miércoles, 21 de septiembre de 2016

Lolei en Amazon.com (Promo limitada)



Hasta el próximo domingo 25 de septiembre, el ebook de Lolei. Memorias de lo inconfesable podrá conseguirse a un precio promocional en el sitio de Amazon.com, gracias a los beneficios del programa Kindle Countdown Deals.
El libro costará sólo u$s 2,99 (un 63% menos que su precio habitual de venta en la tienda virtual), una oportunidad para no dejar pasar y leer esta historia desde tu tablet, teléfono móvil o computadora. 
Mientras tanto, se recuerda que también en la tienda de Amazon, ya está a la venta mi nueva novela Penales para el primer amor, tal como adelantara en entradas anteriores. Una promoción similar para esta obra estará disponible a partir del 9 de octubre. 
Puedes ver un adelanto gratuito del primer capítulo en http://dstats.net/fwd/igqj0






lunes, 19 de septiembre de 2016

Libros amigables (4)

La mosca es un incesto

(José María Firpo Alvarez)


Hace unos días, clasificando libros, encontré un ejemplar de "La mosca es un incesto", del maestro uruguayo José María Firpo. Conocía sobre su existencia; alguna vez había leído reseñas y notas sobre su contendido y su autor, pero no había tenido la oportunidad de recorrer el texto completo. Aparté el ejemplar destinado a la venta, lo compré, me perdí una siesta para leerlo. En realidad, no resultó ser una pérdida de tiempo, más bien un par de horas dedicados a disfrutar un grato hallazgo, que ahora me atrevo a recomendar en este espacio.
¿Qué podemos encontrar en esta lectura breve? Sencillamente, un compilado de pequeñas obras maestras de la comicidad, dignas de piezas de stand up, hecha con el humor más genuino, en estado puro: el de los niños.

Firpo, gran observador, compiló pacientemente durante décadas dichos y escritos de sus alumnos y sus padres. El resultado fue un racconto desopilante e impremeditamente genial de esas frases que solamente la gracia inocente y la perspicacia ingenua de un niño puede generar. Hoy podemos encontrarlos en tres libros que ya son clásicos, "La mosca es un incesto", "Los indios eran muy penetrantes" y "¡Qué porquería es el glóbulo!". (Descargar completo)

En estos volúmenes, José María Firpo Alvarez recopila cientos -tal vez miles- de esos ejemplos de humor surrealista -tanto más graciosos cuando menos intencionales- de infinidad de niños uruguayos que pasaron por una modesta escuelita del barrio montevideano de Piñera, obtenidas a través de dictados, o composiciones y demás, tan llenas de gracia y de vuelo que, ciertamente, merecían estar en un libro.

Si a usted le gustan los pibes -su imaginación, su gracia natural, su espontaneidad-, no podrá dejar de disfrutar de esta selección. 

Una aclaración (*), tal vez innecesaria, pero inevitable para quienes no conocen las obras que mencionamos ni el espíritu que las anima: José María Firpo Alvarez recopiló estas graciosísimas barrabasadas de sus alumnos -pertenecientes a las zonas más humildes de Montevideo, por lo cual están plagadas de modismos charrúas- con infinito cariño, respeto y ternura por sus alumnos, y en modo alguno con malicia o ironía.

Siga adelante, lea y disfrute...


EXPLICACION NECESARIA
"La idea de recoger lo que usted va a leer, fue sugerida, allá por 1945 o 1946, quizá por Adolfo, un chico a quien todos decían 'El Jefe'; o por un colega, quien, leyendo la nómina que circuló por las aulas un día, en la que figuraban los muchachos que no habían tenido inasistencias en el mes anterior, anotó debajo: 'Debían ponerlos a todos en penitencia'; o por Sergio C., quien increíblemente hacía buena caligrafía en sus trabajos, no cuando escribía sobre su mesa, sino cuando los apoyaba en la pared, y escribía parado; o por Emilio R., que en las horas de recreo se detenía a mirar una jaula grande, vacía, que ignoro por qué, estaba hacía tiempo en el patio, y cierto día me dijo: '-¡Cómo me gustaría estar ahí adentro, maestro...!'
"Leerá usted, aquí, lo que se oye, se escribe, se ve, y, en una palabra, se vive en la escuela. A este recopilador se le dio por el humor, y éste es el resultado. La selección es variadísima, como puede verse; pero es sólo una parte de lo que posee. Este material ha circulado durante años en nuestro medio, y yo he llegado a verlo en hojas mimeografiadas, que me han alcanzado con la advertencia: '¡Mirá, vos que sos maestro! Leé esto, a ver si te gusta...'
"Y el que reunió este material, ¿quién es? Pues un maestro que ama muchas cosas: la escuela; los niños; el pueblo en que nació y vivió, Piñera; un buen mate; sus amigos... Un maestro que ama su profesión; que conoció mucha gente y muchos lugares; y que todavía cree que en cualquier instante pasarán corriendo delante de él, vestidos de blanco, con moño azul, y jugando a cualquier juego, Atilio, José Luis, Amparo, Rallis, Luisita, 'Jota-jota', Daniel, Mirta, Queta, Rodolfo, Wilson, Silvia, Emilio, Alicia, Adolfo, Neo, Olivo, Leodilia, Salomón, Vladimir, Armando, Mónica, Alejandro... Un maestro, en fin, que posee un fichero con los nombres de los cerca de cuatro mil alumnos que tuvo, y las fotografías de todas las clases con las que trabajó en sus treinta años de actividad escolar..." 
(Del prólogo de "la mosca...)

