lunes, 21 de diciembre de 2015

Lolei. Memorias de lo inconfesable (22)


CAPITULO
22

Ya como presidente del Comité local de la Unión Cívica Radical del Pueblo, cargo al que accedió tras vencer en las internas de ese año, Domingo Cavalcanti se abocó a fortalecer los lazos de unidad en el partido y reafirmó su perfil de candidato a cargos provinciales.
En su actuación como titular del Comité de distrito estrechó los vínculos con distintos sectores vecinales de la zona sudeste de la provincia. Interpuso sus mejores oficios y tramitó la visita del gobernador Anselmo Marini a la localidad de Mechongué, donde se presentaron trabajos destinados a la instalación de energía eléctrica en ese paraje.
En abril del 63 integró la lista de candidatos a diputados provinciales en la interna de la UCRP, que elegía postulantes para los comicios en los que se consagraría la fórmula Illia-Perette para la presidencia de la Nación y a Marini-Lavalle para la gobernación.
El 8 de diciembre se impuso en la interna partidaria que lo consagró presidente del Comité de la UCRP en el partido de General Pueyrredón. Apadrinado por el diputado nacional Giordano Echegoyen, don Domingo encabezó la lista Rosa y obtuvo 1.109, contra los 771 que consiguió la lista Verde, que postulaba a Ángel Roig (h). La lista mayoritaria integró 16 afiliados a la conducción, en tanto la minoría sumó 8. También se eligieron delegados al Comité y a la Convención Nacional, en ambos casos, por la provincia de Buenos Aires.
Momentos después de finalizado el escrutinio, el flamante titular se dirigió a la parcialidad y luego de hacer un llamamiento a la unión, esbozó su programa de acción. En su estilo claro y efusivo, don Domingo manifestó que la lucha entre radicales había terminado. Agradeció la inmensa colaboración de las mujeres que apoyaron a la facción Rosa y, conmovido, dijo llegar a la presidencia del radicalismo bajo una guía e inspiración que sirven de ejemplo: la consagración de Mario Giordano Echegoyen, que jamás claudicó en sus ideales. “La lista Rosa ha triunfado, pero ya no queda más color ni bandera que la del radicalismo”, finalizó.
Lolei invocó aquel triunfo con cierta indiferencia, como si se tratara de un logro menor en una carrera extensa que, sin embargo, seguía siendo promisoria. O como aquellas personas que acostumbradas a los éxitos, van naturalizando cada conquista sucedánea.

Me alcanzó un artículo que narraba aquel acontecimiento y me pidió que lo leyera. Se trataba de una nota del semanario Gente, fechada el 15 de diciembre, que llevaba el simple título de “Amigo de Zabala Ortiz y Lavalle”, con una volanta que anunciaba “Lo votaron las mujeres” y una fotografía a una columna que mostraba al protagonista leyendo un diario.
 “Soy un hombre modesto y este triunfo partidario es el fruto de la labor de muy buenos amigos y por sobre todo radicales, que se han envejecido luchando por esta divisa”, dijo a este semanario don Domingo Cavalcanti, que a los 62 años de edad ha obtenido la jefatura del pueblo de Mar del Plata, en comicios internos, imponiéndose sobre Ángel Roig (h) por 1109 votos contra 771, heredando así el poder político de Mario Giordano Echegoyen, línea unionista de la UCRP.
“Cavalcanti dice de su circunstancial y derrotado adversario que ‘es un hombre capaz e inquieto, con quien he compartido muchos años la acción legislativa en el Concejo Deliberante’. En el alto mando radical tiene sus mejores amigos en el vicegobernador Lavalle, el canciller Zavala Ortiz y los hermanos Leopoldo y Facundo Suárez. ‘Con estos últimos ocupé muchas tribunas para decir a los argentinos un puñado de verdades’.
“Se siente orgulloso de la forma eficiente que trabajó en esta elección interna la mujer radical, cuyos sufragios ‘me dieron la mayor ventaja’ y ante una pregunta afirma que Echegoyen no se retirará de la acción política. ‘Es político por naturaleza. El partido lo necesita y yo me orientaré en su ejemplo y trayectoria para llevar adelante a la UCRP en Mar del Plata’.
“La casa radical es uno de los viejos sueños nuestros que trataré, primordialmente, de hacer realidad. Conseguiremos crédito, haremos reuniones de todo tipo, pero la casa de hará’, dice, y agrega que otras de sus aspiraciones es la instalación de una activa biblioteca que funcione en el partido. Fuera de su actividad política se ocupará de visitar todos los barrios marplatenses para interiorizarse de sus necesidades, especialmente las villas miserias, ‘de tan lamentable contraste con esta pujante y bella Mar del Plata’.
El final de la nota lleva un apartado cuyo título es ‘Maestro y padre’, y resume lo siguiente: “Cavalcanti ejerció la docencia durante 17 años en Oriente, partido de Coronel Dorrego, dejado cesante en 1937 mediante un simple despacho telegráfico. Dice que eso lo favoreció económicamente, pues encaminó su actividad hacia el comercio, instalándose con una oficina inmobiliaria. Tiene tres hijos: uno estudiante de Abogacía, otro que hace la conscripción en la base Naval y una mujer bachiller y empleada. Su esposa, Florentina Palacios, es maestra normal, retirada en 1952. Confiesa que es un mal fisonomista, lo que al parecer no influye en sus éxitos políticos, y antes de terminar el reportaje tiene un buen recuerdo para los periodistas locales, recalcando que es un hombre modesto pero que no puede sustraerse a la satisfacción de haber logrado la presidencia de la Unión Cívica Radical del Pueblo”.
Lolei no emitió ningún comentario después que terminé la lectura. Ni siquiera pareció prestar excesiva atención. Tampoco supo responder cuando pregunté a qué se refería su padre cuando confesaba ser ‘un mal fisonomista’.

Me extendió un nuevo recorte. Es breve, me dijo. Es así de breve: “Para muchos no estaba previsto, pero ocurrió: ganó la lista rosa y en segundo término la verde; unionistas las dos. O casi unionistas, puesto que el primer candidato, don Domingo Cavalcanti, pertenecía a las huestes de Giordano Echegoyen en el orden local y de Zavala Ortiz en el nacional… Los más suspicaces llegaron a hablar de una maniobra sutil, habilidosa, para conseguir, precisamente, ese resultado: mayoría y minoría para quitarse del medio a los verdes de la fracción que en el orden nacional responde a don Ricardo Balbín”.
-Si hay alguna conclusión que puedas sacar de todo esto, te pido que me lo digas-, me comentó el viejo con desgano.
Le dije no tener nada para agregar. Tras un nuevo silencio, me pidió un cigarrillo. Fumó solo, en silencio. Yo seguí revisando papeles, sin hacer comentarios. De pronto habló:
-¿Te estoy aburriendo mucho con toda esta historia?
-No, hombre, ¡es más divertido…! Pues en verdad no es divertida, pero es historia. La historia de tu padre y tu historia. Es lo que hay, ¿no? Si hubiese sido escritor o estrella de rock sería otra cosa, pero se construyó eso y debemos aceptarlo como eso. Nunca está de más refrescar el pasado, ¿no te parece?
-¿Y que tal si hablamos un poco sobre vos, sobre tu historia? Debes tener mucho para contar…
-¡No jodas, cabrón! Que con tu padre nos estamos haciendo una opípara panzada. Mi vida no tiene importancia…
-Algo debes tener interesante para decirme, no seas…
-Mejor me voy. Otro día seguimos. Muero por saber cómo termina todo.
Sin dejarlo hablar le acomodé la cama, apagué la luz grande y huí como rata por tirante.



