El documental, dirigido por el cineasta italiano Antonio Manco, reconstruye el asesinato de Kevin Molina, un nene de 9 años que perdió la vida en 2013 en medio de un tiroteo entre bandas narcos. La lucha de su familia, la organización La Poderosa y el rol de las fuerzas de “seguridad”.
“Kevin estaba vivo la primera vez que estuve filmando en Zavaleta. Estaba sentado en ronda junto a sus amiguitos, en el medio de una calle cortada y adornada de fiesta, para celebrar el día del niño en agosto del 2013. Yo pensaba quedarme solo un mes más, justo el tiempo de desarrollar una simple investigación para una posible película promocionada por el Festival di Cinema e DirittiUmani di Napoli, quien me había invitado a participar en el Festival de Cine y Derechos Humanos de Buenos Aires. Nunca hubiera imaginado, mientras filmaba las miradas de estos pibes, sus maravilla y risas, que unos días más tarde, uno de ellos, Kevin Molina moriría tras quedar atrapado en el medio de un tiroteo entre dos bandas narcos y la complicidad de las fuerzas estatales”.
Antonio Manco, director del documental, tras una función en el cine Gaumont en la ciudad de Buenos Aires |
El relato de Antonio Manco, cineasta italiano, es el preludio de una historia tan dura como la realidad que terminaría modificando sus planes en nuestro país. De pronto esa realidad que él quería retratar sobre las organizaciones villeras mostraba en su costado más crudo. Otra muerte injusta, la vida de otro pibe inocente se perdía como consecuencia de las formas de intervención de las fuerzas de seguridad en las villas.
Los hechos hoy son conocidos.
El 7 de septiembre de 2013 en Zavaleta, un humilde barrio de la Ciudad de Buenos Aires, dos bandas ajenas al barrio se disputaban una casa abandona donde se vendía droga. La zona estaba liberada por Gendarmería y Prefectura, a tal punto que se dispararon más de 105 tiros con armas de guerra durante tres horas. Uno de los disparos entró por la ventana de su casa y le impactó en la cabeza a Kevin, un nene de 9 años, mientras buscaba refugio abajo de una mesa.
En esas tres horas hubo 9 llamados al 911 registrados en la Justicia y que son los que lleva a sus familiares a pedir que se lleve a juicio oral al prefecto a Daniel Andrés Stofd, a cargo del operativo, que ni siquiera fue preso ni dado de baja de la actividad.
Durante los ocho días siguiente, ningún medio de comunicación habló de la noticia. Querían invisibilizar el caso.
“La vida de los pibitos que viven en las villas también vale. Porque si un pibe se nos muere, se nos muere a todos”
A partir del hecho, todo todo fue una historia de terror para quienes sufrieron de cerca esta tragedia: primero del silenciamiento mediático y después el ninguneo de la justicia, que se dedicó a investigar un enfrentamiento entre dos bandas por un lado, y el incumplimiento del deber de funcionarios públicos de la fuerza de seguridad, por otro. Como si se tratara de efectivos que llegaron tarde a trabajar y en realidad se trataron de efectivos que negaron las detonaciones sobre un pasillo que fue un mar de balas.
“La Poderosa, organización de resistencia villera, junto con la comunidad organizada de la villa Zavaleta, decidió en asamblea pedir la colaboración de Manco para contar el asesinato de Kevin.
“A partir de este día todo cambió para mí. Esta investigación de un mes se trasformó en un trabajo fílmico de más de tres años, donde desde el desconsuelo de un Estado ausente sigo aprendiendo la belleza de un humanidad presente”, cuenta el director.
El fruto de este trabajo es el documental “Ni un pibe menos”, un relato de una sensibilidad abrumadora, que reconstruye el asesinato de Kevin a través de la voz de sus familiares y vecinos, pero además exhibe el accionar de las fuerzas de seguridad del Estado en un barrio donde viven miles de personas que sufren a diario la persecución y la estigmatización permanentes. Además, destaca el proceso de organización de La Poderosa, que con su revista La Garganta Poderosa y su plan de control de las fuerzas de seguridad denominado “Vecinos sin gorra”, se convirtió en un espacio de denuncia implacable y de desenmascaramiento de la mentira de un Estado poco comprometido con los pobres.
A través de los testimonios de sus seis hermanos y hermanas, de su mamá Roxana y su papá Claudio, de su mejor amigo Javi, de gente del barrio, de la maestra, quien mire el documental conocerá su vida y la de los habitantes de Zavaleta. De la mano de la cámara, Manco camina por sus calles, visita casas, comedores y entra a la Garganta Poderosa, el vehículo por el cual se comunican con el resto del mundo quienes viven allí.
Allá donde se sufren las consecuencias de un Estado ausente, la cámara descubre una humanidad presente.
La historia de Kevin no sólo expresa lo que le paso a él, sino a nuestros barrios. La película expresa la síntesis de lo que expresamos; una postal real de lo que vivimos todos lo días. Y hoy tiene que ver con todos los demás chicos de la Villa Zavaleta que tienen que quedar vivos y tenemos la responsabilidad de seguir cuidando (Nacho Levy, referente de La Poderosa)
“Desde que llegué a la Argentina me sentí parte de esta asamblea poderosa, me volví uno más y ahora espero que este sea sólo el principio de un gran recorrido y que el documental sirva para sensibilizar lo que implica la violencia institucional”, asegura el director.
Kevin era parte de La Poderosa. Como sus hermanas y hermanos. “Ni un pibe menos” habla de su asesinato pero también de cómo siguen en pie quienes compartieron con él sus nueves años de vida. Una lucha que no se detiene y que se hace posible gracias a la organización de todo el barrio. La lucha de cada día transformada en un grito desesperado por Justicia.
El documental fue presentado el pasado 4 de mayo en el cine Gaumont de capital federal y se exhibe también en diferentes espacios Incaa de todo el país. En el plano internacional ya ha sido presentado en el Festival de Cine y Derechos Humanos de Nápoles y en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, en diciembre. La proyección en Cuba causó gran impacto y la Casa de las Américas decidió replicarla en todas las provincias de la isla.
La película estará unas pocas semanas en cartelera, pero están previstas presentaciones en todo el interior, según confió Manco a este diario tras una de las funciones. “Nuestra intención es mostrarla a la mayor cantidad de público posible, difundirla en todo el país. Creemos que esta es una historia que resume una realidad de muchos barrios postergados no sólo de Argentina, sino de Latianoamérica”.
Será, pues, tarea de todos difundirlo hasta el último rincón de nuestra América Latina y del mundo.
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