domingo, 22 de agosto de 2021

“Coca” Jué explora su anecdotario familiar en su nuevo libro

 


 

“Cuentos, que no son cuentos…”, en tren de publicación y próxima presentación por parte de la editorial rojense Nido de Vacas, constituye el último trabajo de la docente, bibliotecaria, fotógrafa y escritora local, un compendio de relatos que, con pelos y señales, desmenuza con humor y nostalgia un cúmulo de vivencias familiares, que llegan ahora al papel haber sido relatos verbales por años.


(Entrevista publicada en El Nuevo Diario Rojense, 

viernes 20 de agosto de 2021) 


Coca Jué y Micaela Romera Jué, 
autoras de Cuentos, que no son cuentos...


Cuentos, que no son cuentos…, en tren de publicación y próxima presentación por parte de la editorial rojense Nido de Vacas, constituye el último trabajo de la docente, bibliotecaria, fotógrafa y escritora local María Elena “Coca” Jué, un compendio de relatos que, con pelos y señales, desmenuza con “ humor y nostalgia un cúmulo de vivencias familiares, que llegan ahora al papel haber sido relatos verbales por años, narrado por la misma Coca, a los niños y niñas de su familia. 

“En las reuniones familiares, especialmente en los cumpleaños donde se juntaban todos los chicos, les leía cuentos, y cuando se terminaban los cuentos aparecían las anécdotas familiares, las cuales se notaba que les gustaban por me empezaban a pedir que les contara tal cosa o tal otra, y así fue que un día me pidieron que las escribiera, así que acá están”, contó esta semana Coca en El Nuevo en Radio.

“El libro se llama Cuentos, que no son cuentos…, porque no son puro cuento lo que está relatado, sino que son anécdotas vividas, todo relacionado a lo que sucedía en casa, pero resulta que la casa era muy grande y se juntaba todo el barrio. Muchas veces éramos veinte, así que imagínense mis padres (risas), y jugábamos y hacíamos travesuras, que acá las contamos”, añadió.

Lo llamativo es el cambio de rumbo literario, le planteamos a Coca, ya que ella venía de editar una investigación histórica sobre la Parroquia San Francisco de Asís de Rojas, que elaboró tras una laboriosa tarea de documentación histórica, ante la inexplicable ausencia de nuestra parroquia de la historia de la Diócesis de San Nicolás, publicada por el obispado.


“Con el libro anterior pasó que la diócesis de San Nicolás estaba haciendo historias de las distintas parroquias, y cuando el primer número llegó a mis manos vi que decía atrás que Rojas y algunos municipios más no aparecían porque no aparecían los trabajos. Si Rojas figura en el primer mapa del virreinato que está en el Vaticano era imposible que no estuviese en esa obra, por eso es como que acudí al rescate”, explica.

“Esa investigación me llevó dos años de leer todos los libros de pe a pa, porque los archivos no estaban, los archivos de acta tampoco, fue así que me tuve que poner a leer todos esos libros que son joyas para poder sacar los datos. Ese material fue publicado y quedó en dos partes, porque cuando uno habla de los primeros tiempos de Rojas le parece que todo el mundo estaba con una pluma, por lo cual en la primera parte toca como nace el virreinato y dentro del virreinato, Rojas. En la segunda parte es únicamente de la parroquia. Como quedó amplio, Lito Labrada y el doctor Roqués me pidieron que lo publicara, así que por eso tenemos ese libro. Hay cosas que me llamaron la atención en eso libros de actas donde han encontrado aborígenes y por ahí los daban por muertos, pero después los encontraban y estaban vivos, por eso se tachaban las actas, un montón de historias aparecían”, nos relata.

Y, aludiendo al cual es ciertamente su segundo hogar, agrega que También en ese momento encontré material en la biblioteca del CIIE (Centro de Investigaciones e Información Educativa de Rojas) para investigar la zona, hay allí un material muy interesante”.

Coca puntualiza que su querido CIIE “es justamente el único lugar de la provincia que no se cerró, hubo un gran trabajo ad honorem de mucha gente que permitió que eso no se cerrara”. 

Respecto de su otra pasió, la fotografía, nos cuenta que “siempre me gustó la fotografía, a mi papá le gustaba mucho, a Fefo también y cuando Pantaleo, que tenía la casa en la calle Alem, cuando renovó su local nos regaló una caja de revelar, entonces armamos el laboratorio en casa. Pobre mi mamá que no nos podía hacer ir a dormir, porque nos quedábamos hasta tarde revelando los negativos y viendo las fotos que sacábamos. En esos momentos había que revelar, poner los líquidos, buscar el encuadre, y nos entusiasmábamos esperando por ver como salían las imágenes, donde aparecían los vecinos y los paisajes que sacábamos. Me encanta la fotografía del momento, la callejera, en realidad me gusta todo lo relacionado a las fotos, de hecho, tengo un archivo muy grande en casa, incluso ampliadas tengo más de cien, que ya han estado a la vista en algunas oportunidades. Me gusta mucho más la foto impresa, por eso es que tengo álbumes en cantidad”.

