El director de Cultura de la comuna de Rojas acaba de publicar, a través de la editorial Nido de Vacas, su traducción de Sakuntala, obra compuesta por el poeta y dramaturgo hindú Kalidasa circa los siglos IV y V.
Reportaje publicado en la edición del 20 de junio de 2021 en El Nuevo Diario Rojense
El actual director de
Cultura de la comuna, Alejandro Elcoro, retomó su faceta de reconocido escritor
y traductor, ya que acaba de publicar, a través de la editorial rojense Nido deVacas, su traducción de la versión en inglés de la magnífica Sakuntala o El anillo
del destino (escrita obviamente en sánscrito en el original), obra considerada
una de las piedras preciosas del teatro hindú. Su autor, conocido como
Kalidasa, vivió en India entre los siglo IV y V d.C., y ha pasado a la posteridad
como un brillante poeta y dramaturgo, siendo autor de poemas y epopeyas que
supieron cautivar a grandes autores de la literatura occidental.
“El trabajo estaba
guardado desde el año ‘94 y lo que hice fue rescatarlo. Esto es como un regalo,
para dejar un testimonio de algo que me impacto y me cambió la visión de
literatura cuando era joven. El libro lo leí por primera vez cuando tenía 23
años, y lo traduje para hacer un ejercicio de computación ya que me habían
regalado mi primera computadora, y quedó ahí”, explicó Elcoro en ElNuevo en Radio.
Pero comenzó a evaluar
su publicación cuando “empecé a conocer a Federico (Riveiro) y me pareció un
chico tan serio y responsable como editor”. Explica que con el responsable de Nido
de Vacas “estuvimos hablando de distintas posibilidades, ya que tengo cinco o
seis libros inéditos, pero pensé en algo corto, interesante, que le pudiera
gustar a la gente, y algo para dejar en el sentido de que no es un libro mío,
sino un libro que traduje, y que es un clásico que no se conoce”, respecto de
la elección de dicha traducción del “Sakuntala”.
No obstante, el trabajo
no fue sencillo: “La traducción tenía muchísimos errores porque el libro fue
escrito en sánscrito, que por supuesto no conozco, pero leí una versión en
francés y otra en inglés, y trabajé sobre la que es en inglés pero,
evidentemente, la ortografía, la puntuación en inglés, son propias, y
trasladarlas al castellano a veces genera como un extrañamiento al lector. Pero
con Federico y Liliana Barzaghi, con quienes lo fuimos releyendo, cada uno
hacía sus observaciones, las comparaba con las del otro y llegábamos a un
criterio común, lo cual no fue fácil”, nos comenta.
Por ejemplo, grafica, “hay
períodos en inglés que se pueden leer normalmente, pero en castellano son
raros; entonces tuvimos que argentinizarlos para que se hagan más
comprensibles, para que la lectura sea más natural y que no ofrezca
dificultades, porque bastante ya hay con todos los nombres, que son todos de la
India, y eso genera un distanciamiento con el lector hasta que uno se
acostumbra a entrar en la historia”.
Pero, ¿de qué trata
“Sakuntala”? Elcoro lo explica con una precisión que revela su relación íntima
con la obra en cuestión: “Sakuntala es el nombre de un ser femenino mitad
mujer, mitad diosa, porque es hija de una divinidad de las aguas que hay en la
mitología de la India, vive en un territorio sagrado, solamente dedicada a las
cosas místicas y de la naturaleza, porque ella se dedicaba a regar plantas y a
alimentar animales que había perdido su madre, son seres completamente puros. La
etimología de Sakuntala es algo así como “el nombre de los pájaros” y, por otro
lado, está el rey, que está persiguiendo un venado con sus guerreros, el venado
entra en el bosque sagrado, las plantas se le ponen enfrente al rey y le dicen
que no puede entrar armado y que tiene que dejar sus armas afuera.
El rey entra pero en
vez del venado se encuentra con esta chica: hay un encantamiento recíproco y el
rey se queda. Lo reclaman sus asuntos en
la corte, sus esposas, pero no vuelve. Ella también está embelesada. Finalmente
hay una especie de unión que es admitida en la cultura india, que es por la
base del amor de los dos miembros de la pareja, que después cuenta con la
aceptación de los padres si es consentido. Pero en ese momento en que están
arrobados, entra un monje muy poderoso, muy cascarrabias, que esperaba que lo
recibieran con todos los honores de su investidura, pero no lo tienen en
cuenta, y entonces le echa una maldición a Sakuntala: el rey le deja un anillo,
le escribe su nombre y le dice que cuenta una letra por cada mes del embarazo y
que cuando se cumpla, que vaya a la cortey se va a casar con ella. La maldición
del monje dice que, si pierde ese objeto, el rey no la va a reconocer.
