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miércoles, 17 de octubre de 2018

Acerca de Juan. Carta de Agustín Llauradó recordando a su padre




En la presentación del libro "Literales ausencias" en Rojas, leímos de una carta que Agustín Llauradó, hijo de Juan Carlos, escribió especialmente para compartir esa noche con la gente de Rojas.

Una constante que atraviesa toda la obra reunida en el libro, y que mencionamos en nuestras exposiciones (tanto en las presentaciones de Rojas como de Salto), fue intentar trazar una semblanza sobre quién fue este autor. 

En su momento lo dijimos de así:

"Fue en ese largo y gratificante proceso de trabajo en el que buceábamos a tientas a través de sus palabras que no dejaba de resonar ese verso de Walt Whitman, que sintetiza una idea que nos resultó reveladora y amigable: “Esto no es un libro; el que lo toca, toca un hombre”.

También dijimos que una de las falencias encontradas en nuestra obra fue que no supimos plasmar categóricamente ciertos aspectos de su vida que merecían ser contadas, porque formaban parte de su visión de la existencia y que luego se trasladaban a su poesía.

Además de los valiosos aportes que se pueden leer en "Literales ausencias", como los comentarios de Ezequiel Evangelista, de Alejandro Elcoro y de Amir Abdala, un intento más para complementar esos fragmentos dispersos de una vida pueden encontrarse en esa carta que escribió su hijo Agustín. Fue un momento cargado de sensaciones fuertes y de honda emotividad, porque allí cuenta aspectos íntimos de su relación con su padre y sucesos poco conocidos sobre sus últimos días de vida.

Sin más, transcribimos textualmente esas palabras, un testimonio que fue de inmenso valor para quienes disfrutamos la presentación de nuestro libro en homenaje a ese "hombre" complejo que fue Juan Carlos Llauradó:




Acerca de Juan



Estimadísimos: Quiero, en primer lugar, agradecerles a todos los que estén allí en este momento, haciendo así posible que la presentación de este libro se haga realidad. Es lo que Juan hubiera querido, y algo que valoraría muchísimo (Y, quién sabe, quizás lo hace). En segundo lugar, me disculpo (aunque sin culpa) por no poder estar compartiéndolo con ustedes, pero bien sabrán, o imaginarán, que no es para nada sencillo para mí volver por los pagos rojenses, a los que sólo voy cuando algún tramiterío o cualquiera de esas cuestiones del mundo burocrático lo requieren. 

Ahora, a lo que nos concierne: Juan; su tiempo, sus formas, sus fortalezas y debilidades. Pretendiendo mantenerme lo más conciso posible, quisiera recalcar lo que Ezequiel ya dijo en sus propias palabras: Juan era (como todos nosotros, en definitiva, pero muchísimo más que varios de nosotros), una carta con dos caras. Me considero, habiendo vivido con él, y (digámoslo) habiendo sido y aún siendo su hijo, una de las personas que más cuenta puede dar sobre este doble faz entre sus manifestaciones públicas y su ser privado. 

Ante todo, la verdad: Juan no era una mala persona. Es bastante difícil delinear, cuando los actos muchas veces resultan ser, en definitiva, erróneos y provocadores de daño a terceros, definir si la persona que los realiza es o no “mala”, concepto raro, sumamente vago y abstracto, y casi inútil hoy en día. Pero bueno, yendo a lo simple, supongamos que una persona puede calificarse de “mala” cuando sus actos perjuiciosos surgen de su voluntad explícita de hacer el daño (“el mal”, como se le dice), y, más aún, por el placer que esto le provocaría. Así, lo reitero: la pura verdad es que Juan carecía de esta voluntad. Su intención nunca era hacer daño, aunque lo haya hecho, a terceros, sino que esto era consecuencia directa del daño que podía inflingirse a sí mismo. Porque si esto es verdad, lo es porque también es verdad que, más allá de idolatrarse (y en bastantes cosas, mucho más de lo que se le podía reconocer como mérito o virtud real), se odiaba profundamente. 

Otra cosa cierta que dijo Ezequiel es que hacía bastante tiempo que Juan había decidido dejar de vivir. Pero no piensen ni por un momento que esta decisión fue tomada tras la muerte de Tomás (el primogénito), o tras la muerte (y sobre todo la vida) de María Paz, tras el divorcio, o lo que fuese que ocurrió en esos años lúgubres. Mi viejo nunca supo qué hacer con sí mismo: desde mucho antes de ser el profesor que ustedes conocieran, o el padre que yo conocí, en todas sus versiones. Y es esa misma incertidumbre la que lo llevaba a no saber qué hacer, tampoco, con los otros, o con sus otros particularmente. 

