emoción de pertenencia por ser parte de la tierra, porque al igual que ellos, también nosotros somos de la tierra.

Ojalá que ese concepto pueda hermanarnos mucho más allá de las expectativas que tengamos.

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Juan José Oppizzi: 
“Transformé en ficción una serie de hipótesis sobre la vida de San Martín”

 

Este libro tiene una génesis larga. Podría decir que la semilla primordial la tuve sembrada cuando leí una obra que hablaba sobre San Martín y que no había sido escrito precisamente por un historiador; se titulaba “¿Conoce usted a San Martín?”; fue publicado en la década de 1980, y el autor era un famosísimo médico: René Favaloro. Es poco conocido ese libro y, pese a que su autor era tan célebre, no trascendió. Quiero creer que no sucedió por motivos especiales, aunque soy desconfiado. Me impactó, porque fue el primero que leí sobre José de San Martín con un enfoque diferente del que estaba acostumbrado. Como muchos, mi conocimiento escolar de la historia se nutrió de la línea Mitre-Grosso-Constancio Vigil-Billiken; y aquí me encontré con documentación nueva, con cartas inéditas en las que se modificaban totalmente esos argumentos que yo conocía por formación.

Creo haber dicho, en la presentación del libro anterior, que vengo de una época en donde la historia, en la escuela primaria, se desprendía del Manual del Alumno Bonaerense, del “estudien de acá hasta acá”, repetir lo leído y una buena repetición significaba un diez. También creo haber mencionado que yo estaba acostumbrado a ese método de estudio.

En la escuela secundaria gocé del privilegio de tener como profesor, en varias materias, al doctor Carlos Luis Merlassino, una personalidad sobresaliente, un señor que fue un prócer de nuestra ciudad. En segundo año pasé a dar lección, luego de haber estudiado “desde acá hasta acá”, como era mi costumbre. Expuse impecablemente; cuando terminé, miré al doctor esperando su aprobación; entonces él me posó la mirada, una mirada muy serena, y me dijo: “¿y usted qué opina?” Entonces yo no supe qué responder; no estaba acostumbrado a opinar, por formación. A mí nunca se me había pedido que opinara sobre nada de lo que estudiaba. Ahí empecé a aprender a opinar, y a tener una interpretación propia sobre las cosas; a veces equivocada, a veces acertada, pero propia.

El libro del doctor René Favaloro me sembró una semilla importante. Recuerdo, por ejemplo, que desmentía algo que nosotros estudiamos de manera muy saliente, como aquel  famoso brindis ocurrido cuando San Martín vuelve de Perú. Luego de pasar a Chile, donde le hicieron un recibimiento importante, él declaró “en tanto tiempo hemos cruzado los Andes, hemos cruzado por mar y hemos vencido a los realistas en Perú…”. La versión de Favoloro, basada en documentos del propio San Martín, dice que él rechazó todo homenaje. Es cierto que se le preparó un banquete oficial, pero cuando él llegó y vio esa mesa servida, con cubiertos de plata, dijo “no, esto se manda a fundir para reunir fondos para la campaña, yo no puedo participar de un derroche semejante, cuando al pueblo le estoy pidiendo un sacrificio”. Ese fue uno de los tantos puntos que llamaron mi atención.

Con el tiempo fui encontrando elementos llamativos, no necesariamente reales, sino basados en hipótesis. Uno, novedoso, y que provocó un escándalo, fue dicho por una señora llamada Joaquina de Alvear y Quintanilla. Al final de su vida, ya anciana, escribió sus memorias. Y en el encabezamiento de esas memorias, usó una pequeña frase que provocó un revuelo, generó una controversia terrible. La frase dice lo siguiente: “Yo, Joaquina de Alvear y Quintanilla, hija de don Carlos María de Alvear y nieta de don Diego de Alvear, y por lo tanto sobrina carnal del Libertador José de San Martín, por haber sido hijo este de mi abuelo don Diego de Alvear y de una india guaraní”. Esta sentencia cambió el panorama para los historiadores y empezó una polémica furibunda, que aún no termina, por una sencilla razón: jamás se encontró el acta de bautismo de José de San Martín. Nunca fue hallada. Todo lo que se sabe de sus datos personales se han sacado de declaraciones propias; al enrolarse en el ejército español, o al casarse, dejó manifiesto que tenía tantos años, pero el problema es que a lo largo de su vida, en distintos momentos, va diciendo, por ejemplo: “hoy, a mis cincuenta años…”, y si se coteja ese momento no coincide con la fecha de 1778, fijada como fecha de su nacimiento; a veces es anterior; otras, es posterior. Así, hay no menos de cinco versiones distintas sobre su edad. Lo cual lleva a suponer la existencia de ciertas imprecisiones en torno a eso.

A mí se me ocurrió, entonces, transformar esa hipótesis en una ficción. Así, pues, decidí investigar por mi cuenta. Entre las instancias de la investigación, viajé hasta Yapeyú. En averiguaciones y charlas con los lugareños, mi primera sorpresa fue al ingresar al museo de Regimiento de Patricios, el único existente fuera de la ciudad de Buenos Aires (frente a la plaza del pueblo se encuentra el templete que protege los restos de lo que fue la casa natal de José de San Martín). Recorriendo el lugar, encontré el pabellón “dedicado a doña Rosa Guarú, nodriza del Libertador”. No es usual que en un museo dedicado a un héroe nacional se dedique un pabellón a su nodriza. Me pareció sugestivo. Averigüé en el folclore del lugar y recogí versiones que coinciden con la de Joaquina de Alvear; aunque no dejan de ser versiones, sin elementos documentados que lo demuestren. Es decir, es tan creíble que sea el hijo de Juan de San Martín y de Gregoria Matorras como que sea hijo de Diego de Alvear y de Rosa Guarú; no hay constancias efectivas que alimenten una u otra hipótesis.