Mi madre
-Si algún dia se me muere no quisiera tener a ninguna, nada más que a mi madre, y no como algunas madres que dejan a sus hijos y al marido y se van con otro hombre.

-Cuando yo quiero un vintén o un medio, ella me lo dá; cuando yo quiero ir al cine, para que mi mamá no tenga que dar plata para la entrada, yo junto huesos, fierros y vidrios, los vendo y consigo plata. Todos los dias cuando ella va a lavar ropa, yo saco mi carrito, voy a buscar agua sin que ella me diga nada, y la llamo para que ella entre el balde de 20 litros, y yo entro el de 15.

-Es muy buena. Cuando uno le habla se pone muy mala, porque no le gusta que le hablen cuando le duele la cabeza. Cuando va a salir se viste con la mejor ropa que tiene. Camina muy despacio y cuando va apurada, sale corriendo a gran velocidad para no llegar tarde. Cuando pega duele, porque pega con un rebenque.

-Siempre que mi hermano trae libros de la escuela nocturna, ella los lee. Camina muy despacio porque es muy gorda.

-Es gorda y linda. Se pinta los labios. Es baja. Duerme en mi pieza.

-Mi madre no entra a los cafés como otras personas femeninas.

-Yo voy a hacer esfuerzos para portarme bien y no hacerla rezongar porque sé que las madres sufren mucho.

-Mi madre es muy buena porque siempre me deja ir a todos lados que yo le pido; pero también una cosa: si yo me porto mal, ahí sí que no me deja ir a ningún lado. Mi mamá yo sé que es buena conmigo; yo al menos razono, y sé que algunos dias me porto mal; pero lo que más rabia me dá es cuando ella grita por mi, cómo me porto, pero yo, como me porto mal, ella me tiene que renegar. Pero aunque ella me reniegue, igual yo sé que ella es buena. ¡Que grandioso!

-Mi madre conmigo es muy buena. Y cuando me porto mal en la escuela, me pega una paliza y me pone en penitencia sin salir a la calle y sin jugar a la pelota. Yo hago empeño para portarme bien, para que mi mamá no me pegue. Ella me lava la ropa y me plancha y me la cose todos los dias. Ella para mi es un tesoro y es muy útil. Yo siempre la quise y la querre como si fuera un tesoro. Yo si agarro plata le doy la mitad a ella. Y cuando cobro le doy los 25 pesos que gané para ella, para que se compre ropa.

Las moscas
-Es el primer bicho que le tengo rabia porque es asqueroso. A mi no me gusta ser mosca porque me perseguirían. En mi casa, cuando me levanto de mañana, hay como cincuenta moscas por todos lados.

-Yo conozco un botija de 3º que las agarra a mordiscones en el aire.

-La mosca camina por arriba de los muertos del cementerio; es asquerosa, sucia y es una porquería y anda en los basureros y en los cuartos de baño.

-A veces andan solas y a veces andan en barras. No son amigas de ningun otro animal. Algunos niños de esta clase se entretienen cazando moscas y mirando la luna. Es un molusco que siempre anda por el cielorraso.

-Dicen los sabios que la mosca es el bicho mas sucio.

-Cuando hace frío andan como idiotas o abombadas, y no van para ningún lado. A veces se suben a los cables de la luz y lo van dejando todo negro. Después andan por la olla de la leche, y despues uno la tiene que tirar, porque si la toma, quién sabe qué enfermedad bárbara se agarra.

