CAPITULO
16
-Cuando
Marito Browne conoció mi casa de La Plata cuando La Plata ya no se llamaba
Ciudad Eva Perón desde hacía unos cuantos años y, claro está, el peronismo ya
era un movimiento derrocado y proscripto. Por aquellos años yo trataba de
seguir adelante con el estudio, aunque debo reconocer que muy bien no me iba. O
al menos no lo bien que yo quería.
Pasaron
varios días de aquellas interminables jornadas de charlas que se iniciaban con
la cena y culminaban a cualquier hora de la madrugada. El viejo iba
desempolvando carpetas y baúles repletos de recuerdos y me exhibía su pasado
con el interés de quien tiene delante a un biógrafo, no a un amigo.
Cuando
se lanzaba a contar cualquier episodio de su vida, a menudo se tornaba tan
puntilloso que daba la sensación de tener todo guionado y estudiado de memoria.
A excepción de algunas anécdotas dispersas, o cuando hablábamos de algún libro
en particular, o de la comida del día siguiente, casi no se hablaba de otro
tema que el elegido por él.
Tal
vez por esa razón debió comportarse tan ansioso y descontento aquellos días en
que no le di cabida a sus cuentos. Sea por cansancio, por desidia, por estar
angustiado, no lo recuerdo, durante casi una semana no presté mayor atención a
sus pedidos y me limité a cumplir con mis obligaciones cotidianas, sin
regalarle más tiempo de lo necesario.
Seguramente
fue un viernes –el día que terminaba mi semana y podía darme el ínfimo lujo de
trasnochar y beber una justa dosis de alcohol- cuando recuperamos esa amable
costumbre y el viejo volvió a sentirse a sus anchas con sus crónicas.
-Había
arrancado bastante bien, ilusionado y con expectativas en la carrera y en la
nueva vida de estudiante. Cursé y rendí exitosamente varias materias en el 54.
Aprobé Introducción al Derecho, Derecho Romano, Derecho Político y Derecho
Comercial. No estuve bien en Derecho Internacional Público. En el 55 hice la
colimba, hasta diciembre. Fue un año perdido, en varios sentidos. Para mi
familia fue un orgullo que integrara las filas del ejército en los días de la
histórica caída del “tirano”, aunque yo no me hubiese movido un metro fuera del
cuartel. Lo cierto es que se vivían días de euforia en la ciudad y en el seno
familiar, por la copiosa y efectiva actuación de mi padre en lo que denominaban
una verdadera “gesta libertadora”.
De
hecho, a finales de ese año, a instancias de una resolución refrendada por el
comisionado municipal Celso Aldao, y a instancia del Ministerio de Gobierno
provincial, don Domingo fue convocado para integrar la Comisión Investigadora
Municipal, que tendría a su cargo la misión de indagar irregularidades de las
actividades ilícitas que habrían acaecido en órganos y dependencias estatales
durante el gobierno recientemente depuesto. La comisión estuvo integrada
también por los vecinos Manuel Crovetto, Rufino Inda, Osvaldo Nofal y José
María Vicario.
El
ex concejal radical también fue uno de los oradores principales en un acto
organizado por la Comisión Popular de Homenaje al diario El Trabajo, que
colmó las instalaciones del club Bristol. Otros panegiristas del encuentro
fueron los referentes del socialismo Fermín Zubillaga, Teodoro Bronzini y
Américo Ghioldi.
En
su encendido discurso, Domingo Cavalcanti rindió homenaje a la gestión
patriótica del gobierno provisional del general Pedro Aramburu y su
vicepresidente, contralmirante Isaac Rojas, y sostuvo que la revolución
libertadora había abierto las puertas de las cárceles del país para que
salieran de ellas los hombres dignos, y penetraran al lugar que les
correspondía los ladrones públicos y los corruptores de la moral ciudadana.
