Se trata de la reciente novela del escritor Juan José Opizzi, que publicó este año Nido de Vacas. La escritora María Elena Sofía, el periodista Diego López y los músicos Leandro García y Gustavo Tilli, de "Las guitarras del monte", participaron del encuentro realizado en el centro cultural Naranja-Lima
La novela "De la tierra", del escritor arrecifeño Juan José Oppizzi, se presentó el pasado sábado 20 de noviembre en la ciudad de Chacabuco, en el marco de un encuentro realizado en las instalaciones del centro cultural Naranja-Lima.
El autor estuvo acompañado por la escritora local María Elena Sofía, el periodista y escritor Diego López y los editores de Nido de Vacas, Federico Riveiro, Ezequiel Evangelista y Ludmila Padilla. También participó el grupo musical “Las guitarras del Monte”, dúo integrado por Gustavo Tillo y Leandro García.
La actividad contó con el apoyo de la Asociación de Escritores Chacabuquenses (ADECH).
Esta novela ya había sido presentada en octubre en la Sociedad Vasca de Arrecifes, y posteriormente en Rojas, en el marco de la Fiesta de Cultura.
Asimismo, el próximo domingo 28 habrá de realizarse una nueva exposición, en esta ocasión en la Biblioteca Popular Obrera Jean Jaures de la ciudad de Luján.
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Conceptos de Diego López
"De la tierra" es una novela humanizante
El primer desafío de Juan José Oppizzi
en esta novela fue la de humanizar al prócer, la de mostrarnos ese lado de la
historia que San Martín no eligió. Él eligió sus batallas, un sentido para su
vida, pero las que no eligió (su primera infancia, sus raíces, el origen de su
madre y de su padre; esas cosas que están marcadas y no fueron elecciones), nos
interesan porque son las que luego influirán en la vida del prócer. Uno es una
historia presente haciéndose hacia el
futuro. Así, Oppizzi nos brinda una posibilidad: ¿por qué no pensar que San
Martín tenga origen en esta tierra? De verdad, en “esta tierra”. Que su madre
pueda ser una aborigen, una hija verdadera de nuestra tierra.
Otro desafío es similar, pero a la
inversa. La segunda parte de la novela toma como protagonistas a los aborígenes,
en el contexto de la mal llamada “Conquista del Desierto”, y la cuenta con otra
perspectiva. Sabemos que la Historia ha sido muy cruel con los aborígenes; los
ha tratado de incivilizados, de salvajes, siempre los ha ubicado en un espacio
marginal, al punto incluso de haberlos tratado como animales. Esto tiene forma en
el segundo desafío en esta novela: el de humanizar a nuestros pueblos
originarios, igualarlos a los otros.
“De la tierra” es una novela humanizante,
porque baja al ídolo y lo pone a la altura de nosotros, le asigna una historia,
de modo que nos permite sentirlo humano; también es humanizante porque reivindica
a los marginados de la Historia; y es humanizante porque iguala al lector,
porque nos hace sentir a la par del prócer y a la par de los que fueron
marginados. Y nos hace entender, de una vez por todas, que todos somos hijos de
un mismo lugar.
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El análisis de María Elena Sofía
"Una ficcionalización de alta calidad literaria que no pretende justicias ni redenciones"
La novela histórica surgió a mediados del siglo XIX y rápidamente fue ramificándose y multiplicándose en obras diversas, creciendo y ganando lectores. Así encontramos el realismo de Benito Pérez Galdós contando la historia de un país, o aquellas que refieren la historia de una familia, como La casa de los espíritus. Historias de reyes y reinos, de batallas y conquistas. Se ha permitido también aquello de “qué hubiese sucedido si…” como el caso de Philip Roth, en La conjura contra América, donde Roosevelt pierde las elecciones, o en La Roma eterna de Silverberg, donde el imperio permanece hasta nuestros días. ¿Qué hubiese sucedido si en España ganaba la revolución? ¿Y si el resultado de la Segunda Guerra Mundial hubiese sido diferente? Pero en ninguno de estos modelos puede encasillarse esta novela que nos ocupa hoy.
Considerando lo que se dice de los libros de Juan José Oppizzi, del carácter distópico de su narrativa, me ocupé de buscar otro término que señalase un camino distinto para una comprensión de su obra. Encontré una palabra acuñada por el filósofo francés Charles Renouvier a fines del siglo XIX: ucronía, cuya traducción literal sería Sin tiempo o tiempo inexistente, y el sufijo "ía" que denota condición. Parafraseando a Tomás Moro, quien muchos años atrás hablaba de utopía como el no-lugar. Ucronía: la utopía de la historia. En el mundo de la novela sería la situación que nunca se dio (o quizás sí). Se trata de describir una historia en un universo divergente o paralelo; los personajes, documentos y hechos históricos a los que refiere, pueden tener mayor o menor profundidad en el desarrollo del argumento.
¿Puede describirse o redefinirse la historia con datos hipotéticos, o mediante los papeles hallados? ¿Hasta qué punto los relatos supuestamente realistas de la historia, o biografías de personajes relevantes, son verdaderos, cuando ha transcurrido tanto tiempo? ¿Cuánto de cierto hay, por ejemplo, en los relatos de Félix Mejía sobre las acciones de Hernán Cortés para conquistar a los aztecas? Por nombrar una de tantas novelas históricas hispanoamericanas…
En “De la tierra”, Oppizzi indaga sobre aspectos velados de la vida del Gral. San Martín. Sus orígenes, su infancia; su preparación militar y cultural, su relación con logias y su cercanía con los aborígenes de nuestro territorio. Esos hechos que parecen fuera de tiempo, o justamente “en un tiempo inexistente”, que sirven al autor para recrear un nuevo tiempo y territorio de novela, y a pesar de todas las definiciones del género, ha logrado mantenerse al margen y crear su propio mundo.
La novela histórica exige del autor una gran preparación documental y una cierta habilidad narrativa al mismo tiempo, para no caer en la novela ilusionista (que busca recreaciones verosimilistas según la mímesis aristotélica) o la novela antiilusionista (que no respeta la verosimilitud, a la manera de Bertolt Brecht). Tampoco predominan los hechos históricos sobre los ficticios, ni obligan a una redefinición de la Historia. Esta propuesta de Juan José está lejos de esos extremos y en ello, pienso, reside su importancia, porque ha respondido a una curiosidad por los hechos pasados, y ha logrado una ficcionalización de alta calidad literaria que no pretende justicias ni redenciones.
Veo en esta novela el puro interés del saber, el asombro por el descubrimiento del ser humano detrás del bronce, que no quita penas ni gloria a su entrega por la libertad. Ha dicho Hölderlin “lo que permanece lo fundan los poetas”; pienso que los próceres son los poetas de nuestra historia.
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Nido de Vacas, 2021.
Colección: Cicatrices/6
21 x 14,8cms. 106 páginas.
Edición: Federico Riveiro. Colaboración: Ezequiel Evangelista y Ludmila Padilla. Ilustraciones y arte de portada: Alejandro Pérez Vivero.
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