-Las moscas recorren tranquilamente todo el Uruguay.

-Antes que uno pruebe el postre, ellas meten microbios y nosotros los mandamos para los pulmones después, y por eso quedamos tuberculosos.

-Tienen patas chiquitas, son flaquitas, vuelan mucho y es muy difícil atraparlas. Corren lo mismo que nosotros. Las moscas pasan por al lado de la cara haciendo un ruido bárbaro; se pelean muchas veces, pero no se caen. Son blanditas y se pueden cortar en muchos pedazos.

-La mosca es un incesto.

-Es un animal dañino y repugnante. Prueba todos los platos que se sirven. Cuando nos pica nos queda colorado, y chupa toda la sangre que le viene al alcance. Tiene dos alas finas igual que el mosquito. Atrás tiene como una bolsa llena de sangre negra. Vuela con rapidez y ágilmente, y pica y dispara con certeza. Cuando uno va a tomar el mate y pone el dulce en el pan o la manteca, la mosca acude inmediatamente. Y se posa con agilidad en el pan y se come todo lo que encuentra. Se posa en la pared como una raya parada.

-La mosca cada vez que pone huevos pone 150. El que mata una mosca, mata 150 moscas.

-Es un animalito muy sucio que causa muchas enfermedades, porque se para sobre todos los gargajos que puede.


La caza del leopardo 
(Resumen sobre una lectura)
-El lepardo es un bicho muy valiente, capaz de voltear elefantes, y también hay una cosa que es una cosa que el elefante es muy compañero del leopardo y tambien había un elefante que tenía una cosa que era una cosa que era muy brava de todas las cosas y también juegan contra los mas fuerzudos y puede dar un tropetazo y también más tarde de eso era una cosa más grande de todas las cosas y también hay muchas cosas más bravas y también había un leopardo que quería matar a un buen compañero de él que era un cerdo y le larga con una cosa y le tira y le erra y entonces él da un gran salto y ya está arriba del cerdo y entonces hay una gran pelea con el elefante porque el cerdo mata un elefante creyendo que era un leopardo y con la ayuda de la familia de él y el cerdo sale enojado pero lo mata con un gran fusilazo de un gran tiro de todo eso.

-Leopardo fuerte y vivaz que sólo sirves para matar y dañar, para la vista y para dar tu piel; eres malo, muy malo, pero me apena verte así. Un leopardo es una fiesta por sus colores y sus ojos relampagueantes y negros. A veces te dá por atacar a un bisonte o un hipopótamo, pero no te atreves a pelear con un león. El te ganará, con seguridad, y te vencerá en pocas horas. Porque eres fuerte y él también. El relato nos dice que se mataron, pero no fue un león, sino una señora.

-Si un leopardo llega a agarrar a una persona, primero la hace fallecer para poder comerla. Y si después le dan un cerdo, es como un postre.

-En el primer mensaje el leopardo había matado dos bueyes; en el segundo mensaje, el leopardo había matado un búfalo; el asunto se iba poniendo feo.

Frases sueltas con palabras indicadas
-A veces me parece que estoy loco porque me pasan cosas raras.

-Yo conozco una muchacha muy churra que es chorra.

-Conozco un hombre que trabaja de desocupado.

-Gómez es el apellido de un niño de 4° año que se llama Gómez.

-No se debe decir prestame sino emprestame.

-¿Así que te las tirás de vivo, idiota?

-A veces yo tengo el ombligo limpio.

-La boca es la parte del cuerpo que mastica más.

-Civilizado quiere decir que es como los niños de esta escuela.

-Yo no fui al casamiento de mis padres porque no había nacido.

-Todos los niños de esta escuela tienen ombligo, y el señor maestro también,

-Si no se come, la barriga no se enyena

-¡Qué bruta inyección le dieron a ese hombre!

-¡Pero qué mujer omnívora!

-En la habitación de mi tía siempre entran dos o tres señores que  son los novios de ella.

-Mientras no llueva hay esperanzas de que no llueva.

-Yo conozco un señor que está esperando que le salga la jubilación para salir a juntar papeles para vender.

-Un niño tenía hambre y se comió un pancito para llenar su pancita.

-Mi tío come que parece que se le va a acabar el mundo.