*********************************************************

(XXII)

Para: Hugo Cavalcanti Palacios
Academia de Idiomas Gref
Calle Santa Engracia 62 4°
Madrid – España

De: Alan Rogerson
I Bradgate Street
Ashton –II-Lyne
Tameside - Manchester

January 25th 1984

Querido Hugo:
Gracias por tu carta. La recibí hace una hora y yo acababa de echar la mía al buzón. Me alegra mucho recibirla. Gracias por las fotos. ¿Quién es ese señor que está de pie detrás de ti? Las he colocado en mi álbum. Son las primeras fotografías del año nuevo, espero que me mandes más.
Lamento lo del accidente; esas cosas ocurren cuando estás borracho. Una vez cogí un pedo con Danny, me caí al suelo y me rompí la cabeza. Paré el tráfico en el túnel que pasa debajo del Támesis para que me llevaran a un hospital. Al día siguiente no recordaba nada. Gracias a Dios llegaste a tiempo al puesto de Socorros.
Lo de José Luis no me extraña nada. Que te haya pedido dinero… es un gilipollas, además de catalán. Berta también está chalada; también, catalana. Un ligue perfecto… Pero te digo una cosa más: cuando vuelva le pagaré el puto dinero que le obsesiona tanto.
Si quieres que escriba a tus padres sólo dímelo y lo haré con mucho gusto. Les diré que eres una de las mejores personas que he conocido. Y les diré que nunca harías una cosa así y que has cambiado mucho. Puedes contar conmigo, lo sabes. Espero que este accidente no haya perjudicado tus posibilidades en tu tierra, si es que vuelves. ¿Me seguirás escribiendo, verdad? Y cuando tengas un buen puesto, ¿me invitarás?
Tampoco me extraña que Ronnie te haya hecho esa guarrada. A Ronnie algo no le va bien en el coco. Si yo hubiera estado en tu lugar habría tenido ganas de romperle la cara, aunque al final seguramente no habría hecho nada. Es la segunda vez que te hace una cabronada, ¿verdad?
Sí, llevas razón. En inglés decimos “to pull the strings” pero en un contexto limitado decimos más bien “I´ve got a friend who works there” y se entiende muy bien. Si hablamos de enchufes y enchufismo, en términos generales, decimos “it’s not what you know, it’s who you knows”. Pero al fin y al cabo llevas razón, también he oído varias palabras o frases tuyas que empleamos aquí, no mucho pero que existen. Aún oí la palabra “derth” pero en sentido económico, la oí una vez en seis meses. Otra vez, palabras que existen pero no solemos utilizarlas.
Hablas de mi diario. Me he puesto a escribir otra vez. Anoche nevó mucho. En Escocia la nieve llega hasta el cuello; en Manchester, hasta los tobillos. Hubo otros muertos anoche, antes hubo doce.
He escrito a Anna Keene, espero que no esté muerta. Porque han dicho que si tragas leche con un tiempo así, se congela en la boca y es como si tragaras piedras. Recemos juntos por ella.
Bueno, escríbeme pronto. Dime si quieres que escriba a tus padres; lo haré con mucho gusto. Un abrazo muy fuerte de tu amigo que no te olvida
Alan


PS: Recuerdos a Pepé, Julio (y José Luis). Perdona mi castellano, pero llevo prisa; he quedado con un amigo a jugar al ajedrez. Y beber unas copas…

Lolei. Memorias de lo inconfesable (21)


CAPITULO
21

Hacia mediados de ese año Lolei puso fecha para su compromiso con Lola Monteagudo Tejedor. La boda se celebraría a principios del 63.
Se habían conocido en una de las reuniones de la Unión Universitaria a la que ella concurrió acompañando a su hermano Luis. Y aunque apenas se dirigieron la palabra en ese primer encuentro, el viejo confesó haber quedado enamorado a primera vista, como nunca antes le había ocurrido.
Lola estudiaba para Bioquímica y era un año menor que Lolei. Tenía una estatura menuda, mirada radiante, una sonrisa laqueada que no mostraba con exagerada continuidad y notable inteligencia. Comulgaba con los ideales radicales, similares a Lolei, a tal punto que ambos se alejaron de la militancia casi al mismo tiempo.



En sus escasas concurrencias militantes lograron, sin embargo, zanjar una relación cordial que con el correr de los días se fue perpetuando en salidas amistosas, hasta transformarse en un noviazgo con todas las letras. Es decir, a usanza de las familias tradicionales y bien establecidas.
Hacía al menos tres años que Lolei no formalizaba ningún vínculo amatorio. La última había sido una tal Estela, de La Plata, sobre la que no brindó detalles. Luego tuvo algunas aproximaciones que también se abstuvo de recordar. No quise forzar a su memoria y juzgué preferible tomar austeras notas mentales de esos acontecimientos.
Acerca de Lola tampoco se esforzó por relatar pormenores de su intimidad. Amén de asegurar que fue el amor de su vida y que se casaron verdaderamente convencidos y enamorados, el par de años que duró el idilio prenupcial, al joven Lolei le resultó propicio para abocarse con mayor pasión al estudio y a la escritura.
La presencia de Lola –“la cercanía de Lolita”, al decir del viejo- fue un componente significativo y necesario para cimentar en su vida instantes de paz y creatividad como nunca antes había experimentado.
Por aquellos días germinaba en su interior la concepción de su primer libro, que reuniría breves opúsculos, traducciones de poetas poco conocidos de lengua inglesa, poemas propios, citas e ilustraciones.
Se trataba, reconoció, de un popurrí de manifestaciones similares a lo ideado en sus años de estudiante secundario en el Colegio Nacional, pero reunidos en un solo volumen, y con firma y sello personales. Aseguró que el título del volumen estaba resuelto, aunque no era de su total agrado. Se llamaría Divagaciones Palaciegas. Y, probablemente, estaría firmado bajo el seudónimo de Isidoro Palacios. De allí el juego de palabras que derivaba en el nombre de la obra.
Un sustancioso y camaleónico bosquejo de libro durmió durante años dentro de una carpeta que lo acompañó a cada sitio donde vivió. Lo poco que aún queda de ello es tan extraño como desopilante.
Luego, influido por su unión con Lola, descendiente de personajes destacados del pasado político y militar del país, se fue entusiasmando con el estudio de la historia argentina, e incursionó con esmero en la genealogía y hasta en la heráldica. Producto de esa exploración quedaron algunos resultados, plasmados en artículos periodísticos publicados en diarios, ensayos biográficos y un extenso proyecto que acompañó al boceto literario durante varias mudanzas.

Uno de los cuadernos preferidos que atesoro de Lolei es el que contiene apuntes
sobre la heráldica, un pasatiempo que mi amigo supo ejecutar sin remordimientos durante
años. Inentendible de punta a punta para ignaros y desinteresados como yo, aún así su
lectura genera un encanto difícil de describir. Es como leer en un idioma que
no comprendemos y al mismo tiempo tampoco deseamos aprender...