Por lo tanto el debate sigue. Y siguió tan intensamente que la familia de Alvear pidió un estudio de ADN; los Cristaldo, una familia descendiente de Rosa Guarú, apoyaron el pedido. Es importante señalar que no era necesario intervenir el sepulcro ya que en el Museo Histórico Nacional hay cabello de San Martín para practicar el examen. Pero hubo un recurso de amparo (de parte del Instituto Nacional Sanmartiniano) que suspendió el examen, de modo que la polémica continúa abierta.

En definitiva, el origen incierto me pareció un tema interesante para desarrollar en una ficción: lo que podría haber sucedido de haber sido de tal modo.

También hubo un episodio que me permitió estructurar esta novela en tres partes. Además de esa hipotética relación con el pueblo guaraní, San Martín tuvo un encuentro interesante, antes de cruzar la cordillera, en el valle de Uco, al sur de la ciudad de Mendoza. Él se reunió con un grupo de lonkos araucanos. Existen muchas versiones sobre esa reunión; la historia clásica menciona que allí San Martín pidió colaboración para el cruce de los Andes, ya que necesitaba logística de gente que conociera perfectamente el territorio; si bien él ya contaba con baquianos, la gente de la tierra tenía mayor conocimiento del terreno, de las condiciones climáticas, etc.

Yo encontré la punta del ovillo en un monasterio ubicado en Los Toldos; allí existe un documento en el cual se describe el poncho que viste San Martín en la tapa de mi libro, y el significado de dicha prenda. Se indica que le habría sido otorgado por el grupo de lonkos como un homenaje. Investigando más sobre el tema, me pregunté a causa de qué se le rinde un homenaje en lo que parece ser una reunión diplomática. En realidad, no había sido un encuentro diplomático, ya que el propio San Martín le escribe a Tomás Guido, y de su puño y letra conocemos que se trató de una reunión ritual; que él va solo en compañía de un asistente y un lenguaraz, y gracias a esas presencias sabemos algo de que lo ahí ocurrió. En esa reunión hubo una meditación, de cerca de media hora de duración, en silencio; los lonkos cavilaron después de escuchar a San Martín, y resolvieron, por mayoría, apoyarlo. Cuando se produce esa resolución, el grupo de lonkos supuestamente se acercó y le regaló el poncho, que hoy se exhibe en el Museo Histórico Nacional. Le dijeron que esa prenda se les otorgaba a los iluminados, desde el punto de vista de sus creencias. Y lo catalogaron con una palabra que tiene un significado especial: toqui, “gran jefe guerrero”.

Investigué los símbolos del poncho, que no son meros adornos sino que cada uno carga con un significado preciso. Tuve que indagar en varias fuentes, hasta que encontré un libro de un autor chileno que analiza, punto por punto, los emblemas. A partir de ahí se me ocurrió trazar un vínculo ficticio entre San Martín y los aborígenes, usando ese gancho. También el testimonio de la propia Joaquina de Alvear y Quintanilla, que lo visita a San Martín en Francia y nos deja de ese encuentro una impresión especial, utilizando un adjetivo solo en todo lo que ve de él: grande. “Grande en su estatura, grande en su moral, grande en su generosidad”. La pobre Joaquina terminó acusada de loca, confinada en una estancia, con una demanda de parte de su marido para pasar a administrar sus cuantiosos bienes. Dentro de la bolsa de acusaciones acerca de su locura, se encontraba su testimonio sobre San Martín.

El proceso de investigación, que demandó mucho tiempo, me llevó también hacia el sur, hacia la Patagonia, para conocer algunas comunidades aborígenes del lugar. Necesitaba indagar más a fondo las simbologías; qué era un toqui o un lonko, que, contrariamente a lo que supone la generalidad, no es una autoridad política sino una autoridad espiritual. Me costó entender esta diferencia al principio, y tuve que hablar con gente de la comunidad, para llegar a explicarlo en la historia usando un lenguaje accesible. También averigüé sobre mitos y leyendas, lo simbólico y el trasfondo real de cada historia: costumbres, vestimentas, arquitectura de la época, medios de transporte, mediciones del tiempo y del espacio, es decir, nociones totalmente diferentes de las versiones europeas que utilizamos nosotros.

A grandes rasgos, este es el panorama que motivó la escritura de esta novela. Ahora queda a criterio de los lectores la evaluación de este trabajo. Repito: solo transformé en ficción una serie de hipótesis e hice la unión de esos pantallazos. Lógicamente hay intimidades de los personajes que son imposibles de conocer, y que nadie conoce. Por eso la tarea de fabricar la unión de todos esos elementos y conducir al lector a esta historia.

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Fotos: Ariela Bolzan y Mariángeles Tévere

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De la tierra
Juan José Oppizzi

Nido de Vacas, 2021. 
Colección: Cicatrices/6

21 x 14,8cms. 106 páginas.

