CAPITULO
40
Lolei fue internado el 26 de marzo de 1977 en el Hospital Neuropsiquiátrico “Dr. Alejandro Korn” de Melchor Romero, en el partido de La Plata. Tenía 42 años de edad.
Las
circunstancias de su reclusión en el sanatorio encierran aún varias dudas. De
tales inseguridades se valieron los funcionarios previsionales cuando
enfrentaron los motivos declarados por Lolei en esos años con los presentados
en el legajo para obtener la recompensa de retiro.
En
la boleta de internación se consta que ingresó a la Sala de Ingenieros bajo la
solicitud de su madre, Florentina Rosario Palacios. La causa principal por la
que se decidió su encierro fue una crisis nerviosa ocasionada por excesos en la
ingesta de alcohol.
Cuando
llegó, acompañado por su madre, llevaba un yeso en la mano izquierda, con una
leve fractura en uno de los huesos de su muñeca.
Según
se registró en el examen de ingreso, en base a los datos aportados por el
paciente y su acompañante, el síntoma fundamental del ingreso es alcoholismo
inveterado, con síntomas depresivos. Se agrega que “con las repetidas ingestas
alcohólicas, aparecen estados de irritabilidad y agresividad”.
Este
cuadro venía repitiéndose desde hacía aproximadamente nueve años.
También
de acuerdo a lo declarado por el paciente, estaba controlado desde hacía dos
años por un médico psiquiatra, en forma ambulatoria. En ese lapso, se medicaba
con Valium 10 y Nebril.
En
el momento de la evaluación, Lolei se mostró como un paciente desprolijo,
astuto, colaborador, dispuesto a la internación y consciente de su problema.
También destacaron su expresividad, ubicación y lucidez.
“Su
locución es acelerada y coherente, con contenidos referidos a sus personalidades,
las que lo impulsan a la bebida. Sufre de insomnio y su tono emocional es
ligeramente exaltado. Manifiesta presentar período de abulia y postración.
Últimamente presenta una crisis de gran excitación, con intentos agresivos
hacia su madre. Bebe habitualmente ginebra, a razón de una botella diaria. En
este momento, hace veinticuatro horas que no toma. Su presión arterial registra
una máxima de 130 y una mínima de 70. Su estado general es bueno. Presenta una
lesión traumática en metacarpo de la mano izquierda”, describe el informe.
En
el examen realizado tres días más tarde, el paciente manifestó ser internado a
instancia de su psiquiatra, por episodios incontrolables de alcoholismo agudo,
dentro de un marco de un “episodio depresivo”.
Refiere
que inició la ingesta de alcohol visitando a una tía, quien lo invita con
ginebra. Esto ocurre en el año 1972, en momentos en que atraviesa una crisis
matrimonial y que desembocarían en su posterior separación. En este punto,
aclaró que este hecho no se relaciona con su adicción.
Según
el relato de Lolei, con la ingesta de una sola copa de ginebra “se entonaba” y
llegaba a beber hasta 20 por día. Su hábito alcohólico aumentó progresivamente
a medida que se profundizaba su estado depresivo, lo que motivó la consulta a
un psiquiatra, con quien se encontraba en tratamiento.
En
el último mes había sido detenido por la policía (“por error”), donde dice
haber sido maltratado. A raíz del incidente, se produjo un agravamiento de su
cuadro depresivo, intensificándose los
episodios de alcoholismo. El tratamiento psiquiátrico ambulatorio también se
hizo incontrolable. Y por eso, a instancias del profesional, se decidió su
internación.
Los
profesionales solicitaron entonces un estudio de Electroencefalografía (EGG) y
un informe de personalidad. El primero reveló una impresión moderadamente
anormal, con descargas cerebrales anormales, de tipo irritativo, originadas en
áreas temporales de ambos hemisferios, acentuadas por la hiperpnea.
En
el informe psicológico, solicitado por el Dr. Manggini y firmado por la Dra. Rapoport,
se detallaron las impresiones recogidas tras varias sesiones, a lo largo de más
de un mes de su estancia en el nosocomio. El resultado del estudio está
integrado en igual proporción por la testificación administrada, proyectivos
gráficos, test de Roschard y de entrevistas individuales a Lolei y su madre.
Las conclusiones serán transcriptas textualmente:
“Sobre
la impresión general del paciente se sostiene que presenta una actitud
omnipotente, tratando de impresionar por lo que sabe, lo que posee, lo que
dice, cómo lo expresa. Intenta al comienzo manejar él mismo, hasta el mínimo
detalle, la relación terapéutica. Se expresa hacia quienes lo asisten con
diminutivos y sobrenombres, dando muestra de estar del otro lado de la
situación de los pacientes.
“Desde
un inicio, resultan incoherentes los motivos de su internación y la conducta
general en la sala.
“Dice
haber sido internado porque estaba muy mal, por la excesiva ingesta de alcohol.
En la sala su comportamiento es correcto, sin dar muestras de abstinencia. Se
cierra a la posibilidad de ser conocido y pone distancias con el psicólogo.
Paradójicamente con ello, pide permanentemente, a través de sus contenidos,
afecto y protección. Estima que su mal no tiene remedio ni desea en el fondo
modificarlo. Cree ser y seguir siendo así.
“La
madre, en su entrevista, nos impresionó por mostrarse bastante inconsciente
respecto del problema de su hijo, a quien siempre le ha prodigado una
sobreprotección patológica y nociva. Este aspecto le fue señalado, y lo acepta,
pero se enorgullece de ello y su conducta posterior, según se pudo observar, no
se modifica. Dicha indulgencia ha facilitado el desarrollo de una personalidad
a expensas del ambiente rico de sus padres, que ejercieron una fuerte
sobreprotección, y que son muy infantiles. A su hermana la califica de tilinga.