Es por esto que yo, personalmente, nunca pude hacer más, en calidad de hijo, que resignarme a los modos de mi viejo, más allá de si perdonárselos o no, cosa que por suerte he llegado a lograr, al menos en una amplia parte de los aspectos y situaciones anecdóticas que dan vueltas en la historia que compartimos, pero en definitiva, a no culparlo, aunque sí responsabilizarlo, pero a no odiarlo por ello, porque ya para odio le alcanzaba y sobraba consigo mismo. Yo vi repetidas veces cómo esa persona era, en esos momentos, períodos, mesetas, puro impulso, carente de toda la lógica que, en las otras circunstancias, erigía toda su persona. 

Me gustaría compartirles algo que probablemente ninguno de ustedes sepa: el 30 de diciembre de 2016, dos semanas antes de su muerte, fui a Rojas en con motivo de mi cumpleaños (ese día) en parte por el impulso de estar ese día con algunas de mis amistades más cercanas, que residen en acá en la Capital pero que esas semanas estaban allá para pasar las fiestas con sus familias, y también en parte por estar preocupado por Juan, sabiendo que esa época del año, que generalmente y por elección propia pasaba en soledad, lo ponía en sus peores estados. Al llegar a la casa de Santa Teresa, me doy cuenta de que había olvidado las llaves del lugar, y toco la puerta varias veces hasta que se abre. 

Lo que pasó entonces constituye una imagen que todavía hoy en día aparece esporádica y casi aleatoriamente en mi mente, no sin su correspondiente peso: Juan abriendo la puerta, mirando con ojos perdidos, amarillentos y de párpados caídos, hacia el portón de afuera, sin darse cuenta por unos largos momentos que yo estaba parado frente a él. Cuando bajó la vista, sonrió al verme: una sonrisa infantil, similar a la de un hijo cuando ve que uno de sus padres ha regresado, y eso le asegura nuevamente cariño, compañía, dirección, presencia. Lo saludo antes de entrar, intentando que no se moviera demasiado para que no tambaleara, dado su fuerte estado de embriaguez, dejo mi equipaje, y me siento con él a la mesa. En silencio, vuelve a dirigirme esa sonrisa, esta segunda vez con un dejo más acentuado de paz, de tranquilidad, un tácito “Ahora que estás acá, todo está bien”. Lo siguiente que sucede es que, intentando ir al baño tras el largo viaje, observo más detenidamente y me doy cuenta del estado de la casa. 

No voy a entrar en detalles sobre esto, porque es todo demasiado escatológico; basta con que sepan que ni pude ir al baño, ni pude, como era mi intención, quedarme esos días en la quinta de Santa Teresa. Ni siquiera pude quedarme demasiado tiempo ese día. Llamé a una amiga que vive cerca, le pedí quedarme con ella; le dije a Juan que iba a pasear durante el día, y a la noche volví a buscar mi equipaje, inventándole alguna excusa que no viene al caso sobre por qué tenía que quedarme a dormir en otro lugar. Honestamente, estaba asustado. 

Como algunos sabrán, estudio Psicología, estando recién en la justa mitad de la carrera, y sin experiencia alguna en el campo del tratamiento y el contacto con enfermos, pero hay algo que puedo afirmar sin lugar a dudas, y es que eso que (no) me miró ese día, no era mi viejo, ni una persona ni nada parecido. Eran los restos de una persona tras largo tiempo de haber estado reprimiendo, y cada tanto dejando salir, la explosión de la locura. Pasé el día de mi cumpleaños en shock, aunque tranquilo, con amistades: en fin, contenido. 

Al día siguiente, a la tarde, me dirigí hacia la quinta en el calor abrumador del pleno verano en Rojas, para hablar, esta vez seriamente, con Juan. Queriendo ser lo más directo posible, empecé por preguntarle si se daba cuenta de las condiciones en las que estaba viviendo. Respondió que sí, sin ningún preámbulo. Pregunté si le parecía digno, “bien”, vivir así. Soltó un llano “no”. Siguieron un par de preguntas que no vienen al caso, y que, si soy honesto, afortunadamente ya no recuerdo, pero lo importante, y a lo que apuntaba al contarles esto, es la última de esas preguntas. “Entre vivir y esperar morir, ¿qué elegís?”. “Esperar morir” fue la respuesta, mientras asentía con severidad. Ahí tienen la prueba: mi viejo no desconocía sus circunstancias; no era, como se dice “hasta cierto punto”, presa de un delirio que lo llevara a actuar inconscientemente sin saber de las consecuencias de sus acciones. 
Más que elegir la muerte, Juan eligió no estar del lado de la vida. A sabiendas, implicado en ello. 