Edición: Federico Riveiro. Colaboración: Ezequiel Evangelista y Ludmila Padilla. Ilustraciones y arte de portada: Alejandro Pérez Vivero.

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jueves, 24 de junio de 2021

Elcoro: “Quiero dejar testimonio de algo que cambió mi visión de la literatura”


 El director de Cultura de la comuna de Rojas acaba de publicar, a través de la editorial Nido de Vacas, su traducción de Sakuntala, obra compuesta por el poeta y dramaturgo hindú Kalidasa circa los siglos IV y V.

 

Reportaje publicado en la edición del 20 de junio de 2021 en El Nuevo Diario Rojense

 


El actual director de Cultura de la comuna, Alejandro Elcoro, retomó su faceta de reconocido escritor y traductor, ya que acaba de publicar, a través de la editorial rojense Nido deVacas, su traducción de la versión en inglés de la magnífica Sakuntala o El anillo del destino (escrita obviamente en sánscrito en el original), obra considerada una de las piedras preciosas del teatro hindú. Su autor, conocido como Kalidasa, vivió en India entre los siglo IV y V d.C., y ha pasado a la posteridad como un brillante poeta y dramaturgo, siendo autor de poemas y epopeyas que supieron cautivar a grandes autores de la literatura occidental.

“El trabajo estaba guardado desde el año ‘94 y lo que hice fue rescatarlo. Esto es como un regalo, para dejar un testimonio de algo que me impacto y me cambió la visión de literatura cuando era joven. El libro lo leí por primera vez cuando tenía 23 años, y lo traduje para hacer un ejercicio de computación ya que me habían regalado mi primera computadora, y quedó ahí”, explicó Elcoro en ElNuevo en Radio.

Pero comenzó a evaluar su publicación cuando “empecé a conocer a Federico (Riveiro) y me pareció un chico tan serio y responsable como editor”. Explica que con el responsable de Nido de Vacas “estuvimos hablando de distintas posibilidades, ya que tengo cinco o seis libros inéditos, pero pensé en algo corto, interesante, que le pudiera gustar a la gente, y algo para dejar en el sentido de que no es un libro mío, sino un libro que traduje, y que es un clásico que no se conoce”, respecto de la elección de dicha traducción del “Sakuntala”.

No obstante, el trabajo no fue sencillo: “La traducción tenía muchísimos errores porque el libro fue escrito en sánscrito, que por supuesto no conozco, pero leí una versión en francés y otra en inglés, y trabajé sobre la que es en inglés pero, evidentemente, la ortografía, la puntuación en inglés, son propias, y trasladarlas al castellano a veces genera como un extrañamiento al lector. Pero con Federico y Liliana Barzaghi, con quienes lo fuimos releyendo, cada uno hacía sus observaciones, las comparaba con las del otro y llegábamos a un criterio común, lo cual no fue fácil”, nos comenta.

Por ejemplo, grafica, “hay períodos en inglés que se pueden leer normalmente, pero en castellano son raros; entonces tuvimos que argentinizarlos para que se hagan más comprensibles, para que la lectura sea más natural y que no ofrezca dificultades, porque bastante ya hay con todos los nombres, que son todos de la India, y eso genera un distanciamiento con el lector hasta que uno se acostumbra a entrar en la historia”.

Pero, ¿de qué trata “Sakuntala”? Elcoro lo explica con una precisión que revela su relación íntima con la obra en cuestión: “Sakuntala es el nombre de un ser femenino mitad mujer, mitad diosa, porque es hija de una divinidad de las aguas que hay en la mitología de la India, vive en un territorio sagrado, solamente dedicada a las cosas místicas y de la naturaleza, porque ella se dedicaba a regar plantas y a alimentar animales que había perdido su madre, son seres completamente puros. La etimología de Sakuntala es algo así como “el nombre de los pájaros” y, por otro lado, está el rey, que está persiguiendo un venado con sus guerreros, el venado entra en el bosque sagrado, las plantas se le ponen enfrente al rey y le dicen que no puede entrar armado y que tiene que dejar sus armas afuera.

El rey entra pero en vez del venado se encuentra con esta chica: hay un encantamiento recíproco y el rey se queda.  Lo reclaman sus asuntos en la corte, sus esposas, pero no vuelve. Ella también está embelesada. Finalmente hay una especie de unión que es admitida en la cultura india, que es por la base del amor de los dos miembros de la pareja, que después cuenta con la aceptación de los padres si es consentido. Pero en ese momento en que están arrobados, entra un monje muy poderoso, muy cascarrabias, que esperaba que lo recibieran con todos los honores de su investidura, pero no lo tienen en cuenta, y entonces le echa una maldición a Sakuntala: el rey le deja un anillo, le escribe su nombre y le dice que cuenta una letra por cada mes del embarazo y que cuando se cumpla, que vaya a la cortey se va a casar con ella. La maldición del monje dice que, si pierde ese objeto, el rey no la va a reconocer.

