viernes, 15 de julio de 2016

Lolei. Memorias de lo inconfesable (40)


CAPITULO
40





Lolei fue internado el 26 de marzo de 1977 en el Hospital Neuropsiquiátrico “Dr. Alejandro Korn” de Melchor Romero, en el partido de La Plata. Tenía 42 años de edad.
Las circunstancias de su reclusión en el sanatorio encierran aún varias dudas. De tales inseguridades se valieron los funcionarios previsionales cuando enfrentaron los motivos declarados por Lolei en esos años con los presentados en el legajo para obtener la recompensa de retiro.
En la boleta de internación se consta que ingresó a la Sala de Ingenieros bajo la solicitud de su madre, Florentina Rosario Palacios. La causa principal por la que se decidió su encierro fue una crisis nerviosa ocasionada por excesos en la ingesta de alcohol.
Cuando llegó, acompañado por su madre, llevaba un yeso en la mano izquierda, con una leve fractura en uno de los huesos de su muñeca.
Según se registró en el examen de ingreso, en base a los datos aportados por el paciente y su acompañante, el síntoma fundamental del ingreso es alcoholismo inveterado, con síntomas depresivos. Se agrega que “con las repetidas ingestas alcohólicas, aparecen estados de irritabilidad y agresividad”.
Este cuadro venía repitiéndose desde hacía aproximadamente nueve años.
También de acuerdo a lo declarado por el paciente, estaba controlado desde hacía dos años por un médico psiquiatra, en forma ambulatoria. En ese lapso, se medicaba con Valium 10 y Nebril.
En el momento de la evaluación, Lolei se mostró como un paciente desprolijo, astuto, colaborador, dispuesto a la internación y consciente de su problema. También destacaron su expresividad, ubicación y lucidez.
“Su locución es acelerada y coherente, con contenidos referidos a sus personalidades, las que lo impulsan a la bebida. Sufre de insomnio y su tono emocional es ligeramente exaltado. Manifiesta presentar período de abulia y postración. Últimamente presenta una crisis de gran excitación, con intentos agresivos hacia su madre. Bebe habitualmente ginebra, a razón de una botella diaria. En este momento, hace veinticuatro horas que no toma. Su presión arterial registra una máxima de 130 y una mínima de 70. Su estado general es bueno. Presenta una lesión traumática en metacarpo de la mano izquierda”, describe el informe.
En el examen realizado tres días más tarde, el paciente manifestó ser internado a instancia de su psiquiatra, por episodios incontrolables de alcoholismo agudo, dentro de un marco de un “episodio depresivo”.
Refiere que inició la ingesta de alcohol visitando a una tía, quien lo invita con ginebra. Esto ocurre en el año 1972, en momentos en que atraviesa una crisis matrimonial y que desembocarían en su posterior separación. En este punto, aclaró que este hecho no se relaciona con su adicción.
Según el relato de Lolei, con la ingesta de una sola copa de ginebra “se entonaba” y llegaba a beber hasta 20 por día. Su hábito alcohólico aumentó progresivamente a medida que se profundizaba su estado depresivo, lo que motivó la consulta a un psiquiatra, con quien se encontraba en tratamiento.
En el último mes había sido detenido por la policía (“por error”), donde dice haber sido maltratado. A raíz del incidente, se produjo un agravamiento de su cuadro depresivo,  intensificándose los episodios de alcoholismo. El tratamiento psiquiátrico ambulatorio también se hizo incontrolable. Y por eso, a instancias del profesional, se decidió su internación.
Los profesionales solicitaron entonces un estudio de Electroencefalografía (EGG) y un informe de personalidad. El primero reveló una impresión moderadamente anormal, con descargas cerebrales anormales, de tipo irritativo, originadas en áreas temporales de ambos hemisferios, acentuadas por la hiperpnea.
En el informe psicológico, solicitado por el Dr. Manggini y firmado por la Dra. Rapoport, se detallaron las impresiones recogidas tras varias sesiones, a lo largo de más de un mes de su estancia en el nosocomio. El resultado del estudio está integrado en igual proporción por la testificación administrada, proyectivos gráficos, test de Roschard y de entrevistas individuales a Lolei y su madre. Las conclusiones serán transcriptas textualmente:
“Sobre la impresión general del paciente se sostiene que presenta una actitud omnipotente, tratando de impresionar por lo que sabe, lo que posee, lo que dice, cómo lo expresa. Intenta al comienzo manejar él mismo, hasta el mínimo detalle, la relación terapéutica. Se expresa hacia quienes lo asisten con diminutivos y sobrenombres, dando muestra de estar del otro lado de la situación de los pacientes.
“Desde un inicio, resultan incoherentes los motivos de su internación y la conducta general en la sala.
“Dice haber sido internado porque estaba muy mal, por la excesiva ingesta de alcohol. En la sala su comportamiento es correcto, sin dar muestras de abstinencia. Se cierra a la posibilidad de ser conocido y pone distancias con el psicólogo. Paradójicamente con ello, pide permanentemente, a través de sus contenidos, afecto y protección. Estima que su mal no tiene remedio ni desea en el fondo modificarlo. Cree ser y seguir siendo así.
“La madre, en su entrevista, nos impresionó por mostrarse bastante inconsciente respecto del problema de su hijo, a quien siempre le ha prodigado una sobreprotección patológica y nociva. Este aspecto le fue señalado, y lo acepta, pero se enorgullece de ello y su conducta posterior, según se pudo observar, no se modifica. Dicha indulgencia ha facilitado el desarrollo de una personalidad a expensas del ambiente rico de sus padres, que ejercieron una fuerte sobreprotección, y que son muy infantiles. A su hermana la califica de tilinga. A su hermano lo desconoce como tal.
“El paciente reconoce sus indefiniciones, su inseguridad. Se dice irresponsable y desprolijo en sus hábitos. Considera que el padre siempre se ha desentendido de ellos y que fue muy pasivo. La conducción de la casa estuvo a cargo de la madre. La considera de carácter fuerte, ‘quien manda’; su padre, en tanto, se supedita a ella y vivió entregado a la política como un modo de ‘lavarse las manos’. Considera que la relación con la madre es buena y comparten cosas en común. No obstante, cree estar prevenido de que no influye sobre él.
“Sobre su vida matrimonial, que considera terminada, dice que sólo se casó con ella por dinero, aunque la quería. Ella ejerció mucha influencia sobre él, hasta en las elecciones mínimas. Relata que él solía irse de la casa por varios días, sin dar cuenta de ello. Ninguna de esas actividades las asume como tales ni da muestras de preocuparse por ello.
“Desde su infancia no logró buena identificación con la figura paterna, de quien más bien legó su infantilismo y su inmadurez. Su Yo es muy frágil y endeble. Preserva una exagerado interés por lo mental y racional, desvalorizando lo pulsional y afectivo. La afectividad, no madura, está como fijada a etapas primitivas. Pide afecto indiscriminadamente, pero sin capacidad de compartirlo y devolverlo. No logra establecer vínculos profundos y permanentes. Utiliza un lenguaje rimbombante a efectos de impresionar.
“Sus componentes agresivos se observan controlados y sólo preponderan en situaciones de episodios alcohólicos.
“Dice sentirse culpable de la movilización familiar que ha provocado y con su actuación, pero más bien se observa beneficiado con los efectos secundarios de dicha actitud. Su contacto con la realidad es defectuoso y no puede establecer vínculos estables y permanentes.
“Sus sentimientos básicos son muy desvitalizados. Profundamente se siente desdichado, y lo instrumenta con mecanismos de defensa maníacos y de negación, donde resalta su amor a la vida. No obstante, es llamativo su temor infantil y primitivo por la muerte. Queda poco claro el motivo de su internación, ya que el paciente refiere su remisión espontánea.
“En resumen, se establece que es un paciente exageradamente pueril e inmaduro, con un desarrollo intelectual defensivo posterior, afectividad inmadura, sin posibilidad de vínculos profundos estables”.
Florentina Rosario Palacios refrendó el retiro de su hijo dos meses después de la internación en hospital, el 23 de mayo.


