Mostrando las entradas con la etiqueta Emiliano Raggi. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Emiliano Raggi. Mostrar todas las entradas

sábado, 21 de septiembre de 2019

Juan José Oppizzi: “Sigo luchando a favor del cultivo de la buena prosa”



El autor oriundo de Arrecifes presentó en Rojas su nueva novela “La salida”, editada por Nido de Vacas. Se trata de su décimo octava publicación, en una obra que novelas, cuentos, ensayos, piezas teatrales, poemas y aforismos.

Juan José Oppizzi y Federico Riveiro, editor de Nido de Vacas,
durante la presentación del libro
Ph: Emiliano Raggi

Guiada por el GPS de su auto, una mujer ingresa por casualidad en un camino de tierra. A partir de ese momento se verá en circunstancias que la obligan a tomar decisiones inesperadas y enfrentará numerosos obstáculos para tratar de escapar de esa encrucijada. Este argumento le sirve a Juan José Oppizzi a crear una historia breve y contundente: “La salida”, novela  a través la cual vuelve a mostrar un estilo narrativo sobrio, con una acción lineal y contundente que destaca por una síntesis equilibrada entre lo narrativo y lo dialógico.

Este libro, quinto volumen de Nido de Vacas y segundo de la colección “Cicatrices” de narrativa, fue presentado el viernes 20 de septiembre en el centro cultural Ernesto Sabato de Rojas, ante una buena concurrencia de vecinos. El evento contó con el auspicio de la secretaría de Cultura de la municipalidad de Rojas.

Para Oppizzi se trató de su décimo octava publicación, una obra literaria que reúne novelas, cuentos, ensayos, piezas teatrales, poemas y aforismos, algunas de ellas premiadas por reconocidas por instituciones ligadas al quehacer literario.

En el transcurso de la velada, el autor de la novela dialogó con el editor de Nido de Vacas, Federico Riveiro, en una charla en la cual se refirieron a la flamante obra y otros aspectos de la trayectoria literaria de Oppizzi.

La salida y otras obras de Oppizzi

-¿Qué podés decirnos acerca de tu nueva novela, “La salida”?
-Es una novela breve, sin una ubicación geográfica concreta, es decir que hay en ella descripciones del entorno, pero se podría desarrollar en cualquier sitio de la llanura pampeana. Desde el punto de vista formal, traté de encontrar un equilibrio entre lo narrativo y los diálogos. Ambos son sobrios, con palabras sencillas, buscando la máxima síntesis. Pocos personajes, bien marcados, una acción lineal y, lo más importante, una atmósfera contundente.

-¿Qué elementos podrías vincular de esta novela a las publicadas anteriormente?
-Siempre hay vínculos de estilo, pero esta novela tiene una particularidad: es parte de un experimento. Empecé a escribir dos novelas al mismo tiempo. Ambas son de tipo psicológico, pero en la otra predomina exclusivamente lo narrativo, no hay diálogos. Fue exactamente en octubre de 2017. Los temas son muy distintos, y me dedicaba a escribir un rato cada una. El curso mismo de la escritura me llevó a acabar esta mucho antes. De hecho, a la otra aún le falta el capítulo de cierre.

-Has publicado 18 libros en casi 30 años como escritor: ¿en qué momento sentiste que encontraste un estilo, una voz propia para tus obras?
-El hallazgo de una voz propia fue para mí un proceso paulatino. Sigue siéndolo todavía. Uno cambia con los años y esos cambios se reflejan en los enfoques de la sintaxis, en la construcción de los personajes; hasta en la puntuación. Sin embargo, creo que encontré un tono cuando me animé a publicar mi primera novela, “Caza”, en una edición de cien ejemplares, de los que apenas han de quedar diez bien guardados. Antes de eso escribí muchísimo: novelas, pequeños ensayos, cuentos. Hoy miro esos borradores y me causan gracia. Son una ensalada de búsquedas, influencias e intentos fallidos. Sin embargo, fueron un proceso absolutamente necesario.