Lo que no podía obviar, más no sea para rastrear sus propios orígenes linajudos que lo emparentaran con ciertos personajes destacados de la historia, y de esa forma ponerse a la altura de su nueva familia, fue la representación del escudo de armas que mostraran los umbrales de su propio apellido. Así vinimos a enterarnos que mi amigo Lolei era un lejano descendiente de Guido Cavalcanti, poeta caro a Dante Alighieri, además de contar entre sus parientes remotos a numerosos duques, marqueses y patricios napolitanos.
Según se atestigua en el título nobiliario expedido por el Instituto Aráldico Coccia, de Firenze, Italia, asociado al Instituto Internacional de Genealogía y Herálidica, su apellido se remonta a una “casata di antica Nobiltá, originaria di Firenze, nota sin dal secolo XI, ove tenne il governo della repubblica nel 1176. Nelle fazioni con i ghibellini, essendo i Cavalcanti di parte guelfa, furono posti al bando della repubblica molti componente di questa stirpe, fra i quali Guido Cavalcanti, poeta caro all Alighieri. Nel secolo XIV la Casota si diramó in Calabria in persona di Filippo Cavalcanti, divenuto giustiziere di Valdi Crati e Terra Giordana. In seguito si trasferi, con una línea, a Napoli; godette di Nobiltá a Cosenza, Gaete e Napoli nel Seggio Capuano ed i suoi membri furono ricevuti nel Sourano Militare Ordine di Malta fino dal 1595. Ebbero la signoria di veintiquattro baronie, fra le quali quelle di Cerenzia, Pietramala, Sierra di Leo e Verbicaro, di tres marchesati e quattro ducati. Questa stirpe risulta ascritta nell’ Elenco Ufficiale Nobiliare Italiano con i titoli di Duca, Marchese e Patrizio Napolitano”.
El estudio de la historia nacional, en varias de sus corrientes y realizado de forma inconsistente, ecléctica y superficial, lo ayudó notablemente a comprender no sólo el pasado sino el presente de su país y el de su entorno familiar, viciado de ideales que fue desechando con el correr de los años y reemplazándolo por una visión que alteraría de manera inesperada su futuro.
El arrebato histórico lo condujo a ahondar nuevas disciplinas como la sociología, que en sus numerosas variantes le permitieron una nueva luz de análisis a problemáticas que, aunque consideraba inherentes a su propia historia, fueron mutando el foco de atención hacia la comprensión de nuevas alternativas del comportamiento social.
De esa forma, la cuestión de las clases sociales en la Argentina de su época se transformó casi en una obsesión para Lolei. Sobre este tema también quedaron tibias manifestaciones escritas y antológicas contiendas en secciones de correos de lectores de los diarios de la ciudad.
Años más tarde el viejo recordaría esos días como “felices, productivos y plenos de un mediopelismo rayano con la insolencia”.
-Felices en mi matrimonio con Lola, productivos en la faceta artística y en un pleno conjuro de aburguesamiento creciente como consecuencia de las primeras-, resumió sin que yo llegara a comprender fehacientemente la magnitud de su definición.
Sea como fuere, la unión con Lola Monteagudo Tejedor lo hizo ascender un par de escalones sociales pero descender otros tantos en lo que él daba por llamar la “faceta artística”. A esa altura, su concepción del artista se acercaba más a una pretensión vecina a la excentricidad y el ocio que a la mera creación.
Publicar un libro, ver su nombre en los suplementos de los diarios, codearse con la crème de la crème del ambiente artístico local, se asomaba en su horizonte como estampa del buen burgués más interesado en las apariencias que en el arte.
Y esa clase de tipos son más dados a la holganza que al trabajo. Porque la pose de intelectual paga bien en determinado círculos. Y para ser intelectual y pertenecer a determinados círculos se necesita tiempo. Y dinero. Y para disponer de tiempo, el trabajo es un enemigo. Y el señor se había vuelto, de repente, algo reacio al trabajo al mismo tiempo que bastante amigo del entretenimiento. Tal vez haya sido una conclusión equivocada, pero cuando se la comenté al viejo, sólo me miró con los ojos caídos y tardó demasiado en responderme.
-¿Insinuás que soy un tilingo interesado sólo en las apariencias?-, preguntó al borde de la ofensa y del puchero.
-No, mi querido amigo. Sólo intuyo que, en algún momento de tu vida, desviaste el camino. Si tu intención era ser escritor- o por lo menos escribir, hay diferencias…-, ese destino viró cuando conociste a tu Lola. Y de escribir cuentos pasaste a la historia, preferentemente la familiar; de la poesía pasaste a la genealogía; de la novela, a la heráldica. Hay diferencias… El interés por el abolengo derrotó al germen de artista. Y te transformaste en un investigador aficionado de causas personales destinado a un público muy cerrado, sólo para cierta clase: la que te pertenecía. Mejor dicho: a la que te gustaba pertenecer. Tal vez tu encuentro con Lola te hizo descubrir tu verdadera vocación…
Me frené de sopetón, intuyendo que la frase siguiente no le gustaría. Como él no atinó a responder, sólo a quedarse mudo y reflexivo, elegí el camino más sencillo, el que nunca fallaba: anunciar mi partida de la casa. “Será hasta mañana”.
No recuerdo que hayamos abordado el tema alguna otra vez.
Lo que estuve a punto de decirle y callé fue que su verdadera vocación era seguir siendo un vago mantenido, con ínfulas de erudito y lameculos de la gente “bián”.
Era sólo una suposición, un prejuicio. Por una vez, mi silencio nos privó de una pelea que hubiese sido hermosa…


******************************************************************************** 

(XXI)

Para: Hugo Cavalcanti Palacios
Academia de Idiomas Gref
Calle Santa Engracia 62 4°
Madrid – España

De: Alan Rogerson
I Bradgate Street
Ashton –II-Lyne
Tameside - Manchester

24 January 1984

Querido amigo:
Hace mucho tiempo que no recibo cartas tuyas, así que me he decidido a escribirte. Espero que no estés enfermo o te haya pasado nada.  A lo mejor no recibiste mi carta en la cual te mandé la foto. No hay problemas, lo importante para mí es saber que estás bien y, claro, que estés feliz. No recibo una carta desde antes de las fiestas de Navidad, así que no sé si la pasaste bien o mal.
Aquí, sin novedades. Salvo que la semana pasada hice unas chapuzas, “to do a bit on the side”, como decimos aquí. Tal vez no lo sepas, ha hecho un tiempo de mierda, hay nieve por todos lados. Escocia está cerrada, todas las carreteras están cubiertas de nieve. No se puede ir a Escocia. Más de cien personas se han muerto, y habrá más. Anoche diez personas se murieron y esta mañana rescataron a cien alpinistas. Es la puta hostia.
El viento dejó destrozados muchos tejados. La semana pasada un amigo y yo fuimos a arreglarlos. Gané unas 10.000 pesetas pero claro, tenía algunas deudas y las tuve que pagar. Sigo cambiando dinero a pesetas: hasta ahora tengo 4.000 pesetas y 150 francos. Espero estar en Madrid en septiembre. Danny se enteró de mis planes y me dijo que no me fuera. Pero ya lo decidí. Igual, es un dilema gordo para mí.
También tengo la posibilidad de trabajar como cartero. Fui a un mitin del Partido Laborista y me nombraron secretario de nuestra sección. Después del mitin un tío se me acercó y me preguntó si me gustaría trabajar como cartero. ‘Claro’, respondí, ‘veremos qué puedo hacer’, dijo él. Es concejal y delegado sindical y tiene influencias, o sea, enchufes. Pero no me hago ilusiones, entre lo prometido y lo conseguido hay grandes diferencias.
El día 13 de febrero es mi cumpleaños, cumpliré 25. Danny vendrá a pasar unos días. Quiere que vuelva con él; hablaremos del asunto más adelante, lo importante será la borrachera. Amigo, sigo pensando en ti, cuídate y escríbeme pronto.