A su hermano lo desconoce como tal.
“El
paciente reconoce sus indefiniciones, su inseguridad. Se dice irresponsable y
desprolijo en sus hábitos. Considera que el padre siempre se ha desentendido de
ellos y que fue muy pasivo. La conducción de la casa estuvo a cargo de la
madre. La considera de carácter fuerte, ‘quien manda’; su padre, en tanto, se
supedita a ella y vivió entregado a la política como un modo de ‘lavarse las
manos’. Considera que la relación con la madre es buena y comparten cosas en
común. No obstante, cree estar prevenido de que no influye sobre él.
“Sobre
su vida matrimonial, que considera terminada, dice que sólo se casó con ella
por dinero, aunque la quería. Ella ejerció mucha influencia sobre él, hasta en
las elecciones mínimas. Relata que él solía irse de la casa por varios días,
sin dar cuenta de ello. Ninguna de esas actividades las asume como tales ni da
muestras de preocuparse por ello.
“Desde
su infancia no logró buena identificación con la figura paterna, de quien más
bien legó su infantilismo y su inmadurez. Su Yo es muy frágil y endeble.
Preserva una exagerado interés por lo mental y racional, desvalorizando lo
pulsional y afectivo. La afectividad, no madura, está como fijada a etapas
primitivas. Pide afecto indiscriminadamente, pero sin capacidad de compartirlo
y devolverlo. No logra establecer vínculos profundos y permanentes. Utiliza un
lenguaje rimbombante a efectos de impresionar.
“Sus
componentes agresivos se observan controlados y sólo preponderan en situaciones
de episodios alcohólicos.
“Dice
sentirse culpable de la movilización familiar que ha provocado y con su
actuación, pero más bien se observa beneficiado con los efectos secundarios de
dicha actitud. Su contacto con la realidad es defectuoso y no puede establecer
vínculos estables y permanentes.
“Sus
sentimientos básicos son muy desvitalizados. Profundamente se siente
desdichado, y lo instrumenta con mecanismos de defensa maníacos y de negación,
donde resalta su amor a la vida. No obstante, es llamativo su temor infantil y
primitivo por la muerte. Queda poco claro el motivo de su internación, ya que
el paciente refiere su remisión espontánea.
“En
resumen, se establece que es un paciente exageradamente pueril e inmaduro, con
un desarrollo intelectual defensivo posterior, afectividad inmadura, sin
posibilidad de vínculos profundos estables”.
Florentina
Rosario Palacios refrendó el retiro de su hijo dos meses después de la internación
en hospital, el 23 de mayo.
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(XL)
Para: Hugo Cavalcanti
Palacios
Jujuy
1261
7600
Mar del Plata
Argentina
De: Alan Rogerson
Bar Le Speakeasy
44 Av. d’Arès
Bordeuax - France
12
Mars 1986
Querido amigo Hugo:
Perdóname
por haber tardado tanto en contestarte. He tenido algunos problemas en el piso.
El abogado con quien vivía se fue a Madagascar hace tres meses, con la promesa
de regresar al cabo de un mes. No volvió. Me había dicho que el piso era suyo y
resultó no ser verdad. Un buen día me cortaron la electricidad, el teléfono, el
gas y todo el rollo. Tuve que marcharme y ahora estoy en casa de un amigo. Me
llevaba muy bien con el abogado pero descubrí que era un gran mentiroso. Además
de la casa, dijo ser abogado y no lo era. No le guardo rencor. Sólo que me
habría gustado que diga la verdad en vez de dejarme en la casa sin gas ni
electricidad.
Sigo
trabajando en la misma escuela. Dentro de dos meses me quedaré sin clases por
el comienzo de las vacaciones escolares. Tal vez vaya a Inglaterra a ver a una
chica que conozco en el norte. Sigo cogiéndome pedos, aunque no tantos por los
problemas de dinero. Gasto demasiado en los bares y tengo crédito en al menos
diez.
No
te pongas cabreado si cometes errores en inglés. Hablas inglés mejor que yo lo
hago el castellano. Lo hablo mal por falta de práctica, sin dudas. Sin embargo
tú te equivocas algo en el inglés. Igual, si escribiera y hablara como tú,
estaría contento.
Fui
a Pamplona a cogerme unas merluzas con mis amigos. Acudí allí a una
manifestación contra la OTAN. Llevé unas botellas y estuve dando traspiés
durante la marcha.
Espero
que vuelvas pronto y poder estar juntos. ¿Qué haremos? Pues tomaremos algunas
copas, no muchas. Tal vez sólo naranjada.
No
he escrito a Mme. Chardy y no tengo la intención de hacerlo, ¿qué quieres que
te diga? No le guardo rencores; ella es tal como es y yo soy como soy, ¿vale?
Cuando
estés de vuelta iré a verte a Madrid. Antes no iré. Pasearme solo no me
interesa. Quiero que estemos juntos riéndonos de la vida. Pasar otra vez por
aquellas experiencias: Valencia, vomitadas en casa de René, peleas en la calle,
viajes a Portugal, merluzas en el cine y lo demás. Días que nunca olvidaré.
Te
envío una foto. Me la sacaron en un bar en Navidad. Estoy con un pedo gordo,
como verás. Escribe pronto. Un amigo que no te olvida
Alan
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