Ph: Emiliano Raggi

-Tu obra abarca gran cantidad de los géneros literarios conocidos: ¿con cuál te sentís más a gusto a la hora de escribir? ¿Por qué?
-Considerando la relatividad de los géneros y considerando, también, que son imprescindibles para volcar cualquier contenido literario, diría que me encuentro más cómodo en la novela y en el ensayo. De cualquier manera, todo depende del tema. Hay temas novelísticos, cuentísticos, poéticos, teatrales y ensayísticos. Ponerlos en un género que no siento que les cae sería un error. Siempre me guío por la intuición formal. En cuanto a por qué elijo más esos géneros, podría decir que la novela me permite mayores desarrollos que el cuento o el relato, y que el ensayo llama a una precisión que siempre me seduce.

-¿Qué libro o qué otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?
-Me es difícil elegir unos pocos ejemplos entre tantos libros que me impactaron. En mi adolescencia, sentí un golpe esclarecedor leyendo “El lobo estepario” de Hermann Hesse. En lo ensayístico, “Radiografía de la Pampa” de Martínez Estrada y “Pequeño diccionario de la desobediencia” de Luis Franco, así como las investigaciones históricas de Osvaldo Bayer, podrían ser las muestras. En materia de cuento, “Las puertas del purgatorio” de Conrado Nalé Roxlo. En poemas, Almafuerte y Juan L. Ortiz. Quedan muchos afuera de esta síntesis. El entusiasmo podría hacerme seguir listas interminables.

-¿Sos consumidor de escritores contemporáneos? ¿Qué opinión tenés de la actualidad literaria?
-Leo bastante a los contemporáneos. Y hay un fenómeno que me preocupa de la actualidad literaria y que supe hablarlo con un escritor al que le ocurre lo mismo (Antonio Requeni): los best sellers; una inundación de libros, de ficción y de no ficción, escritos según el dictado de las editoriales que buscan la venta masiva. Eso origina obras que responden a las pautas comerciales, a las modas, a lo que se consume en virtud de la propaganda. Por lo tanto, detecto una falta casi completa de elaboración literaria y una sobreabundancia de recursos efectistas, huecos y efímeros. Un ejemplo patético podría ser la escritora estadounidense Danielle Steel; ni las traducciones más empeñosas logran darle alguna jerarquía literaria; son pueriles en temática y desarrollo. Me eximo, por prudencia, de dar ejemplos negativos en literatos argentinos actuales. Desde luego que no todos los escritores contemporáneos caen (por suerte) en la podadora del marketing. “El sueño de los murciélagos” de Pablo Ramos, por ejemplo, es una novela que me reivindica la literatura actual. Ni hablemos de las excelencias de “Crónica de un iniciado” del recientemente fallecido Abelardo Castillo. Yo sigo luchando a favor del cultivo de la buena prosa, de aquel lenguaje que rompe con las limitaciones impuestas o autoimpuestas para explotar todas las posibilidades expresivas.

-¿Qué es lo mejor y lo peor que te dio la literatura?
-Lo mejor: una apertura mental a la que me obligo constantemente. Lo peor: la frecuente incomprensión de una parte del entorno, la que tiene el prejuicio del “intelectual” como una especie de extraterrestre exquisito y aristocrático.


Cobertura del evento realizada por ClyferTV

-Además de tu carrera como escritor, has desarrollado una carrera como conferencista de música clásica. ¿Encontrás algún vínculo entre la literatura y la música?
-El vínculo entre ambas es mucho más profundo que lo que se podría apreciar a simple vista (u oído). De hecho, la poesía (sea esta en prosa o en verso) es limítrofe con la música. La canción es el ejemplo más popular y más evidente de esa relación. Cuando canturreamos versos de piezas conocidas, automáticamente les damos el canto de la música que los acompaña y viceversa. A propósito, los experimentos para introducir música en la sintaxis literaria se remontan al siglo XIX. Uno de los que hizo algo novedoso fue un poeta alemán: Ludwig Tieck. Él introdujo los tiempos musicales en muchas de sus obras. Tituló “allegro”, “andante”, “presto”, etc a fragmentos poéticos escritos en prosa. El cubano Alejo Carpentier hizo algo así en su novela “El acoso”, que temporalmente dura lo que la ejecución en un concierto de la sinfonía “Heroica” de Beethoven. En lo personal, hice algún experimento al respecto con una novela aún inédita que bauticé “Sinfonía oscura”. Está dividida en cuatro partes, que responderían a los movimientos de una sinfonía clásica, y cada parte está a su vez subdividida en pequeños fragmentos también bautizados según el lenguaje musical. Traté de que no fuera solo la forma de encarar la sintaxis la que se expresara musicalmente, sino también la esencia de cada pasaje de la acción.