Me gustaría aclarar, por último, que este episodio no fue (para él) un punto de quiebre ni nada de ese estilo: el proceso que culminó en ese punto, e inmediatamente después en su muerte, venía dándose, como ya dije, desde hace muchísimo tiempo, con un deterioro progresivo, lento, una agonía en la cual, quién sabe bien por qué, Juan decidió pasar sus últimos años. Para mí, sin embargo, sí lo fue: desde siempre (incluso desde niño) intenté que mi viejo saliera de esa nebulosa, de la ginebra o el vino, del tabaco, de las largas noches de Sabina y delirios místicos, de los libros esotéricos y de religión, de las películas de fantasía que de algún modo lo ayudaban a escaparse de sí mismo y su realidad; en definitiva, de sí mismo, para que viera que por fuera de él, había un mundo que, en sí, no tenía problema alguno en recibirlo con brazos abiertos. 
Innumerables fueron los intentos, especialmente mientras compartí vivienda con él. Cuando me mudé aquí a la Capital, decidí, o más que decidir me percaté, de que lo único que me quedaba por hacer era intentar vivir una vida que fuera mía, plena, feliz, una vida propia del lado de la vida. Mis posibilidades, dada la distancia, de ayudarlo en esto, sabiendo cada vez más con cada día pasado, que no servía demasiado, se vieron reducidas, y así lo intenté durante tres años. A fin de cuentas, la confirmación verbal de que quería morir fue todo lo que me hizo falta para rendirme, para no seguir intentando, para resignarme a la verdad de que mi viejo, hiciera yo lo que hiciese, moriría dentro de poco tiempo. Intenté en las semanas posteriores a esa conversación (los primeros días de enero) conseguir a alguien que fuera a ayudarlo con la limpieza de la casa, alguien que le cocinara, y que pasara un par de horas al día con él para aliviar un poco su situación. 

Un día simplemente me desperté por un llamado de alguien que decía que lo habían encontrado muerto, y que lo había estado por días. Ustedes no tienen idea de lo que fue para mí no ese momento, porque al primer momento siempre está el shock, sino todos los meses que le sucedieron. Pero reconozco que una de las primeras cosas que sentí fue un gran alivio: por mí, por supuesto, pero sobre todo por él. 

Recuerdo que en su entierro le tiré a su ataúd un dibujo que había hecho de él un par de días después de esa visita a Rojas, y al cual le inscribí algunas palabras, entre las cuales estaban: “Ya está viejo, dejaste de sufrir”.

De esta manera, habiendo puesto en palabras lo que todos ya saben, y algo de lo que no, quiero agradecerles nuevamente, a los que están allí como a los que no, en sí, al pueblo rojense: una de las cosas más impactantes (esta vez en el buen sentido) de los días posteriores al descubrimiento de su muerte, fue que me llamaran, estando yo todavía en Capital, y me dijesen que todo el pueblo había hecho una movilización, según lo que me comentaron, bastante masiva en su nombre, con una misa incluida, y tantas otras cosas de las que no me habré enterado. 

Hay un motivo por el cual este libro que hoy se presenta está compuesto en su entereza por poesías que Juan le dedicó a diferentes personas de Rojas, y es que cada una de ellas llegó a él de un modo distinto, y más importante, dejó en él una marca única, algo no fácil de lograr. 

Quiero agradecer a todo el pueblo rojense, porque en definitiva sin muchos de ellos la vida de Juan se hubiese acortado muchísimo más de lo que acabó sucediendo: la gente de las escuelas, que en muchas ocasiones estuvo en todo su justo derecho de quitarle su trabajo, y en cambio decidió perdonarle sus formas, para que pudiera seguir intentando; muchos de sus alumnos, con quienes formó varios clubes de lectura y en cuya compañía disfrutó de noches interminables de debate y reflexión, de disfrute por la cultura que quizás en otros ámbitos no conseguía; la gente de la biblioteca y el centro cultural, los primeros que siempre se esforzaron hasta donde podían y a veces más allá para conseguirle los insolitísimos ejemplares que siempre pedía, y los segundos que le dieron el espacio para formar talleres de escritura; a los que en algún u otro momento fueron o se consideraron sus amigos, compañeros, o lo que sea, que lograron que muchas de sus noches no fueran tan solitarias como solían serlo, y tantas otras personas de las que probablemente me esté olvidando (sepan disculpar). 

En fin, sin ustedes mucho de la vida de mi viejo no hubiera sido posible, y por eso les estoy eternamente agradecido. Termino estas palabras en un estado emocional muy curioso, porque mis lágrimas se están mezclando con mi sonrisa, y quizás eso fue lo que le hizo falta darse cuenta a Juan: que en definitiva, muchas cosas que normalmente consideramos extremos, polos de alguna vara o puente imaginario, como la tristeza, y que nos hacen anhelar el otro lado, como la felicidad (si es que de hecho son opuestos y si es que todo es tan sencillo como para reducirlo a uno o varios dualismos como este), no son más que las dos caras de una misma carta.
Los saludo desde lejos, y les digo que intenten, como yo, no perderse en ustedes mismos, y elijan estar del lado de la vida: si hay algo que Juan nos lega como enseñanza, entre muchísimas cosas más, es esto.