-Las
fiestas de fin de año y parte de enero del 56 las pasé en Mar del Plata, junto
a mi familia y con escasas salidas con mis amigos. Me dediqué a descansar y
leer mucho. Se respiraba demasiada política adonde quiera que fuera, por lo que
elegí inclinar mis preferencias hacia la literatura: novelas, poesía y Borges,
a quien desde hacía bastante tenía abandonado. Por esos días descubrí a Julio
Cortázar a través de Bestiario, un volumen de cuentos del año 51, que
aún conservo. Neruda, León Felipe, García Lorca, Gabriela Mistral, Alfonsina
Storni, Oliverio Girondo formaron parte de mis preferencias poéticas. También
iba al cine, con mi hermana Delcia a veces, aunque la mayoría de las veces prefería
ir solo. Tenía largas charlas con mi madre, sobre su vida, sobre mi futuro,
sobre la intervención cada vez más denodada de mi padre en la política. A
mediados de febrero volví a La Plata.
Domingo
Cavalcanti prosperaba en sus intervenciones públicas en defensa del nuevo
gobierno. En febrero, en un acto en la plaza San Martín, y ya como parte del
Movimiento Cívico Revolucionario, volvió a emitir palabras elogiosas hacia los
principios de la Revolución Libertadora y propugnó la supervivencia de los
valores morales sobre la demagogia y los intereses y aspiraciones personales.
Junto a dirigentes nacionales y provinciales de esa corriente, señaló que la
Nación se hallaba en la senda de la paz y que frente a una realidad tangible,
debía la ciudadanía justificar ante la historia que todos estaban hartos de
doce años de vergüenza y de ignominia.
“Estamos
ante la construcción de la patria sin rencores ni odios”, dijo. Y finalizó
enfatizando que “la ciudadanía debía decidirse en los próximos comicios por la
paz y la democracia y contra una nueva tiranía”.
Luego
se leyó una proclama del Movimiento en el que se condenaba al comunismo y los
extremismos totalitarios, discurso que despertó una ovación de la multitud
hacia los oradores, principalmente el arquitecto Adolfo Sánchez Zinny,
presidente de la agrupación.
Pese
a la exposición pública y la activa participación, inesperadamente, con el
correr de los meses don Domingo fue tomando distancia de la arena política,
sobre todo del partido local, que en consonancia a lo que ocurría a niveles
superiores, comenzaba a mostrar sus divergencias internas.
Es
que el Movimiento Cívico Revolucionario, constituido con el designio de
sostener los principios de la Revolución Libertadora, estaba integrado tanto
por hombres que, en su mayoría, no tenían ninguna filiación política, como de
ciudadanos que militaban en agrupaciones democráticas. Decían responder a una
opinión pública independiente. Y consideraban inaceptable que fuerzas políticas
que pretendían ejercer el poder fueran acompañadas por organizaciones
repudiadas por la mayoría del pueblo argentino, como el partido Comunista,
contrario a la democracia y al sentimiento católico.
Sin
embargo añadían que existían sectores aliados con el comunismo que fueron
depuestos por el gobierno revolucionario y con los cuales resultaba conveniente
proclamar una alianza.
Para
el Movimiento, era más respetable el peronista que seguía siendo peronista que
aquel demócrata que, tras haber contribuido a destruir al peronismo, procuraba
utilizarlo como peldaño para un triunfo electoral. Al parecer, la defensa de
esta concepción no habría sido bien recibida en un sector del radicalismo y
Cavalcanti, contrariado, se fue alejando del partido y de la actividad
política.
Su
última aparición antes del eclipse fue en mayo de ese año, el 56, cuando
presentó ante la prensa el resultado del trabajo de la Comisión Investigadora
Municipal encargada a fines del año anterior.
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(XVI)
Para: Hugo Cavalcanti
Palacios
Academia
de Idiomas Gref
Calle
Santa Engracia 62 4°
Madrid
– España
De: Alan Rogerson
61 Adams Gardens Est.
Rottherhithe
London – England
19
October 1983
Querido amigo:
Gracias
por tu carta, que recibí esta mañana. Aquí la cosa no anda ni bien ni mal:
regular. Sigo sin trabajo y sin piso. No creo que la cosa vaya a cambiar y ya
he hecho planes si esto sigue así. Probabilidades: si hasta enero no tengo nada,
en febrero volveré a Madrid. Sigo mandando dinero a mi madre para tener
bastante cuando llegue el momento y poder apañármelas. Quisiera encontrar un
piso (sigo soñando) y quisiera trabajar como un loco. ¡Cómo me gustaría tener
la oportunidad aquí, para ahorrar un poco!