-Si tuvieras que elegir uno de tus libros: ¿con cuál te quedás y por qué?
-Elegiría uno que tuvo muy poca fortuna editorial: “La mirada turbia”. Es una novela escrita en plena furia neoliberal de los 90’, que ilustra una refutación de esa horrible filosofía. La publiqué en 2010 y por desgracia cayó en una de las pocas circunstancias en que se defraudaron mis expectativas editoriales. Quedan muy pocos ejemplares en mis manos, aunque todavía rueda por librerías y ventas en internet (sin que yo vea un solo peso, claro).  

Milagros Perticarari, modelo de la portada del libro,
junto al autor y el editor de "La salida"



Sinopsis

“La pantalla baja un párpado negro; una voz castiza le ha ordenado abandonar la ruta pavimentada; ahora enmudece cobardemente, y el camino de tierra se ve infinito. El celular no muestra ninguna barra de señal. Detiene el coche”.

Cuando el GPS de su auto le ordena tomar un camino alternativo, Celina no sospecha ni por asomo en qué situación ha caído. A partir de ese momento se verá en circunstancias que la obligarán a tomar decisiones inesperadas. Irá por rumbos contradictorios, que tal vez la lleven a muchas partes o a ninguna.

Las más diversas facetas de conducta se le implantan en la búsqueda de salvación. El entorno contribuye a crear una vorágine sobre la que se proyectan los interrogantes acerca de las fatalidades, las causalidades y los hechos deliberados.

Con un ritmo narrativo ágil y vertiginoso, Oppizzi construye un pequeño universo kafkiano en el que la búsqueda de una salida parece ajena a la certidumbre de su hallazgo.

El autor

Juan José Oppizzi nació en 1957 en San Isidro y está radicado en Arrecifes. Es conferencista y autor de casi una veintena de libros, entre novelas, relatos, ensayos, poemas, aforismos y piezas teatrales. Ha colaborado en espacios radiales, revistas y publicaciones virtuales de Argentina, Alemania, Francia, Cuba y Venezuela. Algunos de sus trabajos han recibido distinciones, como el 1° premio a la mejor obra narrativa publicada en 2000 por Pobladores del témpano, otorgado por la Sociedad de Escritores de la provincia de Buenos Aires (SEP), y la novela In extremis, finalista para la Faja de Honor de la misma entidad.

Ficha técnica

La salida. Juan José Oppizzi.
Nido de Vacas, 2019. 72 páginas. 21 x 14,8 cm.
Colección: Cicatrices/ 2
Edición: Federico Riveiro. Diseño de tapa: Emiliano Raggi. Fotografías: Luna Castronuovo. Modelo: Milagros Perticarari.


Otras obras de Juan José Oppizzi

Caza (novela) - edición del autor - 1993

Las cuatro paredes (novela) - Editorial Cumacú - 1997
Pobladores del témpano (novela) - Editorial Ayala Palacio - 2000
Hasta que descubro el miedo (poemario) - edición del autor - 2005
Sedimentos (aforismos) - edición del autor - 2009
Tres piezas breves (teatro) - edición del autor - 2010
La mirada turbia (novela) - Ediciones Al margen - 2010
El árbol y el caminante (cuentos) - Editorial Vinciguerra - 2012
Un río de milenios (poemario) - Editorial Vinciguerra - 2013
Aporte referido a la creencia (ensayo) - Editorial Vinciguerra - 2014
El próximo (novela) - Editorial Birkat-Elohim - 2014
La curva de la luz (novela) - Editorial Vinciguerra - 2016
La otra cara (selección de cuentos) - Editorial Vinciguerra - 2016
Los ecos del abismo (novela) - Alción Editora - 2017
In extremis (novela) - Clara Beter Ediciones - 2017
Lugares, hombres y personajes (ensayos) - Clara Beter Ediciones - 2018
Reverso (cuentos) - Clara Beter Ediciones - 2018




sábado, 6 de abril de 2019

Amir Abdala: “La literatura es tan necesaria como el llanto”