Agustín Llauradó
Septiembre de 2018




martes, 9 de octubre de 2018

El libro “Literales ausencias” fue presentado en Salto



El acto se realizó en el ISFDyT N° 126 - También se expusieron las obras que conforman la serie “Fragmentos y narraciones” - Participaron integrantes del colectivo editorial Nido de Vacas y Filoso-Qué y hubo intervenciones de estudiantes del profesorado de Filosofía



De izquierda a derecha: Marcelo Ceniza, Virginia Danura, Ezequiel Evangelista,
Federico Riveiro, Viviana Marzano y Fiamma Lembo



El pasado viernes 5 de octubre se realizó en Salto la presentación del libro “Literales ausencias”, antología poética póstuma del escritor, docente y filósofo Juan Carlos Llauradó, editado este año por la editorial rojense Nido de Vacas y el ciclo de divulgación FilosoQué.

El acto tuvo lugar en el Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N° 126 y contó con el apoyo de la Dirección Municipal de Cultura de la Ciudad de Salto y con la participación de estudiantes del profesorado de Filosofía que cursan sus estudios en esa casa educativa.

La directora del establecimiento, Haydeé Montejano, fue la encargada de dar la bienvenida a los presentes y agradeció la propuesta de llevar esta clase de actividades al ámbito educativo. En este sentido, celebró la posibilidad de presentar el libro de un autor como Llauradó, con una obra que combina poesía y filosofía e invita al disfrute y la reflexión.

La directora de establecimiento, Haydeé Montajeno, ofreció palabras
de bienvenida a la actividad 
La charla se realizó en Salto ante un importante marco de público 

En representación de Nido de Vacas, editorial emergente de la ciudad de Rojas, Federico Riveiro tuvo a su cargo la apertura formal del encuentro, en la cual sintetizó el recorrido que llevó a la editorial a publicar su primer libro, y valoró el trabajo en conjunto de sus compañeros y de todos los artistas que se sumaron a esta movida cultural. También se refirió a la difícil actualidad que atraviesa el sector y adelantó los próximos trabajos programados para este año.


Ezequiel Evangelista (Filoso-Qué) y Federico Riveiro (Nido de Vacas)


En tanto, el profesor Ezequiel Evangelista, creador del ciclo de charlas de divulgación FilosoQué junto a Llauradó, y gestor de esta actividad de extensión educativa en esa ciudad, narró recuerdos personales sobre el docente y escritor fallecido en 2017 y ensayó algunas reflexiones en torno a las virtudes y defectos que, a su entender, tuvo este libro. También compartió el texto de su autoría “El verde de la hoja, ¿está en la hoja o en el ojo?”, que elaboró en ocasión del homenaje realizado en la Feria del Libro de Rojas en 2017 y que forma parte del libro.


Previo a la charla, fue habilitada la muestra "Fragmentos y narraciones",
compuesta por obras plásticas y poemas sonorizados por artistas rojenses






Finalmente, la jornada contó con las intervenciones de Viviana Marzano, Fiamma Lembo, Virginia Danura y Marcelo Ceniza, estudiantes del cuatro año del profesorado de Filosofía, quienes elaboraron reflexiones filosóficas basadas en algunos poemas de Llauradó publicados en “Literales ausencias”.

Como actividad previa a la charla, los asistentes pudieron apreciar la muestra “Fragmentos y narraciones”, integrada por obras plásticas de artistas rojenses y lecturas grabadas por actores y actrices, realizados a partir de poemas que integran el libro.

Estudiantes del 4° año de la carrera de Filosofía del ISFDyT N° 126 de Salto participaron de la presentación con reflexiones filosóficas basadas en poemas del libro "Literales ausencias", la antología poética de Juan Carlos Llauradó.



jueves, 4 de octubre de 2018

Fragmentos y narraciones (17)

Entre los propósitos a promover por las prácticas de enseñanza-aprendizaje de los institutos de estudios superiores, se encuentra el fortalecimiento de actividades de extensión. Los estudiantes del Profesorado de Filosofía del ISFDyT Nº126, se encuentran transitando su último año de formación, por lo cual resulta muy deseable que desarrollen proyectos que permitan a sus conocimientos cosechados en todo este proceso, trascender las paredes del aula e impactar en el resto de la comunidad académica, y en la sociedad en su conjunto.

En este marco se inscribe la presentación del libro “Literales ausencias”, antología poética de Juan Carlos Llauradó, editado recientemente por Nido de Vacas ediciones y FilosoQué.
De modo que el día viernes 5 de octubre en la ciudad de Salto se llevará a cabo el evento en el marco del cual intervendrán los estudiantes del cuarto año del Profesorado de Filosofía, con discursos de divulgación filosófica a partir de alguno de los tópicos tematizados en los poemas que integran el libro.

En esta ocasión, compartimos el capítulo 17 de la serie "Fragmentos y narraciones", que reúne versiones audiovisuales de poemas del escritor, docente y filósofo rojense. Araceli Rodríguez (voz) y Mercedes Carrizo (fotografía) interpretan "Disones".