Alan

lunes, 14 de diciembre de 2015

Lolei. Memorias de lo inconfesable (20)


CAPITULO
20

En el 62, Domingo Cavalcanti festejó sus 60 años rodeado de su familia y un nutrido grupo de amistades –mayormente correligionarios- con una novedad: había sido elegido como precandidato a senador provincial por la UCRP.
La decisión fue adoptada durante una deliberación realizada en Avellaneda, donde se confeccionó la lista de legisladores que competirían en la interna partidaria a realizarse a fines de ese mes. El marplatense ocupaba el tercer lugar en la Quinta Sección, detrás de Juan Pedro Espaudoburu, de Rauch, y Pedro O. González, de Maipú. La lista sería sometida a elecciones internas a fines de ese mes.


Por esos días, se producía la visita al comité local de la UCRP del candidato a vicegobernador bonaerense Fernando Solá, acompañado por el presidente del comité provincial, Emilio Parodi. Se ajustaban detalles de propaganda de cara a los comicios de marzo.
A comienzos de febrero fueron proclamados los candidatos de la UCRP de Mar del Plata, que destacaban a Domingo Cavalcanti para senador en tercer término, los jóvenes Mario Giordano Echegoyen (h) y Ramón Rosas para concejales, y Ángel Roig para intendente, entre otros.
En la asamblea realizada en la sede partidaria de calle San Martín hablaron el presidente de la Junta Electoral César Nivio, el presidente del comité del distrito Nicolás Trivissono, y el diputado nacional Mario Giordano Etchegoyen, quien no reparó en elogios hacia el candidato a gobernador provincial Crisólogo Larralde: “es un hombre del futuro argentino”.



En medio de una esforzada campaña, el candidato a senador se manifestó repetidamente en una discusión en torno al cierre de casas de juego en Mar del Plata, sancionadas por una ordenanza del concejo deliberante por presencia de jóvenes y apuestas de dinero.
Mientras, se hacían sentir fuerte rumores sobre la integración de una lista única de candidatos, promovida a partir del Movimiento Unidad de la UCRP.
En varios círculos internos del partido y en los medios de comunicación locales y nacionales, se destacaba la figura de Cavalcanti por sus probadas condiciones para ocupar el cargo al que se postulaba.
Pero el destino tenía preparado un duro revés. El 23 de febrero se produjo el inesperado fallecimiento del candidato a gobernador, Crisólogo Larralde, mientras daba un discurso de campaña en Berisso. El hecho conmocionó al mundo político. Numerosos dirigentes marplatenses participaron del sepelio en Buenos Aires, y el regreso agregaría un hecho trágico a un panorama ya luctuoso.
Tras las exequias de Larralde, la comitiva se dispuso a almorzar en la localidad de Avellaneda, pero al no conseguir lugar, decidieron emprender el regreso hacia Mar del Plata. Se detuvieron finalmente en Chascomús, donde comieron con el intendente de Maipú, Sr. Elizondo, y el candidato a senador de ese distrito, Pedro González.
Tras la pausa, Roig, Larrauri y Giordano Echegoyen (h) tomaron la posta en su Mercedes Benz, adelantándose para llegar con la debida antelación al comité local, donde esperaban numerosos correligionarios. Detrás partió el Morris conducido por Domingo Cavalcanti, a quien acompañaban los candidatos a concejales Julio José Marceillac y Policarpo Ramírez.
Aproximadamente a las 19.45, sobre el kilómetro 255 de la ruta 2, ya en jurisdicción del partido de Guido, el Morris comandado por don Domingo mordió la banquina y, tras una vana maniobra por recuperar la normalidad del vehículo, se cruzó de carril y volcó aparatosamente, yendo a parar a la banquina.
En esa circunstancia, se abrió el techo corredizo y Ramírez quedó con medio cuerpo fuera del automóvil. Sufrió graves heridas en la cabeza, que le causaron la muerte en forma inmediata, pese a los esforzados auxilios de la gente que se acercó al lugar. Marceillac terminó con una herida leve en la frente y Cavalcanti ileso.
Los compañeros que habían partido en el Mercedes Benz se enteraron de la tragedia cuando arribaron al comité.
Policarpo Ramírez tenía 48 años y había nacido en La Pampa, pero estaba radicado en Mar del Plata desde hacía dos décadas. Las crónicas periodísticas destacaron que Ramírez era entusiasta y capaz, militaba en la Unión Cívica Radical y estaba al frente de un subcomité barrial. Era propietario de una modesta mercería en el barrio Cerrito. También había sido un destacado ajedrecista.
Abiertamente consternado y colmado de condolencias, Cavalcanti continuó con sus actividades y su campaña. Las adversidades no lo detuvieron.
-Las consecuencias de su malestar se trasladaron al ámbito personal-, contaría Lolei, que destacó la capacidad de su padre por desdoblar su conducta en cada ámbito-. La actividad política seguía primando en su vida-, lamentó.
Siguió participando en actos públicos y asistió con frecuencia a reportajes y debates en el canal de televisión local, donde mostró su apoyo a la nueva fórmula Fernando Solá-Emilio Parodi. Esperaba con confianza su triunfo y el de la UCRP.
En las elecciones del 18 de marzo se produjo un resultado inesperado: las victorias peronistas y neoperonistas, que terminarían de dar un golpe de gracia al gobierno radical nacional.
El justicialismo y sus partidos adherentes ganaron 10 de las 14 provincias, incluido Buenos Aires, con el sindicalista Andrés Framini para la gobernación. Este hecho en particular hizo precipitar los acontecimientos y diez días más tarde el presidente Frondizi era apresado por las Fuerzas Armadas y enviado a la isla Martín García.
El triunfo peronista fue desconocido y las provincias fueron intervenidas.
En sus cuatro años de gobierno, Frondizi había sufrido veintiséis planteos militares y seis intentos golpistas que culminaron con el ingreso de ministros ajenos a sus ideales. En su gestión, se había ejecutado el plan Conintes (Conmoción Interna del Estado), por el que los presos por actividades contrarias al orden público podían ser juzgados por tribunales militares. Pero a pesar de este guiño a la constante presión de las tres fuerzas armadas, el presidente fue cediendo a esas convicciones y se aprobó la participación del peronismo proscripto en las elecciones, confiados en que tendría nuevamente el apoyo del partido que le había ayudado a llegar al poder.
El titular del Senado, José María Guido, se hizo cargo de la presidencia. Oscar Allende, que había dimitido del cargo días antes, dejó la gobernación en manos del interventor Emparanza.
Domingo Cavalcanti no obtuvo su banca en el Senado provincial.



************************************************************************ 


(XX)

Para: Hugo Cavalcanti Palacios
Academia de Idiomas Gref
Calle Santa Engracia 62 4°
Madrid – España

