jueves, 24 de diciembre de 2020

El desafío de no aislarse en medio de una pandemia

 

... La incertidumbre era tan concreta que sólo podía combatirse con decisión. Y la decisión fue no esperar, no detenerse, quitar nuestro freno de mano a los planes previstos sin medir riesgos ni consecuencias. En épocas de retracción, Nido de vacas escogió la opción de la expansión.





A principios del mes de marzo (hace apenas nueve meses, quién lo diría), los integrantes de Nido de vacas estábamos rodeando una mesa bajo la parra y el calor generoso de un verano en retirada. El mate todavía podía compartirse y entre vuelta y vuelta se iban diagramando planes para el futuro cercano. Las noticias del Covid-19 comenzaban a ocupar las primeras planas; recién se conocían los primeros casos positivos en el país, se activaban protocolos sanitarios en aeropuertos y fronteras, la alarma estaba encendida aunque aún no resonaba con fuerza.

Apenas una semana antes nos habíamos quedado con las valijas armadas porque como prevención frente a esos primeros casos importados, se suspendía la Feria Leer, en San Isidro, de la cual la editorial participaría por primera vez (imagínense el entusiasmo y la expectativa que teníamos). Teníamos programados otros eventos; acompañar a uno de nuestros autores a una charla en Capital y a otro a una presentación de su libro en Luján. Marzo pintaba movido y abril no se le quedaba atrás, porque en el horizonte se asomaban otras charlas, otros viajes, otras ferias. Y en medio de esa vorágine de programaciones y planes, se sintió el chirrido de un freno de mano: el país se paraba. Aquella tarde bajo la parra y entre mates compartidos trabajábamos, además, en próximas publicaciones; uno de los autores nos acompañaba. Promediando la tarde, el anuncio se hizo oír: a partir de esa medianoche, se decretaba el aislamiento social preventivo y obligatorio para todo el país. Cada uno se marchó a su casa sin vislumbrar todo lo que se venía.


Como editorial, debimos enfrentar no sólo realidades individuales marcadas por drásticos cambios de rutinas; también definir cómo situarnos frente una realidad general en franco desajuste, con encierro y limitaciones sociales, con parálisis comercial, con quietud económica, con humores cambiantes. ¿Qué hacer con los proyectos en marcha? ¿Cómo sostener lo hecho sin caer en el olvido? ¿Valía la pena seguir o esperar que todo pasara? Pero, ¿cuándo pasaría todo? La incertidumbre era tan concreta que sólo podía combatirse con decisión. Y la decisión fue no esperar, no detenerse, quitar nuestro freno de mano a los planes previstos sin medir riesgos ni consecuencias. En épocas de retracción, Nido de vacas escogió la opción de la expansión.

Aún no sabemos si la decisión fue la mejor; sí podemos confirmar que esa elección nos mantuvo en movimiento y nos permite llegar a este final de un año (olvidable en muchos sentidos) con la modesta satisfacción del deber cumplido.

Cambiar sobre la marcha, adecuarse a las circunstancias. El aislamiento y la detención de los cuerpos movilizaron la virtualidad. El cambio de hábitos cotidianos y prácticas relacionadas con la lectura y el modo de consumir y acceder a los libros, pusieron a las editoriales frente a una postergada digitalización. Así, las redes sociales y el comercio electrónico cobraron impulso y se transformaron en las herramientas más eficaces (por momentos, las únicas) para sostener la visibilidad del proyecto.


En aquellos días de encierro, de librerías cerradas, de actividades estancadas y, como consecuencia, de una acelerada y abrupta caída de ventas, decidimos, sin embargo, emprender una campaña de liberación de obras en formato PDF, a través de este blog. 

Casi tres mil visitantes accedieron a la plataforma en los quince días que duró la promoción, en lo que resultó ser una campaña de baja rentabilidad (pese a que se habilitó un enlace de colaboración) pero de alta incidencia en términos de difusión. El incremento de seguidores en redes sociales, y comentarios o agradecimientos de nuevos lectores fueron muestra cabal del alcance de la apuesta; lo que se perdió en dinero se ganó en apoyo y visibilidad.

Frente a un panorama altamente desfavorable surgieron propuestas de políticas públicas: por primera vez participamos del programa Libro % de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), y luego la feria virtual de la cultura bonaerense (Finde), organizada por el Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires con el objetivo de desarrollar instrumentos de reactivación económica y nuevos formatos de exhibición de los sectores productivos de la cultura.

En las dos ediciones de esta feria (la primera en mayo; la segunda, en noviembre) presentamos un stand virtual con todo nuestro catálogo y libros de autores “amigos”, donde se ofrecieron promociones y descuentos. 

En la última edición, además, como integrante de la #188 Ruta Editorial (conformado junto a Rama Negra de Junín y Milena Pergamino), tuvimos la posibilidad de exhibir el potencial regional a través de una charla, denominada “Diálogos editoriales: cooperativizarse”, dedicada a la formación de colectivos editoriales (https://youtu.be/zkzzYzasb8o).