"Fragmentos y narraciones"

Capítulo XVII: “Disones”
Voz: Araceli Rodríguez

Fotografía: Mercedes Carrizo (Presentación oficial de “Literales ausencias”, 23/9/18 Rojas, Buenos Aires)

Presentación: Juan Carlos Castro

Edición de audio: José Luis Terzaghi

Grabación: Eduardo Alberti

Realización: Nido de Vacas Ediciones y FilosoQué


Presentación de "Literales ausencias" en la ciudad de Rojas
Fotografía: Mercedes Carrizo



Disones

Todos dejamos un testamento impreso de algún modo. Todos amamos sólo una vez en la vida y fuimos marcados por esa historia propia o ajena, y sus estigmas permanecen en nosotros de maneras recónditas. Todos fuimos un alma divagando más allá de sus confines, y en ese afán herimos hasta la inocencia misma, sin justificación alguna. Todos nos perdimos por senderos y caminos, desangrando cada paso entre llantos y gestos inexorables. En tiempos aciagos, el acíbar de nuestras existencias pulsó junto al desamparo y la intemperie, esperanzas, fe y sus derrotas. A todos nos pasó lo mismo y cada uno lo percibió, según su estirpe en cronologías distintas. Fuimos la tormenta, el barco, desesperados náufragos, y esa isla sin nombre y cartografía. Cada laberinto nos prodigó espejos alienados, y aunque hayamos quebradas sus formas nunca descubrimos la salida. Todos fuimos la intimidad de otros agonizando en silencio, y nadie advirtió la profundidad de nuestros gritos. Todos hacemos la historia que otros concibieron antes o después, pero siempre en el tiempo. Y en el desamparo de huesos atezados, la muerte es un don otorgado a sabiendas.

miércoles, 3 de octubre de 2018

Fragmentos y narraciones (16)

El viernes 5 de octubre en la ciudad de Salto, se realizará la presentación del libro “Literales ausencias”, una antología poética póstuma del filósofo, docente y poeta rojense Juan Carlos Llauradó, lanzado este año por Nido de Vacas ediciones y FilosoQué.
El evento se llevará a cabo en el Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N° 126 (Bernardino Esperanza y 9 de Julio).
Además de las intervenciones de Federico Riveiro (Nido de Vacas) sobre el proyecto editorial y de Ezequiel Evangelista (FilosoQué) sobre los avatares de la construcción de “Literales ausencias”; estudiantes del cuarto año del Profesorado de Filosofía, intervendrán con discursos de divulgación filosófica a partir de alguno de los tópicos tematizados en los poemas que integran el libro.
En este décimo sexto capítulo de la serie "Fragmentos y narraciones", la lente de Nayré García y la voz de Milagros Iraeta para interpretar "Por todos nosotros".






"Fragmentos y narraciones"
Capítulo XVI: “Ambigua versión”
Voz: Milagros Iraeta
Fotografía: Nayré García (Presentación oficial de “Literales ausencias”, 23/9/18 - Rojas, Buenos Aires)
Presentación: Juan Carlos Castro
Edición de audio: José Luis Terzaghi
Grabación: Eduardo Alberti
Realización: Nido de Vacas Ediciones y FilosoQué



Presentación oficial de "Literales ausencias" en Rojas, Buenos Aires
Foto: Nayré García




Por todos nosotros

Un hombre que aplaza su mano sobre un prefacio de gestos. Otro que, desde la orilla opuesta, imita todo como un espejo. Y un tercero que escarba entre escombros de símbolos, ese asunto, siempre pendiente, en el tiempo. Sólo nos resta saber cuál de los tres será el cuarto que resolverá por todos nosotros este misterio.


jueves, 27 de septiembre de 2018

Se presentó el libro “Literales ausencias”, antología poética de Juan Carlos Llauradó



El trabajo, editado por Nido de Vacas y FilosoQué, reúne piezas del escritor, docente y filósofo fallecido en 2017. Además fue habilitada la muestra “Fragmentos y narraciones”, compuesta de obras plásticas y poemas sonorizados por artistas rojenses. Esta actividad se replicará en Salto y Pergamino, el mes próximo.


Yésica Borrego, Federico Riveiro, Ezequiel Evangelista y Luciano Zpata


A sala llena, el pasado domingo 23 fue presentado oficialmente el libro “Literales ausencias”, la antología poética de Juan Carlos Llauradó que publicaron este año la editorial rojense Nido de Vacas en conjunto con Filoso-Qué, el ciclo de charlas de divulgación filosófica que el escritor y docente, fallecido en 2017, fundó junto al profesor Ezequiel Evangelista, impulsor de esta iniciativa.