De: Alan Rogerson
I Bradgate Street
Ashton –II-Lyne
Tameside - Manchester

January 3 1984
Hola amigo:
Gracias por tus cartas, la última la recibí hoy, la otra hace una semana. No te escribí antes porque todavía no habías recibido las que escribí hace bastante tiempo. No te preocupes si demoro demasiado, ya me conoces. No es porque no piense en ti, al contrario, lo hago muy seguido. El problema es el de siempre: “buenas intenciones nunca cumplidas”. En Inglaterra, se acostumbra a realizar una promesa cada fin de año, “A New Year Resolutions”; pues esta vez me he prometido escribirte más a menudo, ¿vale?
No sé lo que deberías hacer, a veces es más difícil elegir que no tener las posibilidades. Eso me ha pasado mil veces. Por supuesto quiero que te quedes en España para que estés a mano, pero me doy cuenta, por lo que dices, de que tienes la oportunidad de un buen trabajo. Otra oportunidad, en un futuro, tal vez no la tengas. Es un dilema que sólo tú podrás resolver.
En cuanto a mí, bastantes noticias para darte. Durante las fiestas salí mucho. Me emborraché mucho también. Con mi familia fuimos a una fiesta a casa de una amiga nuestra. Había mucha gente y yo me puse en pedo. Me caí al suelo, vomité en la chaqueta del marido y la representación artística se acabó con una cagada en mis pantalones. ¡Qué vergüenza! Mi madre se puso a llorar. ¡También estaba en pedo, joder! Al día siguiente tuve que dar la cara. Afortunadamente casi nadie se mató en mi cagada.
No te dije en mi última carta que había solicitado empleo en la Banca. Pues ayer me dijeron que no había tenido éxito. Tampoco te dije que si no conseguía este empleo, me marcharía de Inglaterra. Es la verdad, Hugo, me voy a marchar. Se lo dije a mi madre hace unos meses y ya está: me voy.  Sólo quiero conseguir un puesto en el cual pueda trabajar con idiomas, no trabajar en la puta mierda toda mi vida, es decir en una tienda, en una oficina, vendiendo lavadoras o máquinas de escribir. Porque tanto tú como yo queremos our cake and eat it y por eso me voy. Además, como te he dicho, Inglaterra está jodida.
Te dirás, “este tío cambiará de idea”. Pues no, no lo haré. Porque cada semana mi madre va a cambiar a pesetas parte del subsidio de paro que estoy cobrando. Voy a cambiar 10 libras, o sea 2 mil pesetas por semana. Si consigo trabajo cambiaré más. Cuando recibas esta carta tendré unas 4 mil pesetas; no es mucho, pero algo es algo.  Es probable que vuelva a Madrid en septiembre, cuando tenga más dinero y empiecen las clases. No quiero volver allí con el bolsillo vacío. Cuando haya ahorrado lo suficiente le enviaré a Pepé el dinero que le debo.
Bombazo: escribí a Kate Devine. Recibí una carta y parece que me ha perdonado las tonterías que cometí aquella noche. Me invitó a ir a Cambridge, donde trabaja como enfermera. Volverá el día 8 de este mes y saldremos juntos. Me pidió que le mandara tus señas y se las daré. También te daré la foto que me mandó. Tú estás muy chulo, yo muy feo.
Recibí una carta de Josefina. Dale mis recuerdos. También recibí una de Anne Bennet, ¿te acuerdas? Ahora vive en Argüelles y trabaja no sé dónde. Danny me llamó por teléfono cuando estaba hoy en la biblioteca. Mi madre le dijo que volvería para Londres. No estaba contento. Vendrá para aquí el 11 de febrero; el 13 es mi cumpleaños. Tendré 25.
Rob y Jan se casaron. No me invitaron a la boda, me extrañó un poco y no me molestó nada. Tenían mis señas y yo tengo las suyas, viven en Luton, a 50 kilómetros de Londres. Pero no les llamé ni les escribí nada. Si hubiesen querido que fuera me hubieran invitado, ¿no?
Bueno amigo, escríbeme pronto, no bebas tanto. Da mis recuerdos a todos en el bar. Tu amigo que no te olvida, un abrazo muy fuerte
Alan

Lolei. Memorias de lo inconfesable (19)


CAPITULO
19

De vuelta al ruedo como concejal, promediando el 59, Domingo Cavalcanti volvió a ocupar un lugar central en la escena política y mediática local. Ya por entonces, y en medio de disputas por elecciones internas en el seno de las distintas facciones del radicalismo, comenzaba a tomar fuerza la posibilidad de una precandidatura para diputado nacional.
Al mismo tiempo, encumbrados dirigentes se afanaban en lograr la unidad del partido de cara a futuras contiendas. De la mano del diputado nacional Giordano Echegoyen se había logrado una unidad en Mar del Plata, pero que no dejó conformes a todos. Quedaron resabios de la antigua división, que no apoyaban la candidatura del diputado para presidir en comité local.
A principios del 60, Cavalcanti se puso al frente del Movimiento Unificador y encabezó un encuentro a puertas cerradas con delegaciones de distritos vecinos, encuentro que incluyó la presencia de Miguel Angel Ortiz Zavalla, presidente de la Junta Nacional de Unidad Radical.
Pero las gestiones no prosperaron y el radicalismo se debatió en internas para definir candidatos de cara a las elecciones de marzo. Cavalcanti conquistó la minoría, cosechando un interesante caudal de votos.
Sin embargo, la estrategia del partido fue tomando un viraje poco esperado que aumentó las tensiones en los ánimos de la UCR del Pueblo. Y allí el veterano dirigente, una vez más, fue crucial protagonista de la discusión.
A inicios de febrero se realizó una reunión que tuvo como objeto analizar aspectos de la campaña electoral próxima. Se anunciaron algunos hechos sobresalientes: el principal, la visita de Ricardo Balbín para dar el puntapié inicial y la orientación que se le daría a dicha campaña. El eje, en este sentido, radicaba en que no se atacaría a la masa peronista.
De inmediato, el candidato a concejal Cavalcanti se mostró contrario a toda conciliación con el peronismo. A viva voz, detalló que en una reciente reunión en Miramar, se habían impartido órdenes de no atacar a los partidarios del “régimen depuesto”, a lo cual ya había acotado que no aceptaría tales directivas.
A esta posición salió al cruce el secretario de propaganda del comité, Luis Casares, quien replicó que no se trataba de impartir órdenes sino de poner de manifiesto el espíritu de conciliación entre los argentinos que se alentaba desde la UCRP. Agregó que se debía comprender al pueblo peronista y dejar de perseguirlo, pues representaba un sector importante del país, era digno de respeto y de los derechos que la Constitución acordaba para todos los partidos. Y que no debía caerse en el error del gobierno con su política persecutoria. Luego preguntó a Cavalcanti si cuando los conservadores realizaban su política fraudulenta de engaño, de odio y de vergüenza contra los radicales, había protestado como lo hacía ahora con el peronismo. Casares sintetizó el espíritu que campeaba en los círculos dirigentes del radicalismo popular: hay que recapacitar y en vez de orientar esfuerzos en sentido negativo con ataques inconducentes al pueblo, debía criticarse y analizarse la acción dañina del gobierno nacional.
Exaltado, Cavalcanti refutó las acusaciones. Y cuando se discutieron ambos criterios, una mayoría se volcó a favor de Casares, entre otros el concejal Roig y el diputado nacional Giordano Echegoyen.
Cavalcanti anunció que renunciaría a su candidatura a concejal y a su afiliación partidaria, si era necesario. Y se retiró de la sala. Sobre el final del mitin, el diputado nacional Giordano Echegoyen expresó, visiblemente acalorado: “Si es necesario hablar al pueblo peronista para encauzarlo, yo lo haré desde la tribuna. ¡Debemos terminar con los odios y luchar por la pacificación!”.
-Papá era un hombre de convicciones firmes. A veces, más que convicciones parecían caprichos. Era bueno para las arengas, no para el debate. Cuando perdía alguna discusión, en vez de acatar una decisión mayoritaria, propia de una conducta democrática, enseguida cortaba por lo sano, se ofendía y amenazaba con renunciar. Lo hizo montones de veces en la política. Amigos suyos llegaron a contarme más tarde que en realidad no sentía tanto, tanto odio hacia los peronistas. Pero como demócrata íntegro estaba contra toda clase de componendas y no pensaba en claudicar de sus arraigados ideales por unos cuantos presuntos votos. Aún hoy no sé si creerles y cómo interpretar esas palabras-, reconoció Lolei.
Domingo Cavalcanti finalmente no renunció, obtuvo una vez más su banca en el concejo y siguió defendiendo denodadamente sus ideales.
Esto quedó graficado con una anécdota ocurrida en el inicio de sesiones, que es una irrecusable demostración de su talante batallador: “Han comenzado las sesiones en el HCD y ya Don Domingo Cavalcanti, que tiene un genio vivo, puso la primera pica: hay que retirar esos instrumentos de tortura vestigios de la tiranía derrocada en 1955, dijo, refiriéndose a la campana de alarma que un cierto presidente del Concejo colocó precisamente para llamar la atención del brioso concejal radical y ahogar su voz cuando la levantaba a alto tono para enrostrar alguna pellejería. El presidente sonrió socarronamente al oír la protesta de Cavalcanti. Moriondo también sonrió por lo bajo… y los demás concejales, sin decirlo, estaban apoyando la idea del concejal radical”.