Explico a la Directora por qué 
me peleé a la hora del recreo
-Señorita; me pelié a la hora del recreo porque un niño decía que yo tenía que estar en la banda de él, y entre todos me pegaron y yo me tuve que defender; si no me defiendo capaz que me revientan la cabeza; como mi padre me dice que no me deje pegar con naides, yo me defendí. Entonces me dijeron te espero a la salida y yo le dije ¿a vos nunca te rompieron la cabeza a pinias? y entonces me dijo guacho cayate la boca y yo le dije a mi madre no me la toques tamo porque si bos no querés que te rrelajen a tu madre, no me rrelajes la mía. No me la nombres porque la mía es muy sagrada. Y el niño me dijo si querés pinias peliá y yo me pelié y fue cuando usté señorita directora me llamó y me dijo párese aí.


El Sol y la Luna
-Yo digo que si quisiéramos ir al sol tendrían que ir algunos sabios con chiquilines de 10 a 12 años, como nosotros. Entonces los sabios les van enseñando dónde tienen que ponerse cuando lleguen al sol, cómo tienen que hacer la casa, y el idioma que tienen que hablar allá, y eso; entonces cuando lleguen, los niños ya son hombres sabios, de tanto oír a los otros, y los sabios ya se murieron, y entonces cuando llegan, los entierran en el sol.

Cómo es el Director
-Es medio petison y tiene los ojos como un gato.

-Es rubio y es lindo pero tiene pocos bigotes. Nunca dice palabritas un poco malas a los niños.

-Un dia él vino a la clase a hacer las pruebas y un niño sacó todo mal y despues él le dijo que era un niño parejo.

-Tiene un fisiquito chiquito y es medio perfecto, su reloj es de calidad, y él siempre está en el escritorio con sus ojos azules; tiene poca barba y es el maestro de los maestros.

-Para mi que él no es un atorrante. Tiene aspecto noble y es gordito.

-Los ojitos del señor director son azules como el cielo y me parece que es extranjero y yo soy mas grande que él.

-Es bueno y miren ustedes que al mes y medio ya hicimos un paseo. Al lado del escritorio tiene una pieza llena de porquerias.

-Tiene dos ojos, dos manos, dos orejas y dos pieses. El tiene que estudiar mucho y por eso tiene un escritorio para el solo.

-Tiene bigotes, pero poco. Tiene la cara colorada pero a lo mejor es porque es tímido.


Animales vertebrados e invertebrados
-Los animales se llaman quebrados si tienen güesos como ser el caballo, la vaca y el perro. Los caballos cuando son chicos maman como cuando nosotros éramos chicos. Yo no me acuerdo cuando era chico y mamaba, yo sé por mi hermanito. Las aves no sacan crías como los gatos y las mujeres pero en cambio pueden tener muchos hijos si tienen muchos huevos en el nido. El lugar que las aves tienen hijos se llama nido, y donde tienen hijos las mujeres se llama cama, los perros en la cucha, y las vacas en el galpón. Los animales que se llaman interquebrados no tienen güesos, por ejemplo el caracol y los gusanos.



(*) A partir de este párrafo, el artículo fue escrito por el compañero HM, para El Nuevo Diario Rojense)

martes, 13 de septiembre de 2016

Penales para el primer amor (con el primer capítulo gratis)



Este blog se acerca a cumplir su primer año de vida y nos agrada seguir sumando material para compartir con nuestros seguidores. Aquello que comenzó como una plataforma para contar la historia de Lolei, que ya lleva 42 capítulos publicados en este espacio, ha servido también para difundir otros trabajos e inquietudes. Sabemos que a veces el tiempo (la falta de tiempo) nos impide subir todo lo que deseamos, pero tenemos la certeza de que, a este ritmo, podremos ir supliendo esa falencia. Hoy vemos que este sitio va sumando lectores, y eso nos obliga a no bajar los brazos. Es muy agradable percibir que el esfuerzo, poco a poco, va dando buenos frutos.

Aquella historia de Lolei y sus memorias inconfesables se ha transformado en un libro, que ha logrado vender casi toda su tirada, y que hoy se encuentra disponible en Amazon.com, para descargar desde cualquier parte del mundo y leer con varios dispositivos. En los próximos días (del 19 al 26 de septiembre) estará vigente una promoción, por tiempo limitado, a precio muy accesible. Una oportunidad para no desaprovechar.
También disponemos de una versión PDF de la novela completa, con imágenes y más páginas, que podrá solicitarse en breve a través del correo electrónico.