La velada fue encabezada por el propio Evangelista, a quien acompañaron Federico Riveiro, en nombre de la editorial, y los estudiantes de la carrera de filosofía del ISFDyT N° 126 de Salto, Yésica Borrego y Luciano Zapata, quienes compartieron reflexiones filosóficas en torno a poemas que integran el libro.

En este marco, fue inaugurada también la serie “Fragmentos y narraciones”, compuesta por una versión sonora de algunos poemas de este volumen, y una muestra plástica de la cual participaron doce artistas rojenses, y cuya exposición permanecerá abierta al público hasta el próximo domingo 30.

Esta actividad contó con el auspicio de la dirección de Cultura de la Municipalidad de Rojas.

Gran marco de público para acompañar la presentación del
libro "Literales ausencias y la muestra "Fragmentos y narraciones"

El libro "Literales ausencias" reúne parte de la obra póstuma de Llauradó


Nido de Vacas: presentación y proyectos

Tras la presentación y el agradecimiento a todos los participantes de la muestra, Federico Riveiro, responsable de Nido de Vacas, tuvo a su cargo la apertura formal del encuentro. En su alocución, sintetizó el recorrido que llevó a la editorial a publicar su primer libro, y valoró el trabajo en conjunto de sus compañeros y de todos quienes se sumaron a esta movida cultural. “Todo esto hace posible creer que este proyecto es de muchos, y que se puede seguir apostando y poner nuestro granito de arena por la cultura, desde este ‘pago chico’ que siempre se ha caracterizado por ser una fuente inagotable de manifestaciones artísticas”, sostuvo.

Federico Riveiro, editor de Nido de Vacas

En tanto, se refirió a la difícil actualidad que atraviesa el sector editorial, ante lo cual, aseguró, la propuesta inmediata consiste en “resistir” a esta coyuntura: “Editar libros en momentos de crisis como estos para nosotros es un acto de resistencia. No podemos (ni queremos) permitirnos claudicar ante los embates de los ajustes porque el arte es una instancia superadora de la realidad y desde nuestra trinchera debemos saber cómo darle batalla”.

En este sentido, argumentó que “pese a todo”, se propusieron culminar este año con al menos cuatro títulos, y adelantó que, además de Literales ausencias, el sello local cerrará el año con la publicación de “El vértigo de la felicidad”, la novela de Amir Abdala (de próxima aparición), del poemario “Donde el sol confluye con la mierda”, del escritor Paul Bravo, y el primer libro del filósofo Diego Singer, “Políticas del discurso. Intervenciones filosóficas en la escuela”, segundo volumen de la colección Filoso-Qué, una apuesta que seguramente abrirá nuevas puertas a este emprendimiento local.


Defectos y virtudes en “Literales ausencias”

A su turno, Ezequiel Evangelista, impulsor de esta idea y amigo personal de Llauradó, compartió recuerdos personales sobre el docente y ensayó algunas reflexiones en torno a las virtudes y defectos que, a su entender, tuvo este libro.

Ezequiel Evangelista, compilador de la obra y fundador junto a Llauradó
del ciclo de divulgación Filoso-Qué, junto a Luciano Zapata

Pese a que la selección de poemas y los textos que acompañan la edición tratan de caracterizar las facetas pública y privada del personaje, hubo un punto ciego “algo por momentos gritado y sollozado en los poemas, que quizás nos causó demasiado estupor como para nombrarlo categóricamente”. Puntualmente, se refirió a la pérdida de dos hijos, situaciones que, sin duda fueron un puntapié para sus martirios. En este sentido, lamentó “no haber sabido poner nombre a hechos significativos para la poesía trágica de Juan, que habitaban sus cavilaciones más hondas”.

Como contrapartida, Evangelista juzgó como un hallazgo que el primer libro de una colección de filosofía de nuestro tiempo sea una antología poética. “Lo siento una actitud inconformista, rebelde, frente a una época en que, tristemente, la filosofía pretende ser acartonada como un dispositivo sobreintelectualizado, desintoxicado de toda praxis y de toda situación vital”, describió. 

“Esta es una gran virtud de nuestro primer libro y debe ser el suelo de nuestras expectativas y el desafío del trabajo por hacer”, cerró.
Finalmente, reflexionó acerca del valor del libro y el legado dejado por el autor. “Este libro es un montón de papel pintado, es un fetiche, que no tiene ningún poder mágico. Tiene solamente un poder que le da la sociedad, un poder que le damos nosotros. Si compramos el libro y lo usamos para levantar el televisor y decorar el living o las redes sociales, entonces el encanto se pierde. Inversamente, si asumimos el compromiso de leerlo y somos generosos como para disfrutarlo, entonces, y sólo entonces, le estamos haciendo el mejor de los homenajes a Juan Carlos. Creo que esta noche de encuentro es testimonio suficiente de que estamos empezando a entender algunas de las cosas que dijo el Viejo”.