*********************************************************************

(XIX)

Para: Hugo Cavalcanti Palacios
Academia de Idiomas  Gref
Calle Santa Engracia 62 4°
Madrid – España

De: Alan Rogerson
I Bradgate Street
Ashton –II-Lyne
Tameside - Manchester

Sunday 11 December 1983

Hola amigo:
Hoy es domingo y por fin me he puesto a escribir cartas, siendo la tuya la más importante. Si no las escribo hoy no lo haré hasta la semana que viene, porque salgo los domingos y me cojo unas merluzas que tardo dos o tres días en reponerme. Opino que es mejor escribir antes que empiece la borrachera, ¿verdad?
Aquí ningún cambio; sigo parado y como le pasa a mucha gente, creo que no podré conseguir trabajo. No me hago ilusiones, pero al mismo tiempo no me doy por vencido. ¿Y tú, qué tal las clases? ¿Tiene muchos alumnos? Estoy contento de que ganaras las elecciones en la academia. Tú también debes sentirte orgulloso, campeón cinco años seguidos… ¿batiste récord? Y Vinicio, elegido como el profe más interesante… Pobre Vinicio, es buena persona pero un plomo perdido. Algo debe tener, pues es más exitoso que nosotros con las chavalas. Tal vez porte una polla enorme…
No recuerdo si te lo dije, pero las fotos han sido reveladas. No las tengo ahora, se las envié a Danny y me las devolverá en cuanto las tenga. Te enviaré alguna. Las sacamos en Manchester cuando fuimos de cachondeo. No todas han salido bien. Ya verás la tripa que yo tenía aquel día por la cantidad de cerveza que bebí.
Supongo que pronto habrá fiesta de Mme. Chardy… Sí, amigo, me acuerdo aquella noche, después de la comida nos cogimos una tajada en Akela, yo compré una ronda y todos los demás se fueron sin invitarme. Tú te enfadaste, ¿te acuerdas? También tenías miedo de que llegara borracho, y estaba bien, llegué medio pedo y me puse a eructar a causa de la salsa picante.
Y en Nochevieja tú y yo fuimos a la Puerta del Sol, allí nos cogimos otro pedo y no nos acordamos cómo volvimos para casa. ¡Joder, tío, nos cogíamos unos pedos bien gordos! Pero gracias a ti la pasé bien. Debo darte las gracias por mucho. Te debo tanto porque para mí has sido (y sigues siéndolo) mi mejor amigo. Yo no merecía un amigo como tú, porque quieras o no fui yo quien te empujó al borde de la quiebra. Y si un día me hubieses dicho ‘¡basta!’ ya no me habría quejado, muchas veces no merecía tu amistad. Mucha gente no podría aguantar a una persona como yo. Tú lo hiciste. Gracias por todo, querido amigo.
Acabo de comprar una lata de ‘Do It Yourself Beer’: hierves el agua, pones el líquido y lo dejas. La cerveza es como un niño, tienes que amarla, hablar con ella, protegerla, echarle piropos a medida que se fermenta, y el resultado es una borrachera acojonante. Cada lata contiene 40 pintas, o sea 120 cañas, y la cerveza es dos veces más fuerte que la española. Ha sido una de mis mejores inversiones.
¿Irás a casa de Ronnie en Navidad? Veté allí, tiene un autoservicio cojonudo. Es muy fácil: abres el armario, coges una botella y ya está. Yo lo he hecho y es una maravilla.
He escrito a Pepé y a Josefina. ¿Sigues yendo allí? ¿Por qué no vas al bar Peterson? Caías muy bien a José y a Julio. Además, de vez en cuando ponen música andaluza. A mí no me gusta nada. Esta semana iré a Manchester a ver si consigo la cinta; habrá más posibilidades allá.
Son las 3:30 aquí y se está haciendo de noche. Dentro de 3:30 horas estaré en el pub. Se abre a las 7, a las 8:30 estaré medio en pedo, a las 9:30 en pedo y a las 10:30, pedo gordo. Se cierra a las 10:30, no atienden después de esa hora.
Bueno, amigo, te deseo Merry Xmas and a Happy New Year. I hope next year I’ll be able to see you. I miss you, don’t get too pissed over Xmas. I’ll only be getting pissed because it is my duty to the Fatherland. Take care. Your friend, thinking about you
Alan

PS: Ya son las 4, así que la borrachera empezará dentro de 3 horas. Estoy esperando. No dejo de mirar el reloj.
PS1: Ahora faltan 60 minutos para la borrachera. Son las 6 en punto.
PS2: Ahora faltan 10 minutos para las 7. Me he puesto guapo, con traje, corbata, etc. Te escribiré al volver. Acaba de empezar a nevar. Voy a salir a dar una paliza a los abstemios…
PS3: Lunes a las 2 de la tarde: Anoche obtuve un buen resultado: me cogí un pedo bien gordo. No beberé hasta el domingo que viene. Esta mañana recibí una carta de René; está bien. Me dice que no te ha visto y pregunta por ti. Deberías ir a verlo, se queja porque lleva bastante tiempo sin poder cogerse un pedo, ¡joder!. 

Lolei. Memorias de lo inconfesable (18)