****

Pero si a novedades debemos referirnos, lo que sigue ahora es la presentación de mi nueva novela: Penales para el primer amor. En esta historia, que tiene una secuela en plena ejecución (demasiado pronto para adelantarse...) tres amigos transitan por rutinarias experiencias fronterizas entre el paso de la niñez a la adolescencia, cuando la presencia de una mujer llega para cambiar el carácter bucólico y despreocupado de sus vidas. Ella deslumbra a todos. Y los muchachos comienzan a descubrir hondas pasiones que terminan poniendo en riesgo la hermandad del grupo. Afloran la competencia, los celos, las poses de galantería para conquistar a esa mujer que representa un mundo desconocido: el primer amor. 

A diferencia de Lolei, que comenzó a desandar su camino en este blog antes que convertirse en una novela editada en papel y luego en ebook, Penales transita el camino inverso: el libro ya se encuentra disponible en la versión Kindle de Amazon, y la edición en papel estará en la calle a fin de este año, o principios del año siguiente.  
En próximas entradas se irán dando detalles sobre promociones existentes para esta obra. Por el momento, nos atrevemos a presentar públicamente este nuevo trabajo, al que puedes acceder a través de la imagen de abajo o en el banner situado en la parte superior izquierda de esta página.


Descarga la novela completa desde Amazon.es

A manera de adelanto, ofrecemos de manera gratuita el primer capítulo de esta historia.

Penales para el primer amor
Capítulo 1


martes, 6 de septiembre de 2016

Lolei. Memorias de lo inconfesable (42)

Disponible en Amazon.com (click aquí)