El equipo de trabajo de Nido de Vacas Ediciones: Federico Riveiro,
Fernando De Luchi, Ezequiel Evangelista y Emiliano Raggi


Otras intervenciones

Como parte del programa de intervenciones, los estudiantes de 4° año del profesorado de filosofía del ISFDyT N° 126 de Salto, Yésica Borrego y Luciano Zapata, compartieron reflexiones filosóficas alrededor de “Desapercibidos” y “Dos monedas”, dos de los poemas que integran la antología.

Uno de los momentos más emotivo de la noche, sin dudas, sucedió con la lectura de una carta enviada por Agustín Llauradó, hijo de Juan Carlos, que aceptó la invitación de los organizadores a formar parte, desde la distancia, de esta actividad. Con palabras sentidas, evocó recuerdos poco conocidos por muchos, entre los cuales relató los últimos días de la vida de su padre, y otras sensaciones profundas que, de alguna manera, pusieron luz a ciertas conductas y procederes de Llauradó.

Como corolario, quedó habilitada la muestra plástica “Fragmentos y narraciones”, que estuvo dedicada a la memoria de Beatriz Teres, docente y artista plástica que supo apoyar con su participación los encuentros y actividades de FilosoQué.


Inauguración de la muestra "Fragmentos y narraciones"
en el Centro Cultural Ernesto Sabato, de la ciudad de Rojas

La exposición, que fue curada por Lucía Bicocca y permanecerá abierta hasta el 30 de este mes, está compuesta por las siguientes obras: “Abrazando una almohada” y “Desapercibidos”, de Milagros Cataldo; “Alquimia”, de Sofía Andreozzi; “Inexistencias” y “Cenizas y humo”, de Nayré García; “Enunciaciones”, de Camila Onzari; “Intensidades”, de Joaquín Castro; “Pórticos”, de Martín Vincze; “Réplicas”, de Julián García; “Dosmonedas”, de Santiago Boscacci; “Cántaros”, de Emanuel Evangelista; “Literales ausencias”, de Carola Banegas; “Ucronía”, de Belena Kranzelic; “Deus”, de Federico Calabia.

La serie se completa con la lectura de poemas del libro, de la cual participaron Agustín Pérez, Alejandro Zlatar, Anita Terzaghi, Araceli Rodríguez, Carla Berruti, Eduardo Alberti, Gustavo Heredia, Horacio Contreras, Juan Carlos Castro, Leticia Taborda, Luciano Pérez, Ludmila Padilla, Marcela Taparauskis, María Marta Minadeo, Milagros Iraeta y Silvia Silveira.

La grabación estuvo a cargo de Eduardo Alberti y de José Luis Terzaghi, quien también llevó a cabo la edición de audio junto a Gabriel Campana.

Julián García junto a su obra "Réplicas"

Ezequiel Evangelista y Camila Onzari, autora de "Enunciaciones"


Nayré García, autora de las obras fotográficas "Cenizas y humo" e "Inexistencias"


Santiago Boscacci y su obra "Dos monedas"
Ezequiel Evangelista y su hermano Emanuel, autor de la obra "Cántaros"


Nuevas presentaciones

Tanto el libro “Literales ausencias” como la muestra “Fragmentos y narraciones” serán presentados en ciudades la zona. De este modo, la próxima actividad se llevará a cabo el próximo viernes 5 de octubre, a la hora 20, en el ISFTyD N° 126 de la ciudad de Salto, en tanto que el viernes 12, desde las 18, se hará lo propio en la Biblioteca Dr. Joaquín Menéndez de la ciudad de Pergamino, en el marco de la Feria del Libro.


Fotografías: Mercedes Carrizo


viernes, 21 de septiembre de 2018

Fragmentos y narraciones (15)



La antología poética "Literales ausencias" reúne apenas una porción de la vasta obra literaria de Juan Carlos Llauradó. Se trata, sin embargo, de un compendio lo suficientemente diáfano como para poder entrometernos en el universo reflexivo de un escritor de amena complejidad, capaz de guiarnos a ciegas por el ancho y espinoso camino por el que transcurre la existencia humana.

El libro será presentado conjuntamente con la muestra "Fragmentos y narraciones", que reúne catorce obras plásticas de artistas de la ciudad de Rojas (Buenos Aires, Argentina) y la grabación de dieciséis poemas, a cargo de actores y actrices de esa ciudad.

En este décimo quinto capítulo de la serie, la voz de Juan Carlos Castro, y las manos de Santiago Boscacci interpretan el poema "Dos monedas", que cierra la antología.