En este sentido, este año logramos afianzar el colectivo regional de la ruta editorial, en el marco del cual venimos trabajando y compartiendo las experiencias autogestivas desde 2018. Así fue que presentamos la web www.188rutaeditorial.com.ar, un espacio que exhibe la labor individual y colectiva de estos tres proyectos del noroeste bonaerense, y funciona como un nexo de comunicación entre autores y lectores. Allí, además de conocer en detalle todos nuestros libros, se puede acceder a noticias de actualidad, críticas y textos en línea, un espacio destinado a difundir nuestra literatura.

Junto a la #188, además, presentamos el video “¿Qué es una editorial?” en el marco de la XVI Feria del Libro de Junín, que se desarrolló de manera virtual en el mes de noviembre (https://www.youtube.com/watch?v=Ks-upGF7J2s).

También en el último mes del año, el ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires presentó el programa Cultura Solidaria, un paquete de medidas destinadas al sector editorial cooperativista bonaerense para la adquisición de materiales de lectura que serán distribuidos en instituciones infantiles, juveniles y hogares de adultos mayores de la Provincia. 

Nido de vacas fue una de las 57 editoriales seleccionadas para esta primera etapa de inversiones. Políticas del discurso es el libro que circulará entre adultos mayores, jóvenes, adolescentes y niños y niñas a través de las Unidades de Desarrollo Infantil (UDI) compuestas por Centros de atención integral (CA), Casas del niño y Centros juveniles; de unidades terapéuticas de recuperación de consumos problemáticos; a jóvenes que se encuentran bajo el régimen de responsabilidad penal juvenil; y a los hogares de Adultos mayores de la Provincia.


En este año anormal, complejo y signado por el detenimiento, la apuesta a no detenerse involucró un ingrediente extra: de los cinco libros publicados, cuatro de ellos pertenecen a escritorxs rojenses. En una inmensa labor conjunta entre autores y editores logramos poner en circulación, allá por fines de julio y al mismo tiempo, los libros Camino. Vivencias de un ACV y La llave maestra, de Araceli Rodríguez, Canto de tierra y de pan, de Rolando Galante, y Un desmayo en el vacío, de Federico Riveiro. Dos novelas, un poemario, una reedición; tres autores de Rojas; gesta heroica o apuesta riesgosa e innecesaria en medio del peor de los escenarios posibles, que completamos meses después, ya en noviembre, con una quinta publicación: Mil veces la vida, de María Elena Sofía, con quien sumamos una nueva autora para nuestro proyecto, una nueva novela y una nueva ciudad adonde difundir nuestro trabajo: Chacabuco.

Fue precisamente esta publicación la que nos permitió cumplir con anhelos postergados desde comienzo de año: presentar un libro a la usanza habitual (nada de zoom, streaming o vivos, esa manera de acercanos que nos dejó este 2020). Así pues, el 18 de diciembre nos encontramos en el centro cultural Naranja Lima, hostigados por la lluvia, con distanciamiento preventivo y entre buenxs y queridxs amigxs.

Un dato que puede resultar simplemente estadístico, pero no es menor para nosotros: con las publicaciones de un solo año duplicamos nuestro catálogo respecto de los dos anteriores. Vale la pena repasar; en 2018 publicamos tres libros: Literales ausencias, de Juan Carlos Llauradó; El vértigo de la felicidad, de Amir Abdala; y Donde el sol confluye con la mierda, de Paul Bravo, mientras que en 2019 fueron dos: Políticas del discurso, de Diego Singer, y La salida, de Juan José Oppizzi.


Entonces, ¿gesta heroica o apuesta riesgosa e innecesaria en medio del peor de los escenarios posibles? Depende el ángulo desde donde se mire, un poco de cada uno. Sin embargo, seguimos convencidos de que sin riesgos no hay posibilidad de crecimiento, y en mayor o menor medida, 2020 fue un año de crecimiento para la editorial. Lo afirmamos con un orgullo mesurado, porque también dejamos mucho en el camino, y eso no se reemplaza ni se olvida.

De algo seguimos seguros: todo lo logrado fue gracias a, primero, los autores, y luego los lectores. Ellos son los pilares fundamentales de esta cadena, de la cual nosotros somos apenas un enlace. Seguimos convencidos de que el trabajo será colectivo y que el libro es un vehículo de conocimiento y de hermandad; por eso seguiremos apostando a la autogestión y la divulgación de la lectura, de nuevxs escritorxs, de los temas que nos preocupan o interpelan. 

Es por eso que ya estamos trabajando en delinear publicaciones y actividades para 2021 (con la cautela aprendida en 2020, que si algo nos enseñó, entre tantas cosas, es a desconfiar de las proyecciones a largo plazo), con el objetivo de aumentar la producción o, en el peor de los casos, sostener todo lo logrado.

Como toda editorial autogestiva, necesitamos vender libros para poder seguir haciendo más libros y por eso necesitamos lectores. También políticas públicas que promuevan el deseo por la lectura, para luego posibilitar que el deseo se transforme en una práctica.

Hoy, mientras despedimos un año complejo y nos ilusionamos con vientos más favorables para el que llega, afirmamos nuestro compromiso con la autogestión y con lo colectivo, y anhelamos un mayor acompañamiento de quienes cuentan con las herramientas y las capacidades de fomentar la producción y el interés por la lectura. El libro es cultura. Y la cultura no debe ceñirse a las hazañas individuales.

Mientras tanto, aquí estamos. Y seguimos. 

2021, allá vamos.





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