CAPITULO
42

Fue a mediados de febrero del 77. Ya estaba separado de Lolita pero cada tanto nos visitábamos. No nos llevábamos tan mal. Esa noche, serían las nueve y media, diez de la noche, había estado en su casa, para el cumpleaños de su sobrino, que festejaba sus dieciocho. Fue una reunión familiar, pero yo quería mucho a ese chico, era muy inteligente, un amante del cine. No me acuerdo qué le regalé. Yo por aquellos días estaba bebiendo mucho, venía entonado con el alcohol. Estaba viviendo con Julia en esta misma casa. La cuestión es que en el cumpleaños comimos y chupamos bastante. No me acuerdo del resto de las personas; yo sí bebí bastante. Hacía calor y quise volverme caminando hasta el departamento. Total, eran no más de diez cuadras. Pero yo estaba medio boleado, un poco en pedo, diría. Me acuerdo que en lugar de agarrar por calle 3, salí para el otro lado y caminé por calle 2. Pasé frente al ministerio de Seguridad, que estaba lleno de canas, como siempre. Dos cuadras después, llegando a la esquina de 48, frenan un Valiant y atrás un auto de la policía. En total serían siete tipos, entre los dos autos. Se bajan tres. Me piden documentos. Me tiran contra la pared, con los brazos y las piernas extendidas. Me cachean. Todos estaban armados. Y mostraban las armas, a la altura de mis ojos. Yo no tenía documento y les di la credencial del trabajo. Me acribillaron a preguntas: de dónde venía, adónde iba, con quién trabajaba, quién era mi jefe, qué hacía a esa hora de la noche por ese lugar. Yo respondía como podía, tratando de no mostrar el cagazo que tenía. En algún momento debo haber dicho algo que no les gustó y uno me pegó un culatazo por las costillas que me dejó doblado. Me dijeron “flojo, maricón, levantate”. A mí el pedo me ponía un poco violento a veces, y tenía miedo de reaccionar como el Increíble Hulk, que cuando lo toreaban un poco se ponía verde y empezaba a las piñas. Yo no estaba para peleas pero temía calentarme y contestarles de manera inapropiada a esos hijos de puta. No me acuerdo qué dije, pero seguro que respondí algo que no les gustó y me cargaron al auto. Empecé a los gritos y fue peor, porque me comí un par de golpes en la cabeza que me dejaron medio tarambana. El coche arrancó y salimos a los santos pedos. Me agarraron de los pelos y metieron mi cabeza entre el hueco de los asientos. Iba todo doblado, me dolía la cabeza. Yo hablaba, hablaba, quería que me explicaran por qué me llevaban, quería que me dijeran adónde me llevaban. “Ya te vamos a explicar hijo de puta, te vamos a explicar cómo hay que comportarse con la autoridad”, me decía uno, el que ocupaba el asiento del acompañante. El auto avanzaba pero yo ya no veía nada, ni por dónde íbamos ni la cara de los tipos que iban conmigo. Me tranquilicé y dejaron de pegarme, pero nunca de insultarme. Me putearon todo el viaje. Como a los veinte minutos el auto se detuvo. Me taparon la cabeza con mi propio saco antes de bajarme, y escoltado por un tipo de cada lado, que me agarraban de los brazos, caminamos varios metros hacia el interior de una vivienda. Se abrían y cerraban puertas a medida que avanzábamos. Ya había gente en el lugar, porque escuché varios saludos dirigidos a los que venían conmigo. Escuché ruido a fierros y supuse que era un calabozo. Me empujaron y caí desparramado en el piso. Estaba húmedo y frío. “Ahora dormite, hijo de puta, a ver si se te pasa la esbornia”, dijo el que cerraba la puerta. “Y ni se te ocurra destaparte la cabeza porque no la contás”, agregó el otro. Escuché pasos alejarse y risas. Dejé pasar un rato y asomé un ojo. Espié. Estaba completamente oscuro, como lo imaginaba. Una negrura terrorífica y un silencio mortuorio. Percibía el sonido de voces, a la distancia, muy lejanos. Traté de buscar signos de vida a mi alrededor, pero no encontré. Y tampoco me animé a decir nada. No sé cómo soporté el terror a la cerrazón del ambiente. Recuerdo imágenes vagas, como de ensueños. En algún momento me dormí. Creo que fue más por la borrachera, que en definitiva fue lo que me hizo sobrellevar la situación. No me acuerdo de nada más hasta que me despertaron intempestivamente, a los gritos. No sé cuánto tiempo habré dormido, ni siquiera sé si llegué a dormir. Lo cierto es que me sacaron a la fuerza de la celda y me llevaron a la rastra entre dos, tres tipos. Por supuesto que yo gritaba como una bestia acorralada. Recién en ese instante de lucidez, en esa brevedad en que tomé una conciencia corporal, me di cuenta lo que estaba sucediendo, tuve una cabal precisión de dónde estaba ubicado. Supe que era yo contra el mundo. Y ese mundo, en el estado en que me encontraba, se reducía a una fugaz superposición de imágenes inconexas, mezcladas con emociones inexplicables, discontinuas, claramente vecinas al pánico, una suerte de confusión lúcida. Sentí, en todo el cuerpo y en todos mis pensamientos, la muerte. La cercanía de la muerte. Tal vez sea una sugestión, tal vez ahora que lo cuento se mezclan esas sensaciones de incertidumbre con certezas posteriores, pero lo pienso, lo digo, y se me llena la cabeza de olor a muerte. Como que en ese lugar merodeaba la muerte. Y a mí llevaban a encontrarme con ella. No sé, es difícil describir el miedo, nene, creéme, más que nada si estás asustado de verdad.  La cuestión es que me arrastraron hasta otra habitación, sin decirme nada, sin responder a mis insultos. Caminábamos entre una penumbra desoladora, por eso casi ni puedo describir el entorno. Entramos a una habitación pequeña, donde había un camastro. Me obligaron a desnudarme. Me negué, al principio me negué, hasta que empezaron a pegarme. Piñas, patadas en todo el cuerpo. Yo  gritaba “basta, basta”, y los tipos me seguían dando con ganas. Me empecé a sacar la ropa y aflojaron. Hasta que quedé completamente en bolas. Entre los tres me acostaron en la cama, que era más bien especie de mesa. Me ataron las manos, me ataron los pies. Después me vendaron los ojos. Me decían “quedate tranquilo, no te va a pasar nada si colaborás, sólo necesitamos que nos digas en qué andás… ya sabemos quién sos, quién es tu familia, quiénes son tus amigos, tus compañeros de trabajo, sabemos todo sobre vos… tuvimos suerte en encontrarte anoche, todavía te estabas salvando pero ya te íbamos a caer encima…” Yo les decía que no estaba en nada, que no conocía a nadie, que cuando me encontraron me estaba yendo a mi casa… De repente sentí un terrible dolor en los huevos, peor que una patada. Grité tan fuerte que uno de los tipos me puso algo en la boca. Seguí aullando, pero ya ni siquiera yo me escuchaba. La misma punzada padecí en la planta de los pies. Y en