CAPITULO
18

Ese año, el 58, la cosa fue cambiando para Lolei, para su familia, para el país. Ya desde temprano los estudios fueron cediendo lugar a otras actividades que no estaban en los planes. Si bien es cierto que progresó en el inglés, no logró enlazar el mismo interés en la facultad. Sí a través de la universidad ensayó un tibio acercamiento a la militancia política, a través de la Unión Universitaria, que hizo su estreno ese año ganando las elecciones del centro de estudiantes de la facultad de Derecho.
La agrupación, liderada por Sergio Karakachoff, reunía militantes de varias facciones y apoyaba al candidato de la UCR del Pueblo, Ricardo Balbín, que había perdido en febrero las elecciones presidenciales con Arturo Frondizi, de la UCR Intransigente. En ese espacio militaba el nieto de Balbín, Enrique, gran amigo de Karakachoff.
Lolei contó que llegó a tener una estrecha relación con ambos, pero el vínculo no traspasó los términos políticos.
No llegó a ser como su padre, un ferviente representante de la UCR del Pueblo y apasionado defensor de una política que buscaba desperonizar el país con métodos represivos. Tampoco defendió a viva voz la actuación del gobierno militar de la Revolución Libertadora.
En la Unión Universitaria, de tendencia antiperonista, había socialistas, anarquistas e independientes, aunque la mayoría eran radical y fuertemente opositora también al gobierno de Frondizi.
A fines de 56, Frondizi, presidente del Comité Nacional de la UCR, había propuesto declarar un candidato a presidente de la Nación que pusiera presión al gobierno militar para convocar a elecciones. La moción fue apoyada por la mayoría del Movimiento de Intransigencia y Renovación (MIR) y aprobada por la Convención Nacional reunida en Tucumán, que nominó a Arturo Frondizi como candidato de la UCR a presidente de la Nación, acompañado por Alejandro Gómez.
Frente a esa decisión, los sectores balbinistas del MIR, que se habían opuesto a nominar un candidato sin recurrir al voto directo de los afiliados, se separaron del Comité Nacional y constituyeron otro Comité Nacional presidido por Crisólogo Larralde, con el nombre de Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP).
Por su parte el sector frondizista, que contaba con importante presencia juvenil, tomó el nombre de Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI).
La UCRI definió un programa inspirado en la Declaración de Avellaneda, con nuevos componentes industrialistas que irían dando forma a su adhesión al desarrollismo.
La UCRP se identificó más claramente con la Revolución Libertadora, y convocó a elecciones internas para definir los candidatos por el voto directo, en las que se impuso Ricardo Balbín, acompañado de Santiago H. del Castillo y venciendo al unionismo tradicional que impulsó la fórmula Zavala Ortiz-Sanmartino.
En 1957, el gobierno convocó a una convención constituyente, como paso previo a las elecciones nacionales para elegir nuevo Presidente y el resultado más significativo fue la eliminación de la Constitución de 1949 en virtud de una Proclama del 27 de abril de 1956, que estableció la vigencia de la Constitución de 1853, ratificada por la Convención Constituyente de 1957.
Con el peronismo proscripto, el triunfo fue para la Unión Cívica Radical del Pueblo, que obtuvo 2.117.160 votos contra la Unión Cívica Radical Intransigente, que obtuvo 1.821.459. Pero debido a que los votos en blanco no se computaron, pocos repararon en las consecuencias políticas del hecho de que las personas que votaron en blanco (2.119.147) superaron al partido más votado, la UCRP. La mayor parte de esos votos en blanco provenían de peronistas, cuyo partido había sido ilegalizado.
El 23 de febrero de 1958 se realizó la elección para presidente. Los dos principales candidatos eran radicales: Arturo Frondizi (UCRI) y Ricardo Balbín (UCRP). Los votos de la población que adhería al peronismo se volcó francamente en favor de Frondizi –tras un pacto hecho con el exiliado ex presidente Perón, pacto que Frondizi terminaría “traicionando”-, quien triunfó con 4.049.230 votos, y en todas las provincias, contra 2.416.408 votos que obtuvo Balbín. En la provincia de Buenos Aires la gobernación quedó para Oscar Alende, de la UCRI, y la intendencia de Mar del Plata fue una vez más para el socialista Teodoro Bronzini, que se mantendría en el cargo hasta 1963.
Fue un duro revés del radicalismo marplatense –teniendo en cuenta que el Partido Socialista logró la intendencia y la mayoría de las bancas en el concejo- que profundizó la división en los varios bandos del partido.
El 1 de marzo de ese año Domingo Cavalcanti presentó su renuncia como miembro de la Unión Cívica Radical del Pueblo del partido de General Pueyrredón, pero la dimisión fue rechazada por una Comisión Especial de 15 miembros, conformada especialmente para tratar el asunto.
En mayo de ese año, el ex concejal fue agasajado por un grupo de correligionarios por su destacada labor en el partido. El homenaje consistió en una cena realizada en el restaurante ‘La Revoltosa’ y en su transcurso le fue entregado un pergamino recordatorio firmado por todos los presentes. José Ravanelli, en representación de los asistentes, trazó a grandes rasgos la personalidad política del agasajado, destacando su permanente lucha al servicio de la libertad y la democracia.
Vivamente emocionado, Cavalcanti agradeció con oportunos conceptos el testimonio de afecto ofrecido por sus amigos y correligionarios, señalando su disposición futura al servicio de los ideales de toda su vida.
El decidido retorno al terreno político del veterano dirigente cobraba un nuevo impulso y sus apariciones públicas eran subrayadas con cálidas muestras de aprobación. En un acto de reafirmación y desagravio al general San Martín, organizado por el Movimiento Cívico Revolucionario y la Junta de Acción Civil, don Domingo puso nuevamente en relieve, en vivo discurso, la destacada actuación de la Revolución Libertadora en pos de la recuperación de la libertad del pueblo. Los nombres de Aramburu y Rojas fueron aplaudidos y vivados en cada mención. Hizo alusiones a la actuación de la prensa, que le valieron una encendida respuesta del periodista del diario capitalino La Nación, Roberto Barili.
Las disidencias domésticas en el radicalismo tenían su correlato en la moderada participación que Lolei había iniciado como seguidor de la Unión Universitaria en la facultad de Derecho de La Plata. Su oposición al modelo frondizista los llevó a sostener una estrategia, que era impulsar en cada facultad una alternativa de grupos de izquierda, con diferentes nombres. ADER en Medicina o Impulso en Humanidades, por ejemplo, contribuyeron a la Unión a ganar varias elecciones estudiantiles y, un par de años más tarde, posibilitarle la llegada a la presidencia de la Federación Platense de Estudiantes.
Invitado por las huestes de Karakachoff, Lolei también se acercó al comité de los radicales del pueblo platenses, bastión de Balbín en la ciudad. Pero la proximidad fue efímera. A su flojo desempeño como estudiante, se añadió el ingreso al ministerio de Hacienda y Economía y Previsión de la Provincia, con el cargo de Inspector. Sería su primer trabajo formal de los varios que tuvo en dependencias oficiales.
Ese año en la facultad rindió sólo una materia, Derecho Procesal, y fue aplazado. Se imponía un impasse que lo haría dilatar el curso de su carrera por varios años.
-Cuando entré en el ministerio me aboqué de lleno al trabajo. No era una tarea agradable-, recordaba mientras compartíamos un vino en una fría noche de agosto-. Ser inspector te obligaba a realizar controles en los comercios, en oficinas, en negocios de muchos barrios. Y no siempre se recibía un buen trato de parte de la gente. Pero ganaba un sueldo modesto que me alcanzaba para mis gastos, sumados a lo que recibía de mi familia. Ya había empezado a dejar de lado la carrera, en parte porque estaba distraído con otras cuestiones y no tenía ánimo para estudiar. Aunque me gustaba ir a la facultad, donde se vivía una ferviente agitación política. Sumarme a la Unión, de la mano del Ruso Karakachoff, me permitió conocer a mucha gente valiosa y resuelta, con fuertes convicciones. Pero también con grandes diferencias, porque había anarquistas, socialistas, y hasta algunos peronistas. Se debatía por un proyecto de unificación que hiciera frente a la postura oficial. Lo mismo pasaba en el partido radical, donde participé de algunas reuniones. Mi papá veía con buenos ojos mi acercamiento al partido del cual él era firme militante. Se emocionó mucho cuando le conté que había estado reunido con el Chino Balbín, e incluso me pidió que le enviara sus saludos y sus respetos. Pero después no lo vi más, porque me alejé del ambiente y también de la universidad. Tuve una fuerte discusión con un compañero y casi terminamos a las trompadas. Si bien todos actuábamos como antiperonistas, tanto odio incontrolado y exacerbado hacia el peronismo me estaba despertando dudas. No lograba entender que para combatir una tiranía, los sectores que defendían a ultranza la libertad y la democracia también defendieran a un gobierno que perseguía, detenía y fusilaba opositores. Y hasta tenía la insolencia de secuestrar un cadáver para deshonrar al enemigo. Reconozco que yo no era brillante a la hora de entender muchas cuestiones políticas y que mis mayores influencias nacieron desde mi familia y mi entorno de amistades, pero íntimamente empezaba a sentir un halo de injusticia y fanatismo sectario que excedía a cualquier bandería. Ahora distingo que no me daba cuenta cabalmente qué era todo lo que estaba pasando y, sobre todo, lo que se venía. La cuestión también me afectaba personalmente. Papá, incluso, que había decidido alejarse y luego daba marcha atrás, ya por entonces se perfilaba como candidato a ocupar cargos superiores a los que había accedido. Entonces continuaba adelante con su lucha y su carrera, dejando en segundo plano, como siempre lo había hecho, a toda la familia y hasta las cuestiones laborales en la inmobiliaria. Su dedicación plena hacia a la política lo llevó a posponer obligaciones hogareñas. Y si bien su carrera me hacía sentir orgulloso porque me resultaba provechosa en varios aspectos, con el tiempo esa perseverancia se fue transformando en antipatía y resentimiento hacia él, hacia el partido radical, hacia la política. Hasta que llegó el momento en que empezó a chuparme un huevo cualquier tema relacionado con la política. Durante un buen tiempo lo sentí de esa manera. Fue por aquella época en que me dediqué firmemente al trabajo, a seguir estudiando inglés, a leer mucha literatura y a retomar mis inquietudes como escritor, que venía ensayando relajadamente desde mi llegada a La Plata. La frutilla del postre fue Lola, a quien conocí por aquellos días, y con quien terminaría casándome unos años más tarde.