El escritor rojense presenta su novela “El vértigo de la felicidad”, editada por Nido de Vacas. En su primera incursión en el género narra una historia intensa y veloz sobre la decadencia humana de la sociedad moderna en un ambiente urbano. “Yo no agarro la literatura para matar el aburrimiento, sino que la agarro para absorberla y deformarla, siempre desde mi escritura”, reflexiona el autor.

Ph: Adrián Minadeo/ El Nuevo Diario Rojense


Luego de publicar dos libros de poesía, el escritor Amir Abdala (Rojas, 1990) amplía sus registros de escritura y presenta su primera novela, El vértigo de la felicidad, que editó Nido de Vacas para su colección de narrativa “Cicatrices”.

En su opera prima el autor propone una mirada cruda de una sociedad caníbal y sumida en la desesperanza, desarrollada con un arte refinado, sucio, reflexivo y grotesco que pone en palabras de un protagonista abandonado a la miseria. Lo hace con un estilo descarnado, con una prosa intensa que —como él mismo explica— se corre de lo convencional de las estructuras narrativas actuales.

“Desde cualquier punto de vista esta obra debe saberse como castigo y como redención. Nadie está exento de ninguna jugarreta del Destino: hoy comés caviar, mañana no tenés qué comer. Al final, la sociedad te juzga porque está aburrida de sí misma”, observa Abdala al resumir el proceso de escritura de su novela. “Las experiencias de la existencia nos pertenecen. Yo trato de hacerlo literatura. Con seguridad te puedo decir que me perdí mientras me iba encontrando, y viceversa”, agrega.

El protagonista de esta historia es un hombre que ha decidido abandonar todo luego del suicidio de su novia, y desde su nueva vida vagabunda descubre ese vértigo que lo estaba esperando y le da sentido a su propio destino. Acosado por los recuerdos, va plasmando en su diario íntimo sus observaciones sobre un mundo sórdido e inestable que “flota, florece y se marchita lentamente” a su alrededor, mientras intenta reflexionar por qué la muerte de Isabel no fue un acto reflejo provocado por su depresión sino una resurrección de sus propias valoraciones.

—¿Qué idea de novela acompaña tu escritura?
—Una idea más bien desproporcionada. Trato de correrme de los convencionalismos y las estructuras. La mayoría de los autores que leo son linealmente correctos en su narrativa. Eso, en mi caso particular, me agota. Igual soy consciente que los escritores que leo están establecidos desde otro lugar; es decir, yo no agarro la literatura para matar el aburrimiento, sino que la agarro para absorberla y deformarla, siempre desde mi escritura.

—¿Cuánto de autorreferencial podemos encontrar en esta obra? ¿Por qué elegiste esta forma de narrar?
—Creo que nada de lo que vengo trabajando se corre de mí como punto de referencia. El hecho en sí no es nada si no se lleva a cabo. Uno transita diferentes vivencias, y con éstas arrastra diferentes lenguajes. Cada lector se identifica con un personaje (en raros casos, con varios). Eso te lleva a correrte de tu lugar como escritor y reconocerte como lector. Todos podemos transitar la pobreza, la miseria, el desgano, el dolor, el amor… La referencia siempre va ser uno como individuo. Considero que al reflejarnos en la tristeza del otro, estamos desprendiendo parte de nuestra tristeza. Irremediablemente somos la referencia.