Cuando llega el tiempo ella va a la corte, ignorante de todas las cosas que pasan en un lugar de poder político, que es todo lo contrario a un bosque sagrado, y cuando cruza el río Ganges, pierde el anillo. No se da cuenta, y cuando llega a la corte, el rey no sabe quién es y piensa que el embarazo es de otra persona y que no puede tomar por esposa a una mujer que pertenece a otro hombre. No lo puede explicar porque el anillo de reconocimiento no está. Se van los monjes, ella desaparece en el aire, vuelva a la naturaleza de su madre y, poco tiempo después, traen preso a un humilde pescador que había querido vender el anillo del rey. Piensan que es un ladrón pero cuenta que pescó un pescado en el Ganges y en el vientre del pescado vio ese anillo. El rey, cuando ve ese anillo, se da cuenta de todo, y se le hace patente todo el rechazo esa mujer que él amaba. Se resuelve no en el terreno de los hombres sino en el terreno de los dioses. Es una muy linda historia”.

En cuanto a su estructura narrativa, explica que “es una obra de teatro, son siete actos, bastante parecido al actual o al de Shakespeare, si se quiere. Es un poco complejo porque no es una sola escena, como en el teatro griego, pero tiene un grado de sofisticación bastante notable para ser del siglo IV y por eso se ha convertido en un clásico de la India, y como acá no se conoce, trato de colaborar para que a alguien le llegue”.

Mientras tanto, no abandona, pese a su actividad en la función pública, su faceta de escritor: “Dejé dos trabajos casi completos, tengo dos obras muy buenas, para mi gusto, y una en particular que se llama “Las islas del olvido”. Son todas aguafuertes, al modo de Roberto Arlt, de mi vida, de lo que supe de mis padres, de mi infancia, de lo que era Buenos Aires en los años ‘60 y ‘70, de lo que era San Pedro, donde nací, de mis abuelos, mis tíos, mis bisabuelos, mis orígenes vascos y alemanes, un chico y una chica se conocen en un campo en La Pampa, se enamoran y se casan, llevo unas 110 y me faltan unas 20 ó 30 pero eso lleva tiempo y no lo estoy haciendo ahora”.


🔊 Escuchá la entrevista completa


-¿Cuándo nace tu amor por la literatura?

-De muy chiquito, quizás cuando aprendí a dibujar, tendría 4 ó 5 años. Nos pedían en la escuela y yo hacía unos trabajos larguísimos, historias ilustradas con personajes ya existentes, de los comics, de dibujos animados, de esos libros de Editorial Juventud, el Principe Valiente, Robin Hood, imitaba eso y, según mis viejos, hablaba en un idioma desconocido, generaba personajes con un idioma inexistente, es muy raro y no lo recuerdo (risas)… Leía según lo que me iba cayendo pero tenía cierta percepción que uno va seleccionando: a los 14 años leí “El extranjero”, a los 15 fui a ver “La guerra y la paz” en el cine y cuando volví a Buenos Aires me compré el libro, me hacía la rata del colegio y me iba a leer a un bar. Tenía claro que para mí era más importante leer que cualquier otra cosa.

-¿Sentís mayor inclinación por la literatura clásica o te gusta descubrir nuevos autores?

-No es que haya leído todos los clásicos, pero los más importantes los he leído, releído y releído. Pero también en estos meses de pandemia he leído muchísimos libros de autores desconocidos, ya que hay más tiempo, así que leo otras cosas, muchos autores nuevos, y encontré cosas muy buenas.

-¿Qué autores te referencian como escritor?

-No hay uno solo, pero son pocos: Tolstoi es uno, García Márquez es otro, Cervantes sería otro, obras que son mágicas en algún modo porque parece que generan un aparato de imaginación, porque leés “El Quijote” y no sabés qué es real y qué es ficción, y en “Cien años de soledad” pasa lo mismo. Hay un pequeño libro de Leo Teruz, que se llama “De noche bajo el puente de piedra”, que son trece relatos independientes pero vinculados entre sí, de modo que generan finalmente una novela y no podés creer que estar viendo ese personaje tiene que ver con otro que aparece después, es como un rompecabezas que adquiere sentido. Son esos libros mágicos los que más me han conmovido, y por supuesto los clásicos como “La Ilíada” y “La odisea”.

-¿Cómo se puede acercar a la gente al mundo de los libros?

-Es un fenómeno que no domino, pero hacemos lo posible, con divulgación, acercando autores, presentando gente. Es difícil, pero de algún modo, con el esfuerzo de otras personas desconocidas  que estarán haciendo lo mismo en las escuelas, en la televisión, algún autor se abre camino, aunque con más o menos suerte, esto es difícil saberlo. A veces son fenómenos comerciales, que funcionan pero que no son los mejores resultados literarios, pero creo que muchísimo va por el boca a boca: si te gusta un libro posiblemente se lo recomendás a otras personas.

-¿Qué opinás que Rojas tenga una editorial propia, como Nido de Vacas, que ya posee un interesante catálogo?

-Las veces que había publicado antes lo había hecho en Buenos Aires y esta vez decidí hacerlo acá porque lo fui conociendo a Federico. Y me parece tan responsable, tan profesional, minucioso, insistente: punto por punto, palabra por palabra, te va preguntando si una cosa está bien, si es coherente; no deja pasar una, y desde el punto de vista físico, si ves el libro, la impresión, el papel, las imágenes, todo es perfecto. Entonces merece el apoyo de nosotros y de muchísima gente que puede encontrar acá una editorial del nivel de cualquiera de Buenos Aires.