Si
volviera a España, te lo juro Hugo, ya nunca regresaría a Inglaterra, sólo a
visitar a mi familia, o de vacaciones. Mucha gente me ha preguntado: ¿por qué
volviste?.
Y
ahora me lo estoy planteando seriamente.
Cada
vez que me escribes recuerdo los buenos tiempos que pasamos juntos… Cuando
dejaste una mierda en la cocina de René y él no se dio cuenta sino hasta el día
siguiente. Cuando nos sentábamos en Moncloa a empedarnos y discutir. Cuando
Vinicio nos llevó a Moncloa y nos aburrió… pobre Vinicio. Cuando me enfadé con
José Luis porque no quería darme más crédito. Cuando salí con Kate dando
traspiés mientras intentaba besarla… Sí, todo eso me trae buenos recuerdos.
Siento
que Julio se esté desperdiciando. No sé, le cogí afecto a pesar de su forma de
ser, me caía muy bien.
La
semana pasada fui a Manchester a ver a mi madre. Llevé a una mujer. La pasamos
bien. Cuando estoy con mi familia salgo muy poco, me quedo en casa y paso de
todo. Quiero mucho a mi madre y a mi hermana y el hecho de que esté con ellas
es suficiente. Claro, el domingo me cogí una tajada con mis amigos, pero es
diferente. Son unos chavales acojonantes y me da tristeza que hagan siempre lo
mismo. Si volviera ahora mismo sabría en qué bar encontrarlos. Yo esa vida no
la quiero…
Fui
a la cancha. Mi equipo, el Manchester United, ganó 3 a 0. Vamos a ganar la
liga.
En
tu primer párrafo pusiste que debería seguir escribiendo. No quiero molestarte
ni ofenderte, pero cuando leíste mi diario perdí las ganas de escribir. Me
preguntas si he leído tus comentarios, pues la verdad es que no. Nunca he
abierto el diario, no quiero verlo. Los comentarios serán para otras personas,
no para mí. Ya está.
Espero
que puedas volver a Argentina. Sería una pena que no pudieras; la crisis
económica nos afecta a todos. Y no entiendo por qué no puedes salir con dinero;
basta con meter algunos billetes en tus calcetines, en calzoncillos, en
bolsillos, en la maleta, en cualquier sitio, nadie lo sabrá. No creo que te
vayan a cachear. No lo sé… espero que te salga bien.
Acabo
de volver de mi clase de castellano y pregunté a mi profe lo que pediste. Me
dijo que sí, conocía a Almafuerte, era escritor. También me preguntó si tenías
apariencia de socialista. Y si en Buenos Aires aún te llaman ‘Bombachitas’.
Me
alegro que Rafita esté saliendo con una chica, aunque sospecho que le irá mal.
Imagínate: Rafita con su polla bien colocada en la boca de la chica, estará
culeando y al mismo tiempo leyendo sus libros. Y con Pepé a su lado, en la
misma posición, desnudo, calculando las facturas que tiene… ¡Qué cabrón soy,
los dos me caen muy bien!
¿Cuántas
cartas me mandaste? Hay algunas cosas que no comprendo, porque en mi última
carta puse que yo estaba un poco chungo y sin embargo tú comentaste lo
contrario. Hace un par de semanas escribí a Pepé, a Josefina, a René. En la
postal puse López pero en la carta puse Rodríguez. A lo mejor mi carta se
perdió y todavía ellos no han recibido nada. O te mandé a ti las que eran para
ellos. No lo sé… un quilombo, como dices tú.
Tu
jersey no lo tengo, te lo juro. He buscado por todas partes. A no ser que lo
haya perdido; no me extrañaría. Hoy llevo puesto un jersey azul, es el que me
compraste para mi cumpleaños. Dime cuándo es el tuyo, me gustaría enviarte
algún regalo. Amigo, te quiero mucho y te echo de menos. Escríbeme pronto
Alan
PD:
El sábado hay una manifestación en Londres. Si sale en la tele, búscame. Estaré
medio pedo gritando entre la multitud… Dime si podré escribirte cuando estés en
Argentina. Y no te olvides de contestarme cuántos años cumples. ¿48, 49?
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