—¿Qué enlace encontrás entre el abandono y la literatura?
—Es una muy buena pregunta… Encuentro un enlace que une, pero a la vez destruye. A la literatura la veo como un sinónimo claro de abandono. Para ser más preciso: cuando uno deja de leerse, pensarse, escucharse, mirarse, verse, se atribuye (aunque no se percate) grandes dosis de abandono y dejadez. La literatura es tan necesaria como el llanto. Llega un momento que si no estás dispuesto a llorar la angustia te carcome las fuerzas, y lo peor de todo es que influye en vos como persona social. ¿No te parece un desperdicio para el intelecto humano sedarse a base de consumo barato sin percatarse que a veces el otro puede necesitar un abrazo o un oído que lo escuche? El abandono te despoja de lo que sos; la literatura te centra en lo que sos.

—El protagonista refleja una mirada sórdida del mundo, muestra un costado hipócrita. ¿Qué escena considerás que resume mejor esa visión?
—Pensé mucho en esa escena. Te resumo en pocas palabras la pregunta: cuando el personaje enfatiza, reflexiona y analiza a las hienas y a las carroñas. Así creo que se vive (¿vive?) hoy.

—¿Qué podés decir sobre Isabel, esa protagonista ausente que, sin embargo, atraviesa la obra con una presencia muy fuerte?
—La fuerza de Isabel está arraigada a ese tipo de personalidades que parecen o quieren parecer desapercibidas. Existen personas que se aferran a un compromiso que pretende ser vacío, pero el ego es tan grande que abarca mucho más allá de la percepción que se puede llegar a tener. A veces conocemos a seres por una noche o dos y no los olvidamos nunca más. Toda persona es importante si se le da importancia, y veo en Isabel esa transgresión entre perturbadora y angelical. Una mujer que remite un tiempo incontrolable, pero desesperante.

—¿Qué valor le otorgás a la música para la construcción de esta narración?
—Una amiga me repetía que las personas que pasan cuando uno ama, generalmente, nos dejan música. Y traté de seguir ahí, en ese espacio musical, donde la narración debía tener un peso obligado. Los personajes de esta historia son una especie de selectivos melómanos, pero no se hacen cargo de lo que produce la música que escuchan… son tan egoístas que hasta buscan detestarse en algo que debe producir felicidad o satisfacción, como la música que comparten y menosprecian.

—¿Qué marcas o registros de otros autores reconocés en tu escritura?
—Muchas. Trato de unificar cierta voracidad literaria acorde a la lectura que me van dando los autores, las personas con las que convivo y con las que me rodeo o voy cruzando por casualidad. Leo mucho y me arraigo demasiado a la obra de los autores y no tanto a la vida personal de los autores, porque ellos también son miserables. Te doy un ejemplo: leo Borges y me enfoco en toda su obra; leo Miller y me enfoco en toda su obra; leo Kundera y me enfoco en toda su obra; leo… ¿Me explico? Sí noto de los autores consagrados que hay que leer en serio para escribir en serio. Además de que siempre se lee más de lo que se escribe.

—¿Qué encontraste y qué perdiste a lo largo del proceso de escritura de esta obra?
—Fue en simultáneo, pero desde otra óptica. Mi trabajo es vivir lo que leo de otros autores, lo que escribo y lo que leo de lo que escribo. No podría quedarme quieto. Las experiencias de la existencia nos pertenecen. Yo trato de hacerlo literatura. Con seguridad te puedo decir que me perdí mientras me iba encontrando, y viceversa. Desde cualquier punto de vista esta obra debe saberse como castigo y como redención. Nadie está exento de ninguna jugarreta del Destino: hoy comés caviar, mañana no tenés qué comer. Al final, la sociedad te juzga porque está aburrida de sí misma. El cuerpo humano pertenece a la fosa o el crematorio; ni más, ni menos.


El autor

Amir Abdala nació en Rojas, provincia de Buenos Aires, en 1990. Escritor autodidacta, es autor de los poemarios Hay un poema dormido, hay un poeta despierto (Imaginante, 2015) y Lo único que pasa es lo que no se recupera (Imaginante, 2016). Algunas de sus obras inéditas fueron premiadas en certámenes literarios nacionales e internacionales. El vértigo de la felicidad (Nido de Vacas Ediciones, 2018), es su primera novela.