 

 📚 Más detalles del libro










jueves, 3 de junio de 2021

Nido de Vacas publicó una nueva traducción literaria de Alejandro Elcoro

 

Se trata del drama “Sakuntala o El anillo del destino”, del autor hindú Kalidasa, que el escritor rojense tradujo del inglés. 



Una flamante obra literaria se suma a la producción de las letras rojenses: ya circula entre nosotros una nueva traducción de Alejandro Elcoro, el drama hindú “Sakuntala”, que fue editado y publicado por el sello local Nido de Vacas.

“Sakuntala o El anillo del destino” es el título elegido por el traductor para una versión castellana de este clásico, que es considerado una de las piedras preciosas del teatro hindú. Su autor, conocido como Kalidasa, vivió en India entre los siglo IV y V d.C., y ha pasado a la posteridad como un brillante poeta y dramaturgo, siendo autor de poemas y epopeyas que supieron cautivar a grandes autores de la literatura occidental.

Esta obra ha sido traducida a varios idiomas, si bien en castellano no atesora muchos antecedentes (se conocen alguna versión anónima y sin fecha, traducciones de Cansinos Assens de comienzos del siglo XX, y una versión de Alejandro Casona en forma de cuento); esta flamante publicación pone de relieve la trascendencia que significa recuperar en nuestros días un texto de riquísima factura poética. De hecho, Sakuntala ha sido considerada “un clásico oriental a la altura de Romeo y Julieta, pero con intervención de lo maravilloso y sin el final trágico de la obra de Shakespeare”.



Para este nuevo registro en castellano Elcoro se basó en la versión inglesa de Chandra Rajan, de 1989. Esta publicación finalmente llega a nosotros tras casi treinta años de espera, ya que la versión original de esta traducción está fechada en 1994 y fue revisada y corregida para esta instancia. 

El trabajo de edición general estuvo a cargo de la editorial Nido de Vacas y contó con la colaboración de Liliana Barzaghi en la revisión del manuscrito.

El libro estará llegando pronto a la venta en librerías de Rojas y de la región; también pueden adquirirse contactándose con el autor o con la editorial. 

Ya se encuentra disponible en Mercado Libre, con envíos a todo el país.


Comprar Sakuntala


Sobre el autor:

Kalidasa fue un poeta y dramaturgo hinduista, nacido en Ujjain, India, que vivió en los siglo IV - V d.C. Es reconocido como un maravilloso poeta de la naturaleza, admirado por su viva imaginación, la riqueza de su pensamiento y las grandes cualidades expresivas.

También es autor de los poemas La asamblea de las estaciones, El nacimiento de Kumara y La nube mensajera; los dramas Malavika y Agnimitra, y Urvashi conquistada por el valor; y de la epopeya inconclusa La dinastía de los Raghu.

Sakuntala es considerada una de las obras maestras de la literatura india.

 

Sobre el traductor:

Alejandro Elcoro es escritor y traductor, y entre sus obras publicadas se destacan la novela Las reglas del juego (premio Editorial Atlántida, 1982), los libros de cuentos El único amor posible (1988) y El edificio de las Palabras (Corregidor, 1992) y la traducción de Los cantares de Ossián, de James Macpherson (Ayesha, 2010). Desde 2015 está a cargo de la dirección de Cultura de la municipalidad de Rojas.

 

Sinopsis:

Sakuntala, la mejor piedra preciosa del teatro hindú, cuenta una historia de amor basada en uno de los mitos ancestrales de la India: la relación apasionada entre Sakuntala, conocida como “Hija o Señora de la Naturaleza”, abandonada al nacer y cuidada por los pájaros, y el Rey Duhsanta, aficionado a los placeres y hábil en el manejo de las duplicidades de una corte dorada.

Después de conocerse carnalmente, los protagonistas pasan por la separación y la penitencia, para finalmente reencontrarse de modo más hondo y valedero en la región etérea de los Inmortales.

Lleno de lirismo y belleza, la perfección de Kalidasa en el contar sobrepasa la descripción de la naturaleza y los conflictos de los personajes. La moral, la sociedad, la filosofía y la religión existen como un telón de fondo para mostrarnos que los grandes problemas humanos desconocen geografía y tiempo.

Con toda justicia, la traductora del sánscrito al inglés la ha definido como “una hermosa combinación de romance y cuento de hadas, con elementos de comedia”.

De este imperecedero drama lírico, que contiene el perfume y la riqueza de los mitos de la India, escribió Goethe: “¿De la primavera quieres las flores y del otoño los frutos; quieres lo que agrada y encanta, lo que nutre y sacia; quieres expresar cielo y tierra con un solo nombre? Yo digo Sakuntala y está todo dicho”.



Sakuntala o El anillo del destino


Kalidasa. 

Traducción de Alejandro Elcoro.

Nido de Vacas, 2021.
21 x 14,8. 130 páginas.

Edición: Federico Riveiro, Ezequiel Evangelista, Ludmila Padilla. Imagen de tapa: Ravi Varma (Cromolitografía). Diseño: Nido de Vacas.




jueves, 24 de diciembre de 2020

El desafío de no aislarse en medio de una pandemia

 

... La incertidumbre era tan concreta que sólo podía combatirse con decisión. Y la decisión fue no esperar, no detenerse, quitar nuestro freno de mano a los planes previstos sin medir riesgos ni consecuencias. En épocas de retracción, Nido de vacas escogió la opción de la expansión.