Cuando llega el tiempo
ella va a la corte, ignorante de todas las cosas que pasan en un lugar de poder
político, que es todo lo contrario a un bosque sagrado, y cuando cruza el río
Ganges, pierde el anillo. No se da cuenta, y cuando llega a la corte, el rey no
sabe quién es y piensa que el embarazo es de otra persona y que no puede tomar por
esposa a una mujer que pertenece a otro hombre. No lo puede explicar porque el
anillo de reconocimiento no está. Se van los monjes, ella desaparece en el
aire, vuelva a la naturaleza de su madre y, poco tiempo después, traen preso a
un humilde pescador que había querido vender el anillo del rey. Piensan que es
un ladrón pero cuenta que pescó un pescado en el Ganges y en el vientre del
pescado vio ese anillo. El rey, cuando ve ese anillo, se da cuenta de todo, y
se le hace patente todo el rechazo esa mujer que él amaba. Se resuelve no en el
terreno de los hombres sino en el terreno de los dioses. Es una muy linda
historia”.
En cuanto a su
estructura narrativa, explica que “es una obra de teatro, son siete actos,
bastante parecido al actual o al de Shakespeare, si se quiere. Es un poco complejo
porque no es una sola escena, como en el teatro griego, pero tiene un grado de
sofisticación bastante notable para ser del siglo IV y por eso se ha convertido
en un clásico de la India, y como acá no se conoce, trato de colaborar para que
a alguien le llegue”.
Mientras tanto, no
abandona, pese a su actividad en la función pública, su faceta de escritor:
“Dejé dos trabajos casi completos, tengo dos obras muy buenas, para mi gusto, y
una en particular que se llama “Las islas del olvido”. Son todas aguafuertes, al
modo de Roberto Arlt, de mi vida, de lo que supe de mis padres, de mi infancia,
de lo que era Buenos Aires en los años ‘60 y ‘70, de lo que era San Pedro,
donde nací, de mis abuelos, mis tíos, mis bisabuelos, mis orígenes vascos y
alemanes, un chico y una chica se conocen en un campo en La Pampa, se enamoran
y se casan, llevo unas 110 y me faltan unas 20 ó 30 pero eso lleva tiempo y no
lo estoy haciendo ahora”.
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-¿Cuándo
nace tu amor por la literatura?
-De muy chiquito,
quizás cuando aprendí a dibujar, tendría 4 ó 5 años. Nos pedían en la escuela y
yo hacía unos trabajos larguísimos, historias ilustradas con personajes ya
existentes, de los comics, de dibujos animados, de esos libros de Editorial
Juventud, el Principe Valiente, Robin Hood, imitaba eso y, según mis viejos, hablaba
en un idioma desconocido, generaba personajes con un idioma inexistente, es muy
raro y no lo recuerdo (risas)… Leía según lo que me iba cayendo pero tenía cierta
percepción que uno va seleccionando: a los 14 años leí “El extranjero”, a los
15 fui a ver “La guerra y la paz” en el cine y cuando volví a Buenos Aires me
compré el libro, me hacía la rata del colegio y me iba a leer a un bar. Tenía claro
que para mí era más importante leer que cualquier otra cosa.
-¿Sentís
mayor inclinación por la literatura clásica o te gusta descubrir nuevos autores?
-No es que haya leído
todos los clásicos, pero los más importantes los he leído, releído y releído.
Pero también en estos meses de pandemia he leído muchísimos libros de autores
desconocidos, ya que hay más tiempo, así que leo otras cosas, muchos autores
nuevos, y encontré cosas muy buenas.
-¿Qué
autores te referencian como escritor?
-No hay uno solo, pero son
pocos: Tolstoi es uno, García Márquez es otro, Cervantes sería otro, obras que
son mágicas en algún modo porque parece que generan un aparato de imaginación,
porque leés “El Quijote” y no sabés qué es real y qué es ficción, y en “Cien
años de soledad” pasa lo mismo. Hay un pequeño libro de Leo Teruz, que se llama
“De noche bajo el puente de piedra”, que son trece relatos independientes pero
vinculados entre sí, de modo que generan finalmente una novela y no podés creer
que estar viendo ese personaje tiene que ver con otro que aparece después, es
como un rompecabezas que adquiere sentido. Son esos libros mágicos los que más
me han conmovido, y por supuesto los clásicos como “La Ilíada” y “La odisea”.
-¿Cómo
se puede acercar a la gente al mundo de los libros?
-Es un fenómeno que no domino,
pero hacemos lo posible, con divulgación, acercando autores, presentando gente.
Es difícil, pero de algún modo, con el esfuerzo de otras personas desconocidas que estarán haciendo lo mismo en las escuelas,
en la televisión, algún autor se abre camino, aunque con más o menos suerte,
esto es difícil saberlo. A veces son fenómenos comerciales, que funcionan pero
que no son los mejores resultados literarios, pero creo que muchísimo va por el
boca a boca: si te gusta un libro posiblemente se lo recomendás a otras
personas.
-¿Qué
opinás que Rojas tenga una editorial propia, como Nido de Vacas, que ya posee
un interesante catálogo?
-Las veces que había
publicado antes lo había hecho en Buenos Aires y esta vez decidí hacerlo acá
porque lo fui conociendo a Federico. Y me parece tan responsable, tan
profesional, minucioso, insistente: punto por punto, palabra por palabra, te va
preguntando si una cosa está bien, si es coherente; no deja pasar una, y desde
el punto de vista físico, si ves el libro, la impresión, el papel, las imágenes,
todo es perfecto. Entonces merece el apoyo de nosotros y de muchísima gente que
puede encontrar acá una editorial del nivel de cualquiera de Buenos Aires.
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