Ficha técnica

El vértigo de la felicidad. Amir Abdala.
Nido de Vacas, 2018. 108 páginas. 21 x 14,8 cm.
Colección: Cicatrices/ 1
Edición: Federico Riveiro, Fernando De Luchi. Arte de tapa: Emiliano Raggi. Fotografía: Julieta Gualtieri.

Sinopsis

Luego del suicidio de Isabel, su novia, un hombre abandona todo y emigra hacia una vida vagabunda, que marcará el inicio de su propia existencia. Acosado por los recuerdos, explora este mundo sórdido e inestable, mientras su pasado y su presente se van superponiendo. De esta manera, convierte la miseria que eligió en un arte refinado, reflexivo, sucio y grotesco.
En su cuaderno íntimo —que recorre de forma caótica y profunda, al igual que lo hace por las calles que transita cada día— va plasmando sus observaciones y sentimientos sobre una ciudad indiferente, que “flota, florece y se marchita lentamente”.
El protagonista aprenderá que el Destino es un vértigo que lo espera. La felicidad desborda ese vértigo y lo deja sin escapatoria. El tiempo, inclemente como se presenta, le resulta rutinario. Aun atorado por su propia desidia, concluye que “la vida es impiadosa, por eso su magia”.
Con un estilo descarnado, Amir Abdala construye una historia que perfora las sutiles negligencias en la que estamos enclaustrados. Un enfoque diferente que hace pensar que cualquier persona puede terminar habitando los suburbios, como el agua estancada que brota de las cloacas y se acomoda en los cordones de la vereda.


Fragmento de la obra


“La calle es la única alternativa... ¿Qué patético depredador de sueños se atreverá a despertarme de mi nido de colibríes? Fantaseé: la arrebatada esperanza de morir atado a tus pies, Isabel, tuvo carcelarios exámenes de soledad y flagelaciones. Si todavía sigo sangrando es porque me desvive el destino de mi moraleja. Consciente de mis atribuciones inhumanas sé que merezco una condena, y son tus ojos alumbrándome como la luna a los lobos; consciente de tu desplante corporal sé que merecés una condena, y son mis ojos maullándote como los lobos a la luna. Te describo con dulzura (pero no olvides que no soy el poeta de nadie, sino que soy el poeta de todos, por eso aún seguís en mi voz): fuiste la cenicienta apática de una juventud destruida por el molde cobarde e incomprensible de saberse acá: mitad humano, mitad animal. Isabel, me enseñaste que la violencia es una forma necesaria para deshacerse de sí mismo; me enseñaste que se supone estar vivo por tener vida, tanto que se evalúa la fuerza por hacerla... Al final, para dar un nuevo comienzo a mis andanzas, despojado de materialismo, me digo que por cobardía, la calle es la única alternativa que no se busca”.

Ph: Julieta Gualtieri




jueves, 27 de septiembre de 2018

Se presentó el libro “Literales ausencias”, antología poética de Juan Carlos Llauradó



El trabajo, editado por Nido de Vacas y FilosoQué, reúne piezas del escritor, docente y filósofo fallecido en 2017. Además fue habilitada la muestra “Fragmentos y narraciones”, compuesta de obras plásticas y poemas sonorizados por artistas rojenses. Esta actividad se replicará en Salto y Pergamino, el mes próximo.


Yésica Borrego, Federico Riveiro, Ezequiel Evangelista y Luciano Zpata


A sala llena, el pasado domingo 23 fue presentado oficialmente el libro “Literales ausencias”, la antología poética de Juan Carlos Llauradó que publicaron este año la editorial rojense Nido de Vacas en conjunto con Filoso-Qué, el ciclo de charlas de divulgación filosófica que el escritor y docente, fallecido en 2017, fundó junto al profesor Ezequiel Evangelista, impulsor de esta iniciativa.

La velada fue encabezada por el propio Evangelista, a quien acompañaron Federico Riveiro, en nombre de la editorial, y los estudiantes de la carrera de filosofía del ISFDyT N° 126 de Salto, Yésica Borrego y Luciano Zapata, quienes compartieron reflexiones filosóficas en torno a poemas que integran el libro.