A principios del mes de marzo (hace apenas nueve meses, quién lo diría), los integrantes de Nido de vacas estábamos rodeando una mesa bajo la parra y el calor generoso de un verano en retirada. El mate todavía podía compartirse y entre vuelta y vuelta se iban diagramando planes para el futuro cercano. Las noticias del Covid-19 comenzaban a ocupar las primeras planas; recién se conocían los primeros casos positivos en el país, se activaban protocolos sanitarios en aeropuertos y fronteras, la alarma estaba encendida aunque aún no resonaba con fuerza.

Apenas una semana antes nos habíamos quedado con las valijas armadas porque como prevención frente a esos primeros casos importados, se suspendía la Feria Leer, en San Isidro, de la cual la editorial participaría por primera vez (imagínense el entusiasmo y la expectativa que teníamos). Teníamos programados otros eventos; acompañar a uno de nuestros autores a una charla en Capital y a otro a una presentación de su libro en Luján. Marzo pintaba movido y abril no se le quedaba atrás, porque en el horizonte se asomaban otras charlas, otros viajes, otras ferias. Y en medio de esa vorágine de programaciones y planes, se sintió el chirrido de un freno de mano: el país se paraba. Aquella tarde bajo la parra y entre mates compartidos trabajábamos, además, en próximas publicaciones; uno de los autores nos acompañaba. Promediando la tarde, el anuncio se hizo oír: a partir de esa medianoche, se decretaba el aislamiento social preventivo y obligatorio para todo el país. Cada uno se marchó a su casa sin vislumbrar todo lo que se venía.


Como editorial, debimos enfrentar no sólo realidades individuales marcadas por drásticos cambios de rutinas; también definir cómo situarnos frente una realidad general en franco desajuste, con encierro y limitaciones sociales, con parálisis comercial, con quietud económica, con humores cambiantes. ¿Qué hacer con los proyectos en marcha? ¿Cómo sostener lo hecho sin caer en el olvido? ¿Valía la pena seguir o esperar que todo pasara? Pero, ¿cuándo pasaría todo? La incertidumbre era tan concreta que sólo podía combatirse con decisión. Y la decisión fue no esperar, no detenerse, quitar nuestro freno de mano a los planes previstos sin medir riesgos ni consecuencias. En épocas de retracción, Nido de vacas escogió la opción de la expansión.

Aún no sabemos si la decisión fue la mejor; sí podemos confirmar que esa elección nos mantuvo en movimiento y nos permite llegar a este final de un año (olvidable en muchos sentidos) con la modesta satisfacción del deber cumplido.

Cambiar sobre la marcha, adecuarse a las circunstancias. El aislamiento y la detención de los cuerpos movilizaron la virtualidad. El cambio de hábitos cotidianos y prácticas relacionadas con la lectura y el modo de consumir y acceder a los libros, pusieron a las editoriales frente a una postergada digitalización. Así, las redes sociales y el comercio electrónico cobraron impulso y se transformaron en las herramientas más eficaces (por momentos, las únicas) para sostener la visibilidad del proyecto.


En aquellos días de encierro, de librerías cerradas, de actividades estancadas y, como consecuencia, de una acelerada y abrupta caída de ventas, decidimos, sin embargo, emprender una campaña de liberación de obras en formato PDF, a través de este blog. 

Casi tres mil visitantes accedieron a la plataforma en los quince días que duró la promoción, en lo que resultó ser una campaña de baja rentabilidad (pese a que se habilitó un enlace de colaboración) pero de alta incidencia en términos de difusión. El incremento de seguidores en redes sociales, y comentarios o agradecimientos de nuevos lectores fueron muestra cabal del alcance de la apuesta; lo que se perdió en dinero se ganó en apoyo y visibilidad.

Frente a un panorama altamente desfavorable surgieron propuestas de políticas públicas: por primera vez participamos del programa Libro % de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), y luego la feria virtual de la cultura bonaerense (Finde), organizada por el Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires con el objetivo de desarrollar instrumentos de reactivación económica y nuevos formatos de exhibición de los sectores productivos de la cultura.

En las dos ediciones de esta feria (la primera en mayo; la segunda, en noviembre) presentamos un stand virtual con todo nuestro catálogo y libros de autores “amigos”, donde se ofrecieron promociones y descuentos. 

En la última edición, además, como integrante de la #188 Ruta Editorial (conformado junto a Rama Negra de Junín y Milena Pergamino), tuvimos la posibilidad de exhibir el potencial regional a través de una charla, denominada “Diálogos editoriales: cooperativizarse”, dedicada a la formación de colectivos editoriales (https://youtu.be/zkzzYzasb8o).

En este sentido, este año logramos afianzar el colectivo regional de la ruta editorial, en el marco del cual venimos trabajando y compartiendo las experiencias autogestivas desde 2018. Así fue que presentamos la web www.188rutaeditorial.com.ar, un espacio que exhibe la labor individual y colectiva de estos tres proyectos del noroeste bonaerense, y funciona como un nexo de comunicación entre autores y lectores. Allí, además de conocer en detalle todos nuestros libros, se puede acceder a noticias de actualidad, críticas y textos en línea, un espacio destinado a difundir nuestra literatura.