"Fragmentos y narraciones"

Capítulo XV: “Dos monedas”
Voz: Juan Carlos Castro
Obra plástica: Santiago Boscacci (Dibujo digital)
Edición de audio: José Luis Terzaghi
Grabación: Eduardo Alberti
Realización: Nido de Vacas Ediciones y FilosoQué




"Dos monedas". Santiago Boscacci (Dibujo digital). 30x42




Dos Monedas

Este es el último día El inicio del viaje Sin regreso Aquí mi historia culmina Y los interrogantes Permanecerán Por siempre abiertos No obtendré el perdón De nadie Y todo aquello Que pude haber sido Quedará grabado En los estigmas De una Lápida Como siempre El sistema prevalece Y el hombre no importa Dios es quién no responde Cuando la desesperación Se adueña de tus circunstancias A todos les pido Que me recuerden Por lo que he sido Y no por lo que pude ser Aquí cierro el libro Que nunca terminé Otros harán de mí Su historia Yo ya no tengo nada Que narrar El barquero me aguarda ¿Quién tiene dos monedas para mis ojos?







Fragmentos y narraciones (14)



El domingo 23 de septiembre en el Centro Cultural Ernesto Sabato (Rojas, Buenos Aires) se realizará la presentación del libro “Literales ausencias”, una antología poética póstuma del filósofo, docente y poeta rojense Juan Carlos Llauradó, lanzado este año por Nido de Vacas ediciones y FilosoQué.

Además de las intervenciones de Federico Riveiro (Nido de Vacas) sobre el proyecto editorial y de Ezequiel Evangelista (FilosoQué) sobre los avatares de la construcción de “Literales ausencias”, se inaugurará la muestra “Fragmentos y narraciones”, de la que participan trece artistas locales, con obras plásticas y fotográficas hechas especialmente para la ocasión, a partir de alguno de los poemas que integran el libro.

En este décimo cuarto capítulo de la serie la voz de Alejandro Zlatar, y las manos de Federico Calabia para interpretar el poema "Deus".






"Fragmentos y narraciones"
Capítulo XIV: “Deus”
Voz: Alejandro Zlatar
Obra plástica: Federico Calabia (Dibujo)
Presentación: Juan Carlos Castro
Edición de audio: José Luis Terzaghi
Grabación: Eduardo Alberti
Realización: Nido de Vacas Ediciones y FilosoQué




"Deus". Federico Calabia (Dibujo) 42x30




Deus

Dadas las circunstancias del momento Y teniendo en cuenta que tu presencia Por este mundo es casi nula Me atrevo a escribirte la siguiente misiva Solamente para informarte como van Las cosas por aquí Como bien sabes ninguno de los dos Creemos que podemos hacer Algo distinto del hombre Él posee un don especial para ello Y a veces se excede en sus propósitos Y ya que me refiero a esto te recuerdo Que tal dádiva no emanó de mi voluntad Ni han sido mis manos las portadoras De tal regalo Pero eso ya lo discutimos Y ambos reconocimos que el origen De la propuesta en sí Fue más allá de la mera invitación De eso tengo plena conciencia No sé tú Lo cierto es que ni a ti ni a mí Nos cabe el efecto de tal práctica Por eso te repito como la primera vez Que no nos corresponde hacernos cargo De aquello que no hemos elegido Verás. El mundo está desquiciado Una hegemonía de poderes se disputan El vasto escenario De la existencia humana Y aquello que tus primeras creaturas Causaron en la índole de tu naturaleza Hoy no tiene sentido Y las consecuencias están a la vista De quien quiera mirar: Guerras. Hambre. Tráfico de toda clase Enfermedades. Cataclismos naturales En fin... la lista es interminable Y aunque no sé por qué... Pero me produce cierto deleite Hecho que en ti supongo No existe y es abominable En relación a la causa Que te has propuesto Por suerte o por enseres Que desconozco Estoy exento de tales motivos Tú, sólo observas y esperas En cambio yo Cada tanto intervengo - Siempre y cuando - El hombre así lo desee Y por supuesto cumplo Con sus anhelos Y con suma vehemencia Ahora, me pregunto ¿ Tú qué haces ? Permaneces inmutable En tu reino de lo eterno Gozando de los privilegios Que a muchos de nosotros Negaste En nombre de tu propia voluntad Y una creencia desmesurada en ti mismo Perdona el exabrupto... Pero denoto Cierta vil arrogancia Que para nada me complace Como así no puedo subyugarme Al mismo estilo Pero entre nosotros Hay una diferencia de esencias Y no de grados Tú exiges una devoción sin límites En cambio yo Dependo del anhelo humano Y en algunos casos Debo rogar por el mismo Nunca me pareció justo Y ya conoces Lo que pienso al respecto Tal vez por eso Cada uno está Donde debe Haciendo lo que cree conveniente O al menos conviniendo En lo que cree que hace Espero no haber irritado Tu misericordia Como aquella última vez En que te saliste De tus cabales Y no sólo eso Enviaste a alguien Para que buscara un culpable Demás está que te relate La trama De tales acontecimientos La puerta que el hombre abrió Aún no se ha cerrado Y sólo de él depende Retornar o seguir A sus pasos indefinidamente Me despido aguardando Tu siempre esquiva respuesta Atte. Tu hijo El portador de tu luz En las tinieblas terrenales