En este marco, fue inaugurada también la serie “Fragmentos y narraciones”, compuesta por una versión sonora de algunos poemas de este volumen, y una muestra plástica de la cual participaron doce artistas rojenses, y cuya exposición permanecerá abierta al público hasta el próximo domingo 30.

Esta actividad contó con el auspicio de la dirección de Cultura de la Municipalidad de Rojas.

Gran marco de público para acompañar la presentación del
libro "Literales ausencias y la muestra "Fragmentos y narraciones"

El libro "Literales ausencias" reúne parte de la obra póstuma de Llauradó


Nido de Vacas: presentación y proyectos

Tras la presentación y el agradecimiento a todos los participantes de la muestra, Federico Riveiro, responsable de Nido de Vacas, tuvo a su cargo la apertura formal del encuentro. En su alocución, sintetizó el recorrido que llevó a la editorial a publicar su primer libro, y valoró el trabajo en conjunto de sus compañeros y de todos quienes se sumaron a esta movida cultural. “Todo esto hace posible creer que este proyecto es de muchos, y que se puede seguir apostando y poner nuestro granito de arena por la cultura, desde este ‘pago chico’ que siempre se ha caracterizado por ser una fuente inagotable de manifestaciones artísticas”, sostuvo.

Federico Riveiro, editor de Nido de Vacas

En tanto, se refirió a la difícil actualidad que atraviesa el sector editorial, ante lo cual, aseguró, la propuesta inmediata consiste en “resistir” a esta coyuntura: “Editar libros en momentos de crisis como estos para nosotros es un acto de resistencia. No podemos (ni queremos) permitirnos claudicar ante los embates de los ajustes porque el arte es una instancia superadora de la realidad y desde nuestra trinchera debemos saber cómo darle batalla”.

En este sentido, argumentó que “pese a todo”, se propusieron culminar este año con al menos cuatro títulos, y adelantó que, además de Literales ausencias, el sello local cerrará el año con la publicación de “El vértigo de la felicidad”, la novela de Amir Abdala (de próxima aparición), del poemario “Donde el sol confluye con la mierda”, del escritor Paul Bravo, y el primer libro del filósofo Diego Singer, “Políticas del discurso. Intervenciones filosóficas en la escuela”, segundo volumen de la colección Filoso-Qué, una apuesta que seguramente abrirá nuevas puertas a este emprendimiento local.


Defectos y virtudes en “Literales ausencias”

A su turno, Ezequiel Evangelista, impulsor de esta idea y amigo personal de Llauradó, compartió recuerdos personales sobre el docente y ensayó algunas reflexiones en torno a las virtudes y defectos que, a su entender, tuvo este libro.

Ezequiel Evangelista, compilador de la obra y fundador junto a Llauradó
del ciclo de divulgación Filoso-Qué, junto a Luciano Zapata

Pese a que la selección de poemas y los textos que acompañan la edición tratan de caracterizar las facetas pública y privada del personaje, hubo un punto ciego “algo por momentos gritado y sollozado en los poemas, que quizás nos causó demasiado estupor como para nombrarlo categóricamente”. Puntualmente, se refirió a la pérdida de dos hijos, situaciones que, sin duda fueron un puntapié para sus martirios. En este sentido, lamentó “no haber sabido poner nombre a hechos significativos para la poesía trágica de Juan, que habitaban sus cavilaciones más hondas”.

Como contrapartida, Evangelista juzgó como un hallazgo que el primer libro de una colección de filosofía de nuestro tiempo sea una antología poética. “Lo siento una actitud inconformista, rebelde, frente a una época en que, tristemente, la filosofía pretende ser acartonada como un dispositivo sobreintelectualizado, desintoxicado de toda praxis y de toda situación vital”, describió. 