Junto a la #188, además, presentamos el video “¿Qué es una editorial?” en el marco de la XVI Feria del Libro de Junín, que se desarrolló de manera virtual en el mes de noviembre (https://www.youtube.com/watch?v=Ks-upGF7J2s).

También en el último mes del año, el ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires presentó el programa Cultura Solidaria, un paquete de medidas destinadas al sector editorial cooperativista bonaerense para la adquisición de materiales de lectura que serán distribuidos en instituciones infantiles, juveniles y hogares de adultos mayores de la Provincia. 

Nido de vacas fue una de las 57 editoriales seleccionadas para esta primera etapa de inversiones. Políticas del discurso es el libro que circulará entre adultos mayores, jóvenes, adolescentes y niños y niñas a través de las Unidades de Desarrollo Infantil (UDI) compuestas por Centros de atención integral (CA), Casas del niño y Centros juveniles; de unidades terapéuticas de recuperación de consumos problemáticos; a jóvenes que se encuentran bajo el régimen de responsabilidad penal juvenil; y a los hogares de Adultos mayores de la Provincia.


En este año anormal, complejo y signado por el detenimiento, la apuesta a no detenerse involucró un ingrediente extra: de los cinco libros publicados, cuatro de ellos pertenecen a escritorxs rojenses. En una inmensa labor conjunta entre autores y editores logramos poner en circulación, allá por fines de julio y al mismo tiempo, los libros Camino. Vivencias de un ACV y La llave maestra, de Araceli Rodríguez, Canto de tierra y de pan, de Rolando Galante, y Un desmayo en el vacío, de Federico Riveiro. Dos novelas, un poemario, una reedición; tres autores de Rojas; gesta heroica o apuesta riesgosa e innecesaria en medio del peor de los escenarios posibles, que completamos meses después, ya en noviembre, con una quinta publicación: Mil veces la vida, de María Elena Sofía, con quien sumamos una nueva autora para nuestro proyecto, una nueva novela y una nueva ciudad adonde difundir nuestro trabajo: Chacabuco.

Fue precisamente esta publicación la que nos permitió cumplir con anhelos postergados desde comienzo de año: presentar un libro a la usanza habitual (nada de zoom, streaming o vivos, esa manera de acercanos que nos dejó este 2020). Así pues, el 18 de diciembre nos encontramos en el centro cultural Naranja Lima, hostigados por la lluvia, con distanciamiento preventivo y entre buenxs y queridxs amigxs.

Un dato que puede resultar simplemente estadístico, pero no es menor para nosotros: con las publicaciones de un solo año duplicamos nuestro catálogo respecto de los dos anteriores. Vale la pena repasar; en 2018 publicamos tres libros: Literales ausencias, de Juan Carlos Llauradó; El vértigo de la felicidad, de Amir Abdala; y Donde el sol confluye con la mierda, de Paul Bravo, mientras que en 2019 fueron dos: Políticas del discurso, de Diego Singer, y La salida, de Juan José Oppizzi.


Entonces, ¿gesta heroica o apuesta riesgosa e innecesaria en medio del peor de los escenarios posibles? Depende el ángulo desde donde se mire, un poco de cada uno. Sin embargo, seguimos convencidos de que sin riesgos no hay posibilidad de crecimiento, y en mayor o menor medida, 2020 fue un año de crecimiento para la editorial. Lo afirmamos con un orgullo mesurado, porque también dejamos mucho en el camino, y eso no se reemplaza ni se olvida.

De algo seguimos seguros: todo lo logrado fue gracias a, primero, los autores, y luego los lectores. Ellos son los pilares fundamentales de esta cadena, de la cual nosotros somos apenas un enlace. Seguimos convencidos de que el trabajo será colectivo y que el libro es un vehículo de conocimiento y de hermandad; por eso seguiremos apostando a la autogestión y la divulgación de la lectura, de nuevxs escritorxs, de los temas que nos preocupan o interpelan. 

Es por eso que ya estamos trabajando en delinear publicaciones y actividades para 2021 (con la cautela aprendida en 2020, que si algo nos enseñó, entre tantas cosas, es a desconfiar de las proyecciones a largo plazo), con el objetivo de aumentar la producción o, en el peor de los casos, sostener todo lo logrado.

Como toda editorial autogestiva, necesitamos vender libros para poder seguir haciendo más libros y por eso necesitamos lectores. También políticas públicas que promuevan el deseo por la lectura, para luego posibilitar que el deseo se transforme en una práctica.

Hoy, mientras despedimos un año complejo y nos ilusionamos con vientos más favorables para el que llega, afirmamos nuestro compromiso con la autogestión y con lo colectivo, y anhelamos un mayor acompañamiento de quienes cuentan con las herramientas y las capacidades de fomentar la producción y el interés por la lectura. El libro es cultura. Y la cultura no debe ceñirse a las hazañas individuales.

Mientras tanto, aquí estamos. Y seguimos. 

2021, allá vamos.





lunes, 21 de diciembre de 2020

Se presentó en Chacabuco la novela "Mil veces la vida”



Bajo estrictos protocolos sanitarios, tuvo lugar en Chacabuco la presentación del libro “Mil veces la vida”, de la autora oriunda de esa ciudad, María Elena Sofía. Esta obra fue publicada a mediados de noviembre por la editorial rojense Nido de Vacas.

La actividad se desarrolló el viernes 18 en el centro cultural Naranja Lima y contó con la presencia del editor Federico Riveiro, de escritores, familiares y allegados de la autora. 