la cara, en la panza, en los muslos, en las encías. Después no me acuerdo de nada más. Creo que de tantas convulsiones, terminé por perder el conocimiento. Cuando me recuperé estaba otra vez en la misma celda en la que me habían tirado antes. Seguía desnudo y toda mi ropa estaba hecha un bollo a mi lado. Me vestí como pude, porque me dolía todo el cuerpo, y me quedé sentado contra un rincón. Pasaron varias horas, no sé cuántas. Dormía, me despertaba y volvía a dormirme. Alguna vez alguien se acercó a ofrecerme agua. Yo siempre decía que sí, y me alcanzaban un jarro. No me preguntaban nada, solamente si quería agua. Dolorido y aterrado como nunca, me esforzaba por dormir. La verdad es que no sé si lo lograba, pero el tiempo me parecía que pasaba rápido. Mi mente era una nebulosa. Y los únicos recuerdos que me asaltaban eran los vividos hacía un rato. Los golpes, los insultos, la mesa, la tortura, el dolor, el miedo. No podía restablecer imágenes del cumpleaños, del momento en que me levantaron, del lugar donde lo hicieron. Me esforzaba por saber adónde estaba. Una parte de mí se afanaba en poner en orden las vivencias y otra parte en olvidar todo lo que me pasaba. Aún hoy no puedo determinar si todas esas sensaciones eran hijas de los sueños o de esa lacerante vigilia. Lo que siguió después fue una repetición de hechos. Volvieron a torturarme otras dos veces, con el mismo método. Las preguntas eran las mismas, pero las voces a menudo eran otras. En una de las sesiones alguien me dijo “sabemos que tu familia es radical, pero vos sos peronista, sos un subversivo como todos los hijos de los radicales, traidor a tus raíces, traidor a tu país”. Yo gritaba que no era peronista, repetía entre estertores que no era subversivo. “Contanos lo que sabés, danos nombres o te vamos a hacer mierda, como a todos los montoneros y comunistas como vos”, me decían. Y me pegaban. La tercera vez que me llevaron sentí en el alma que no saldría vivo de ese cuarto. Una vez más me desperté agotado, dolorido, desnudo. Por primera vez oí voces de otra gente, seguramente eran cautivos como yo. Pero no hablé con nadie, no me animé a decir nada. Escuchaba que hablaban entre ellos; yo me cosí la jeta. Una mañana –después supe que fue durante la mañana, porque en la completa oscuridad en que me encontraba perdí la noción completa del tiempo y hasta del espacio- un milico, vestido de civil, me vino a decir que iban a soltarme. Y desde el lado de afuera, con la cara pegada a la puerta, me dijo, con una dureza que nunca olvidaré, “si llegás a largar una sola palabra de lo que pasó acá, te la vas a tener que ver con nosotros de nuevo. Y esa vez sí que no la contás nunca más”. Me recalcó la última parte y me preguntó si me había quedado claro. Le dije que “sí, señor”, y lo tuve que repetir dos veces. Horas más tarde me hicieron vestir, me sacaron de la celda. Con buenos modales, me llevaron a un baño, me dijeron que me arreglara, “ponete presentable”, me advirtió uno. Cuando me miré al espejo me asusté de mi propio aspecto. Quedé enceguecido por la luz. Había estado varios días sin ver la claridad. Me hicieron salir, me hicieron tapar otra vez la cabeza, “vamos para el auto”, escuché. Subí y sentí que dos tipos se sentaron, uno a cada lado de mí. Me obligaron a mantenerme agachado. El auto arrancó y emprendió su marcha. En un tramo del viaje, espié por un intersticio debajo del saco y reconocí los carteles de una esquina. No me acuerdo cuál era, pero supuse que estaba en la zona de Berisso. Después ya no miré más, seguí en la posición en que me habían ordenado. Dimos vueltas casi media hora. De repente el auto frenó. Me hicieron bajar y me arrastraron unos metros. Los dos tipos que me rodeaban repetían las advertencias: “si llegás a abrir la boca, la próxima sos boleta”. Me sentaron contra un árbol y pidieron que ni se me ocurriera descubrirme la cabeza hasta no escuchar más el ruido del auto. Me quedé así unos eternos cinco minutos. Se escuchaba un silencio sepulcral, roto de a ratos por el chirriar de los grillos, por el canto de los pájaros. Cuando me paré y me sentí libre otra vez, descubrí que estaba en el Bosque, en la zona del zoológico. Caminé en medio de la soledad y la penumbra hasta la Avenida 1. No encontré a nadie, absolutamente a nadie. Cuando llegué hasta la esquina de 54, pensé de inmediato cruzar hasta la casa de Lolita, que estaba a dos cuadras de allí. Pero otra vez debía pasar cerca del ministerio, en las cercanías de donde me habían secuestrado. Vi llegar a un taxi por la avenida y casi me le tiro encima para detenerlo. Tuve suerte de que el taxista frenó y pude subirme. Visiblemente asustado, el conductor intentó escurrirse, pero ante mis ruegos, accedió a llevarme. Le advertí que debería aguardarme unos momentos al llegar a destino, pues había tenido un inconveniente y no contaba con dinero, pero le abonaría, “quédese tranquilo que le pagaré el viaje”. Paramos justo frente a la puerta de la casa, me prendí al timbre, y Julia atendió al cabo de varios minutos. Sin darle mayores explicaciones, le pedí plata para pagar el viaje. Bajé las escaleras lentamente, agradecí la generosidad al taxista y le estiré el monto, con propina incluida. Cuando regresé al departamento vi que también estaba mamá. Julia lloraba, no paraba de preguntarme “adónde estuviste, qué te pasó, estás bien”. Mamá apareció desde la habitación y corrió a abrazarme. Me dijo que habían hecho una denuncia por mi desaparición, “por intermedio de unos conocidos de tu padre nos enteramos que te habían detenido. Él no pudo venir, pero habló con gente amiga. Le prometieron que te liberarían… pensé que nunca más te vería, teníamos mucho miedo”. Mientras hablaba dejaba un río de lágrimas y no paraba de gimotear. Tía Julia también lloraba desconsolada. Y yo también. Preferí no contarles detalles, sólo le avisé que estaba cansado y tenía hambre. Entretanto me duchaba -limpieza que sentí como un nuevo bautismo- me prepararon churrascos, ensalada de lechuga y tomate, una porción de fideos de su propia cena. Volví a comer después de… ¿cuántos días? Les pregunté cuántos días había faltado, ya no tenía noción del tiempo vivido. Fueron tres días; yo les dije “creí que fue un mes”. Ellas no paraban de hacerme preguntas. Yo no especifiqué nada. “Fue un error, se confundieron con otro, me llevaron por equivocación”, expliqué tratando de simular calma. Hablamos un rato largo, me sentí muy cansado. Anuncié que necesitaba dormir, descansar, purificarme. Tía Julia me cedió su cama y ella fue al sofá cama del living. Mamá se recostó a mi lado y me dormí sintiendo sus caricias en mi cabeza…