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Retomando su veta como escritora, Coca explicó que “el libro anterior lo hice en Junín, pero ahora me puse en contacto con Fede (Riveiro), con quien nos conocemos de toda la vida. Primero le pregunté a él por unos borradores que yo tenía escritos, así que de ahí fue que nació la idea del libro”.

“Uno tiene que hacer la ambientación, ya que por ejemplo Micaela (Romera Jué, sobrina de Coca), que fue la que me hizo unos dibujos preciosos, hay cosas que ella no las conoció, por eso tenía que buscar una referencia, podía ser una casa, un boceto, o explicarle como era tal patio, y así que fue que hizo unas obras preciosas. El libro tiene 24 cuentos y una obra de títeres, que fue justamente con la cual rendí examen, con Mané Bernardo, una de los grandes. Cada relato es independiente, porque eran distintas historias y distintos momentos, entonces era conveniente separarlos, por eso hay una primera parte relacionada a cuando nosotros éramos chicos, en tanto la otra es cuando aparecen los sobrinos y hacen sus travesuras, o sea que el libro cuenta todas dañineadas de la familia, muchas de ellas muy graciosas. Buscaba tanto la risa como la melancolía del pasado, porque a los chicos les gustaba que le contara esas historias y después se las acordaban, y me pedían que se las volviera a contar. También la intención fue mostrar que había otras costumbres, que pasaban otras situaciones en esos momentos, porque mi casa era el rincón de juegos del barrio, por eso surgían un montón de cosas”, reflexiona luego, respecto de la historia y el desarrollo de la publicación de Cuentos, que no son cuentos...

Asimismo, dijo que “no es específicamente para niños, sino que los adultos que lo lean seguramente se van a encontrar con relatos conocidos, hay mucha gente conocida que se menciona, por eso algunos detalles tuve que ir consultando para no hacer lío, porque son cuestiones que a uno le han llegado y me las acuerdo, en tanto en otras quería tener más detalles, así fue que cada vez fueron surgiendo más anécdotas, incluso después de terminado el libro”.


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Ver entrevista en ASI

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Respecto de su trabajo con su editor, Fede Riveiro, dijo que “Fede se toma el trabajo de revisar cada trabajo porque lo que él hace es muy artesanal, además es muy detallista, algo que a mí me encanta, es propio del bibliotecario. Con Fede estábamos en contacto permanente para ir viendo las muestras, mirar los detalles de los diálogos y no es tan fácil la construcción de los diálogos, por suerte me ayudan los tantos años en la profesión de bibliotecaria”, y asegura que “cuando me llegó la muestra, al momento de tenerlo en la mano, ver los dibujos, fue alucinante, quedé muy contenta, por eso estoy ansiosa por hacer la presentación”.

Respecto de la presentación de su nuevo libro, explicó que “como está todo muy complicado para hacer una presentación, con la posibilidad que participen pocas personas, pero con la idea de elegir distintos sitios como para que tenga una continuidad, ya que hay mucha gente mencionada, creo que todo Rojas va a querer ver que es lo que hay adentro”.

Y nos cuenta que “el primer cuento que se me ocurrió para arrancar es el que habla de una tormenta, porque es el que más le gustaba a los chicos, incluso te digo que las dos nenas de mi sobrino Guillermo, Paulina y Magda, después de algún cumpleaños, preparaban la habitación y llamaban a sus compañeros para que les leyera un cuento. Y cuando se terminaban los cuentos empezábamos con las historias, y las tenía que repetir, y otra cuestión interesante es que los personajes eran conocidos”.



No obstante, asegura que “me quedaron un montón de cosas por contar, y más cuando me fui acordando de otras situaciones, por eso me decían de hacer una segunda parte, pero es algo que vamos a ver. Justamente cuando estábamos hablando con Alejandro (Elcoro) por el tema de la presentación escuchó Hugo Silveira, que me preguntó si no había puesto nada del ‘carcajómetro’, que era el auto que teníamos, y es algo que se me fue, y como esa, tantas cosas que van apareciendo”.

“Cito un montón de nombres propios (risas), incluso a muchos de ellos les he consultado detalles, y tengo la lista, porque además de mis hermanos y mis primos, estaba todo el vecindario, así que estaban los chicos de Cerisola, de Audifred, Estelita Lalli, los hijos de los jefes de correo que llegaban, también los Davidovich, los Franzossi, Pepe Corti, todos los que llegaban a la bicicletería Pratto también se juntaban”, evoca.

Recuerda, a ese respecto, que “el más personaje del barrio creo que era Coco, que andaba por todos lados y era muy amiguero, y Fefo también se sumaba, porque al ser el más chico era un poco el juguete de los demás, incluso en uno de esos cuentos está como lo revolcaban en la calle, cuando yendo para lo de la abuela lo perdimos en el cochecito (risas), hay unas cuantas de esas…”.


Cuentos, que no son cuentos...

Coca Jué 

Nido de Vacas, 2021. 
14,8 x 21 cms. 100 páginas.

Edición: Nido de Vacas Ediciones. Ilustraciones: Micaela Romera Jué. 


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