En este marco, una de las anfitrionas, Celina Felice, celebró la aparición de un nuevo libro de Sofía y la posibilidad de presentarlo en su espacio y en su ciudad, en tanto Beatriz Monferrer, también titular del centro cultural, compartió una lectura de la obra.

También se exhibió un cuadro alusivo a la novela, especialmente creado por la escritora y artista plástica Mercedes Aguirre.



Celina Felice, anfitriona del evento



María Elena Sofía junto a Federico Riveiro, editor de NdV



Obra plástica alusiva a la novela


Mercedes Aguirre y María Elena Sofía

Tras las palabras de agradecimiento de la autora y del editor, la cantante Mabel Vera y el guitarrista Santiago Giacinto interpretaron “Melodía de arrabal” y “Por una cabeza”, ambos tangos vinculados con la trama de la novela.



Tangos en vivo, a cargo de Mabel Vera y Santiago Giacinto

“Mil veces la vida” es la décima publicación de Nido de Vacas, quinto volumen de la colección Cicatrices de narrativa, que se encuentra a la venta en librerías de Rojas, Junín, Chacabuco, Pergamino, Salto, Arrecifes, Rosario y CABA. También por Mercado Libre con envíos a todo el país.


Opiniones sobre la obra

Compartimos el comentario sobre la novela que escribió y leyó Beatriz Monferrer en la presentación del libro, y la reseña del escritor Juan José Oppizzi, autor de “La salida” (Nido de vacas, 2019) entre otras obras.


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“Este libro, muy original, nos trae algunos aspectos no muy abordados en nuestras letras, sobre la Argentina de los años 30: el puerto, los conventillos, los malandras, los compadritos, los cabarets, los inmigrantes, las pequeñas ciudades surgentes en la pampa bonaerense, el lujo fascinante de las residencias porteñas de la avenidas Alvear y Figueroa Alcorta, la asfixiante y sangrienta realidad de la cárcel del fin del mundo.

Todo esto convive en MIL VECES LA VIDA a través del hilo conductor de una vida; la vida de un muchacho que se mueve siguiendo la antorcha de un amor ideal y al ritmo incomparable del 2x4 de nuestro tango, que se le enquistó en el alma.

Fluctúa sobre la música evocada la inolvidable figura del ídolo de este ritmo rioplatense que tanto amó el pueblo y que sedujo a otros mundos allende los mares: Carlos Gardel, Carlitos para sus admiradores del Abasto.

Una historia basada en realidades, en sentimientos profundos, en un empecinamiento heroico del alma, en una resiliencia difícil de admitir pero, sin dudas, posible. Un libro que nos arrebatarán de las manos las academias de Tango que se extienden por Europa, para entender un poco más cómo nació, cuál fue la idiosincrasia del pueblo que alumbró esta música y estas letras, nacidas para ser míticas.”

Beatriz Monferrer

 

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El epígrafe de Hermann Hesse que sirve de pórtico a esta novela define con tres conceptos complementarios el fenómeno de la vida; el último dice: “el esbozo de un sendero”. Y el sorprendente recorrido que hace Ulises López o Ulysse D’Hollbach, el personaje principal, confirma a través del argumento la veracidad de lo expresado allí. Pero María Elena Sofía apela al recurso del “esbozo” desde una posición absolutamente clara. En forma deliberada le alcanza al lector trazos incompletos, para ir armando una historia cuya nitidez golpea a través de elementos que surgen aquí y allá. Los tiempos de la narración se manejan en diversos escenarios. El trasfondo es siempre el mismo: el tango y una obsesión de amor. Tal vez se podría sintetizar el contenido de esta curiosa obra afirmando que es el porqué y el cómo Ulises López se transforma en Ulysse D’Hollbach; sin embargo, caeríamos en la injusticia que conlleva toda síntesis al dejar afuera los detalles, verdaderas piezas ineludibles en el desarrollo de un género como la novela. Además, “Mil veces la vida” no es solo aquella mutación y no es solo el mero seguimiento de las peripecias de un personaje; tiene un universo propio, formado por una enorme cantidad de factores. Su reconstrucción de épocas y de ambientes marcha por el delicado equilibrio del lenguaje. Es difícil transitar la variedad expresiva de ámbitos tan disímiles como una cárcel de Ushuaia, la pampa y la Buenos Aires y la París de los años treinta. María Elena Sofía atraviesa la dificultad mediante una prosa muy cuidada, plena de figuras de pensamiento –raras avis en muchas prosas actuales–, de metáforas delicadas, de imágenes sugerentes. Por otra parte, brilla su labor previa de investigación, que la hace trazar con firmeza los pasajes siempre riesgosos de la pintura histórica.

Debo confesar que en mi comentario pesa la emoción, porque vengo de un hogar tanguero. Desde que nací (mi padre era bandoneonista), esa música rioplatense fue la que rondó mis años. ¿Cómo no sentir profundamente las referencias que María Elena Sofía hace de las letras, de las orquestas y de los cantantes? ¿Cómo no gozar de los fragmentos poéticos de los autores que le dieron su talento al género? ¿Cómo no conmoverme ante la omnipresencia de aquella voz que cautivó nada menos que a Enrico Caruso: Carlos Gardel?


JuanJosé Oppizzi