 ******************************************************************************


(XVIII)
Para: Hugo Cavalcanti Palacios
Academia de Idiomas Gref
Calle Santa Engracia 62 4°
Madrid – España

De: Alan Rogerson
I Bradgate Street
Ashton –II-Lyne
Tameside - Manchester


1st December 1983
Hola amigo:
Gracias por tu carta, la recibí hace dos días. Tardo dos días en escribirte porque acabo de encontrar la letra de la canción “Maybe it’s because I’m a londoner”. Todavía no he encontrado la de la canción Roll out the barrel.
Al recibir tu carta fui a la biblioteca y la encontré. El bibliotecario me dijo que alguien se había llevado el libro que contenía la letra de la otra canción, así que en cuanto devuelvan el libro te la mandaré.
En cuanto a la cinta que me pediste, la buscaré este fin de semana, cuando tenga más tiempo. No creo que la tengan en Ashton, por lo que iré al centro Downtown.
Por las cartas que he recibido, te noto triste y melancólico. ¿Qué pasa? Estoy seguro que los problemas en tu tierra se resolverán y un día podrás volver, marcharte de España sin problemas financieros.
No estoy al tanto de la política de tu país, pero me parece que si ha ganado el partido de tu padre, ha perdido el partido de la clase obrera, dado que en realidad no hay partidos de izquierdas allá, y la izquierda y su liderazgo, efectivamente, fue aplastado durante la “guerra sucia”. Me compensa que ese resultado te vaya a facilitar la cosa y te lo digo con total sinceridad. Alégrate, amigo; me entristece que estés pensando en volver. Ya sé que debes pensar en el futuro y en lo que quieres obtener en esta vida, pero desde un punto de vista egoísta no quiero que vuelvas. Pues si te regresas, no nos volveremos a ver más. Y yo te quiero ver porque eres uno de los mejores amigos que he tenido. Sé que he sido muy afortunado, porque amigos como tú ‘don’t grown on trees’, como decimos aquí.
Aquí, sin novedades. Sigo buscando trabajo, sigo cobrando el subsidio de paro. No pagan demasiado, una mierda me dan, pero estoy contento de estar con mi familia. ¡No confundas! No estoy contento de estar en Inglaterra, ¡qué va!, me quiero marchar de aquí. Es la hostia…

La semana pasada mi hermana Lynda y yo fuimos al pub, nos cogimos una tajada y acabamos por discutir. La cosa no ha cambiado tanto. Mi hermana está interesada por la Segunda Guerra Mundial y compró un video llamado “Tren especial para Hitler”. Pensamos que era una película sobre guerra, pero ¡qué sorpresa!, era una película pornográfica… Una pandilla de chicas follando, chupando pollas, lamiendo coños, etc, etc. Yo estaba sentado, en silencio, con la polla tiesa, riéndome. A mi hermana no le gustó nada. Fingí no haberme interesado por la peli. De hecho, le dije a mi madre ‘fue la peor película que he visto en mi vida’. Cuando las dos se acostaron volví a mirarla. En total la he visto unas cuatro veces. Mi madre se lo contó a mi cuñado. Él se la llevó y también la vio… Antes yo estaba en contra de la guerra, ahora me digo que no es mala cosa. He escrito al primer ministro alemán, ofreciéndome como militar…
Sigo aprendiendo portugués y pienso que me defiendo bastante. El problema es que ya no estudio castellano y me parece que se nota mucho. Saqué de la biblioteca el libro “La noche en que mataron a Sánchez Sotelo”; trata de acontecimientos de la guerra civil. Es muy interesante y aunque hay palabras que no conozco, el libro no me hace tanto lío.
No escribo a Pepé desde hace bastante tiempo. Dile que sigo pensando en él. Dale mis recuerdos. Intentaré mandarle algún dinero cuando pueda, se ha portado muy bien conmigo.
¿Quién es ese tío Sardy? ¿Es un buen chaval o un cabrón? ¿Se cree repipi? ¿Habla bien el inglés? ¿Habla el inglés de un libro o el de la BBC? Como alguna vez te dije, poca gente habla así, y si hablara conmigo o con gente de la región, sabría muy de prisa que este inglés que tantos admiran e intentan imitar no le serviría para nada. Fíjate, a Danny le costó trabajo entender a mi madre, y a mi madre le costó entender a Danny, así que ya ves: lo que se aprende en la escuela y lo que se habla en la calle son dos cosas muy distintas. El mismo rollo debe ser en España, en Francia, en Alemania, dondequiera que sea.
Pobre Vinicio, lo siento por él, no es mala persona pero sí es un plomo. A mí a veces me caía bien. Cuéntame sobre la celebración que vais a tener en casa de Mme. Chardy y si sacan fotos, enviáme alguna. Di a Josefina que le escribiré esta semana. Manda recuerdos a todos.
Te iba a mandar esta carta el viernes pero el sábado, como lo prometí, fui a comprar la cinta. No la tenían, me aconsejaron ir al centro. Allí ni la conocían y además sin el nombre del cantante es mil veces más difícil localizarla. Luego intentaré otra vez. Si conoces la cinta dame más información para poder encontrarla.
Este fin de semana salí y ¡joder, me cogí tres pedos gordos! Ayer tenía una resaca que ni veas, tío. Esta tarde (martes) iremos a cenar con toda la familia a casa de mi cuñado. Yo no quería ir, prefiero quedarme en casa. Mi madre se empeñó en que yo fuera porque dice que a lo mejor el año que viene no estaré… Lleva razón.
Mi amigo Gary me dejó una película súper pornográfica. Era fenomenal. Entradas por la boca, por la puerta de atrás, mamadas, pajas, todo tipo de pornografía. Me gustó mucho.
Anoche vi un programa sobre la guerra de Malvinas, desde el punto de vista argentino. La película fue realizada por argentinos y relata los hechos como se dieron, no como los interpretó el puto gobierno británico. Además, fue realizada por gente trabajadora y no por el gobierno, así que lo que vimos fue una interpretación libre de maquinaciones gubernamentales. Me gustó mucho.
Mañana por la tarde voy al partido de fútbol Manchester United – Oxford. Es la revancha del partido de copa. En el primero, jugado en Oxford, empatamos.
Tal vez vea a Rob y Jan en Navidad. Se casan pronto. Si sacamos fotos te enviaré alguna.
Escríbeme pronto y te doy un abrazo muy fuerte, mi mejor amigo. Una cosa más: ALEGRATE, ¿vale? 
Muchos cariños

Alan