************************************************* 

(XLII)

Para: Hugo Cavalcanti Palacios
Jujuy 1261
7600 Mar del Plata
Argentina

De: Alan Rogerson
Bar Le Speakeasy
44 Av. d’Arès
Bordeuax
France

21 Octobre 1986
Querido amigo Hugo:
Perdóname por no haberte escrito pero como ves he vuelto a cambiar de casa. Tuve un problema gordo y me tuve que marchar. No vivo muy lejos del sitio anterior. Te explicaré lo que ocurrió.
Estaba en casa de un amigo que salía con una chica. Él se fue de vacaciones y yo me quedé. La chica vino, comimos juntos en un restaurante y nos cogimos en gran pedo. Yo me fui a la casa; ella se fue. Al rato ella regresó, quería que le echara un polvo. Yo me negué porque no quería engañar a mi amigo. Desgraciadamente él se enteró, lo interpretó muy mal y me echó. Encontré una habitación cerca de esa casa. Es bastante lujosa, pero me aburro que ni veas. Así que voy al bar y me cojo un pedo de vez en cuando.
El 25 voy a rendir un examen de castellano en la Universidad. Equivale a las opciones de España. Mi madre dijo por teléfono que había recibido una carta tuya hace bastante tiempo. Estoy de vacaciones en Pau, una ciudad en los Pirineos, a unos 50 kilómetros de la frontera. Paro en casa de un amigo, que es profesor de Historia. Volveré a Burdeos dentro de unos días. Ya no trabajo y cobro subsidio de paro. No pagan mucho pero me las apaño al principio. Espero volver a Manchester en la Navidad, llevo casi un año sin ver a mi madre y a mi hermana.
¿Cuándo nos volveremos a ver? Me gustaría encontrarte y discutir contigo por chorradas, como hacíamos en la calle cuando cerraban los bares. ¿Te acuerdas el día que llamé a un poli porque me habías golpeado? ¿Y cuando discutimos grande en la frontera portuguesa? ¡Qué buenos tiempos!
¿Has visto a Pablo? Me parece que está de vuelta, pues una amiga suya vino a mi casa para pedirme que le ayudara a encontrar trabajo en la vendimia en Burdeos durante septiembre. Allí me lo contó. Estoy seguro que te llevarás muy bien con él, es un chico muy majo y además su padre es abogado.
Te doy un abrazo muy fuerte, tu amigo para siempre

Alan