“Esta es una gran virtud de nuestro primer libro y debe ser el suelo de nuestras expectativas y el desafío del trabajo por hacer”, cerró.
Finalmente, reflexionó acerca del valor del libro y el legado dejado por el autor. “Este libro es un montón de papel pintado, es un fetiche, que no tiene ningún poder mágico. Tiene solamente un poder que le da la sociedad, un poder que le damos nosotros. Si compramos el libro y lo usamos para levantar el televisor y decorar el living o las redes sociales, entonces el encanto se pierde. Inversamente, si asumimos el compromiso de leerlo y somos generosos como para disfrutarlo, entonces, y sólo entonces, le estamos haciendo el mejor de los homenajes a Juan Carlos. Creo que esta noche de encuentro es testimonio suficiente de que estamos empezando a entender algunas de las cosas que dijo el Viejo”.

El equipo de trabajo de Nido de Vacas Ediciones: Federico Riveiro,
Fernando De Luchi, Ezequiel Evangelista y Emiliano Raggi


Otras intervenciones

Como parte del programa de intervenciones, los estudiantes de 4° año del profesorado de filosofía del ISFDyT N° 126 de Salto, Yésica Borrego y Luciano Zapata, compartieron reflexiones filosóficas alrededor de “Desapercibidos” y “Dos monedas”, dos de los poemas que integran la antología.

Uno de los momentos más emotivo de la noche, sin dudas, sucedió con la lectura de una carta enviada por Agustín Llauradó, hijo de Juan Carlos, que aceptó la invitación de los organizadores a formar parte, desde la distancia, de esta actividad. Con palabras sentidas, evocó recuerdos poco conocidos por muchos, entre los cuales relató los últimos días de la vida de su padre, y otras sensaciones profundas que, de alguna manera, pusieron luz a ciertas conductas y procederes de Llauradó.

Como corolario, quedó habilitada la muestra plástica “Fragmentos y narraciones”, que estuvo dedicada a la memoria de Beatriz Teres, docente y artista plástica que supo apoyar con su participación los encuentros y actividades de FilosoQué.


Inauguración de la muestra "Fragmentos y narraciones"
en el Centro Cultural Ernesto Sabato, de la ciudad de Rojas

La exposición, que fue curada por Lucía Bicocca y permanecerá abierta hasta el 30 de este mes, está compuesta por las siguientes obras: “Abrazando una almohada” y “Desapercibidos”, de Milagros Cataldo; “Alquimia”, de Sofía Andreozzi; “Inexistencias” y “Cenizas y humo”, de Nayré García; “Enunciaciones”, de Camila Onzari; “Intensidades”, de Joaquín Castro; “Pórticos”, de Martín Vincze; “Réplicas”, de Julián García; “Dosmonedas”, de Santiago Boscacci; “Cántaros”, de Emanuel Evangelista; “Literales ausencias”, de Carola Banegas; “Ucronía”, de Belena Kranzelic; “Deus”, de Federico Calabia.

La serie se completa con la lectura de poemas del libro, de la cual participaron Agustín Pérez, Alejandro Zlatar, Anita Terzaghi, Araceli Rodríguez, Carla Berruti, Eduardo Alberti, Gustavo Heredia, Horacio Contreras, Juan Carlos Castro, Leticia Taborda, Luciano Pérez, Ludmila Padilla, Marcela Taparauskis, María Marta Minadeo, Milagros Iraeta y Silvia Silveira.

La grabación estuvo a cargo de Eduardo Alberti y de José Luis Terzaghi, quien también llevó a cabo la edición de audio junto a Gabriel Campana.

Julián García junto a su obra "Réplicas"

Ezequiel Evangelista y Camila Onzari, autora de "Enunciaciones"


Nayré García, autora de las obras fotográficas "Cenizas y humo" e "Inexistencias"


Santiago Boscacci y su obra "Dos monedas"
Ezequiel Evangelista y su hermano Emanuel, autor de la obra "Cántaros"


Nuevas presentaciones

Tanto el libro “Literales ausencias” como la muestra “Fragmentos y narraciones” serán presentados en ciudades la zona. De este modo, la próxima actividad se llevará a cabo el próximo viernes 5 de octubre, a la hora 20, en el ISFTyD N° 126 de la ciudad de Salto, en tanto que el viernes 12, desde las 18, se hará lo propio en la Biblioteca Dr. Joaquín Menéndez de la ciudad de Pergamino, en el marco de la Feria del Libro.


Fotografías: Mercedes Carrizo