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(XL)

Para: Hugo Cavalcanti Palacios
Jujuy 1261
7600 Mar del Plata
Argentina

De: Alan Rogerson
Bar Le Speakeasy
44 Av. d’Arès
Bordeuax - France
12 Mars 1986

Querido amigo Hugo:
Perdóname por haber tardado tanto en contestarte. He tenido algunos problemas en el piso. El abogado con quien vivía se fue a Madagascar hace tres meses, con la promesa de regresar al cabo de un mes. No volvió. Me había dicho que el piso era suyo y resultó no ser verdad. Un buen día me cortaron la electricidad, el teléfono, el gas y todo el rollo. Tuve que marcharme y ahora estoy en casa de un amigo. Me llevaba muy bien con el abogado pero descubrí que era un gran mentiroso. Además de la casa, dijo ser abogado y no lo era. No le guardo rencor. Sólo que me habría gustado que diga la verdad en vez de dejarme en la casa sin gas ni electricidad.
Sigo trabajando en la misma escuela. Dentro de dos meses me quedaré sin clases por el comienzo de las vacaciones escolares. Tal vez vaya a Inglaterra a ver a una chica que conozco en el norte. Sigo cogiéndome pedos, aunque no tantos por los problemas de dinero. Gasto demasiado en los bares y tengo crédito en al menos diez.
No te pongas cabreado si cometes errores en inglés. Hablas inglés mejor que yo lo hago el castellano. Lo hablo mal por falta de práctica, sin dudas. Sin embargo tú te equivocas algo en el inglés. Igual, si escribiera y hablara como tú, estaría contento.
Fui a Pamplona a cogerme unas merluzas con mis amigos. Acudí allí a una manifestación contra la OTAN. Llevé unas botellas y estuve dando traspiés durante la marcha.
Espero que vuelvas pronto y poder estar juntos. ¿Qué haremos? Pues tomaremos algunas copas, no muchas. Tal vez sólo naranjada.
No he escrito a Mme. Chardy y no tengo la intención de hacerlo, ¿qué quieres que te diga? No le guardo rencores; ella es tal como es y yo soy como soy, ¿vale?
Cuando estés de vuelta iré a verte a Madrid. Antes no iré. Pasearme solo no me interesa. Quiero que estemos juntos riéndonos de la vida. Pasar otra vez por aquellas experiencias: Valencia, vomitadas en casa de René, peleas en la calle, viajes a Portugal, merluzas en el cine y lo demás. Días que nunca olvidaré.
Te envío una foto. Me la sacaron en un bar en Navidad. Estoy con un pedo gordo, como verás. Escribe pronto. Un amigo que no te olvida

Alan

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