miércoles, 26 de diciembre de 2018

Un sueño


Así presentó Paul Bravo “Donde el sol confluye con la mierda”

Café Montserrat, Buenos Aires, 19 de diciembre de 2018




Ph: Javier Ruiz


En el sueño yo descendía por una larga escalera amurada a una enorme pared de piedra, que me condujo a un hermoso bosquecillo, de árboles pequeños y robustos. Caminé despacio a través de un silencio acogedor. De pronto, empezó a llegarme el murmullo de una melodía sencilla y agradable. Lo seguí. Eran acordes de guitarra que se interrumpían y volvían a empezar una y otra vez, como si alguien estuviera practicando. Enseguida se abrió un claro que conducía a la orilla de un río. A pocos metros del agua, sentado en un tronco, el flaco me sonrió y me saludó con un movimiento de cabeza, mientras seguía bordando acordes y tarareando la encantadora melodía. En ese momento, me di cuenta que llevaba entre mis manos un ejemplar de “Donde el sol confluye con la mierda”. Permanecí frente a él, escuchando solemne, hasta que al fin soltó la guitarra. Se puso de pie y me estrechó la mano.



-Te traje esto-, dije. Y le entregué el libro.

-Me viene bárbaro-, dijo con su dulce voz, y se puso a ojear la contratapa.

-¿Puedo leerlo ahora?- me preguntó. Vos podés pescar mientras tanto. Por supuesto, acepté. Junto a la guitarra había un termo, un mate y una caña de pescar. Levanté la caña, agarré el anzuelo y encarné una lombriz que apareció bailoteando en mi mano como por arte de magia. Me acerqué a la orilla y arrojé la línea. Una boyita naranja quedó flotando sobre la corriente. El murmullo del agua y los cantos de algunos pájaros se hicieron más presentes. Una brisa fresca me acariciaba el rostro y al flaco le levantaba suavemente la hoja del libro. De pronto, la boya se hundió con violencia. La tanza se tensó tanto que casi me arrebata la caña de las manos, y comencé a forcejear mientras la caña se doblaba como si se fuera a partir por la mitad. Parecía haber atrapado un pez enorme. Intenté recoger la línea, pero era imposible, el pez poseía una fuerza descomunal y no daba tregua. Yo luchaba como si mi vida dependiera de ello, me sudaban las manos y las sienes, me temblaban las piernas, pero cuánto más fuerza hacía, más resistencia encontraba.

-Tenes que dejar de pelear- dijo el flaco a mis espaldas con voz serena mientras se levantaba. Se acercó hasta mí, me puso una mano sobre el hombro y me habló suavemente al oído. En tanto, yo resistía los embates del feroz pez esforzándome para escucharlo con atención.

-Mirá loco, no batalles más. Dejá que tu conciencia se vuelva hacia el agua y se funda con el río, y explicale al pez que su destino es ser el alimento de dos poetas.

No pude digerir del todo la estrambótica idea del flaco, cuando mi conciencia abandonó mi cuerpo y se diseminó en miles de partículas de agua que se hicieron parte del río. Entonces sentí al pez. Sentí su presencia bestial, su resistencia heroica, su instinto de supervivencia, su conciencia de pez recio y prodigioso. Era enorme y macizo, con aspecto de invencible. Mi conciencia comenzó a acariciarlo, por las escamas, las aletas, la panza, las branquias, la cola. Las caricias eran como susurros al oído, como una voz sincera, amorosa, llena de admiración y respeto, y susurrando caricias lo fui convenciendo de que su destino era ser el alimento de dos poetas.

En la siguiente imagen que recuerdo, estoy recogiendo la línea. El enorme pez se deja arrastrar manso, como si durmiera con los ojos abiertos. El flaco me regalaba unos aplausos y sonreía con sapiencia, como si dijera: “¿viste qué fácil era?”.

De inmediato aparecimos sentados junto a un fueguito. El atardecer teñía todo de púrpura. Yo comía un pedazo de pescado en un cacharro de cobre. La sabrosa carne blanca y suave se me deshacía en la boca. El flaco seguía leyendo y picaba trocitos de pescado de un platito.

-Terminé- dijo de pronto y cerró el libro.

-¿Y?- le dije yo, expectante.

-¿Puedo quedármelo, Paul Bravo?- me preguntó leyendo mi nombre de la tapa.

-Por supuesto flaco, es un honor- le respondí.

-Se lo quiero prestar al Pappo- me confesó. Le va a encantar al carpo… dijo riendo.

En ese momento caí en la cuenta de que yo, con este libro, también estaba aceptando mi destino, al igual que el pez. Este libro, “Donde el sol confluye con la mierda”, es apenas un comienzo. Es la sumisa aceptación de un destino inevitable, de una conciencia que se vuelve literatura.

https://www.youtube.com/watch?v=jEfxmZ__qrc




sábado, 22 de diciembre de 2018

Nido de Vacas cerró el 2018 con la presentación de "Donde el sol confluye con al mierda"



El primer libro de Paul Bravo fue presentado en la ciudad de Buenos Aires, con lectura y música en vivo. La obra inaugura la colección "Espantapájaros", dedicado a poesía.

Ph: Javier Ruiz

La editorial Nido de Vacas puso broche a este 2018 con la presentación oficial de su tercer título publicado este año, “Donde el sol confluye con la mierda”, primera obra del escritor Paul Bravo, que inaugura la colección “Espantapájaros”, dedicado a poesía.

El evento se llevó a cabo el miércoles 19 en el mítico bar porteño Café Montserrat, donde se vivió una amena velada de lectura y música en vivo, a cargo de invitados especiales ligados a diferentes ramas del arte.

Ph: Javier Ruiz


Ph: Javier Ruiz


Luego de las palabras de bienvenida de Paul Bravo y el mensaje del editor Fernando De Luchi, en representación de Nido deVacas, los artistas invitados interpretaron algunos de los poemas que componen el libro. 

El autor leyó su texto "Un sueño"
Ph: Javier Ruiz

Palabras de Fernando De Luchi, de Nido de Vacas Ediciones
Ph: Javier Ruiz

Gabriela Gorski, acompañada por Franco Bonadeo en piano, leyó “Pies”, mientras que Iván Sineiro hizo lo propio con “Una especie de Catherine Fulop”. 

Gabriela Gorski y Franco Bonadeo
Ph: Javier Ruiz 


Iván Sineiro
Ph: Javier Ruiz

Carmen Iturbe interpretó “Prefiero el plural” junto al músico rojense Nicolás Valinotti, quien también acompañó a Luis Esteban González en la lectura de los poemas “Porteño” y “Rayuela”. 

Carmen Iturbe
Ph: Javier Ruiz

Luis Esteban González y Nicolás Valinotti
Ph: Javier Ruiz

Raúl Carranza fue acompañado por Bonadeo en “Pato Donald” y el cierre estuvo a cargo de la actriz Sandra Granato, quien interpretó “Sonata para modelos de publicidad gráfica”.

Raúl Carranza 
Ph: Javier Ruiz


Sandra Granato
Ph: Javier Ruiz

Tras este lanzamiento oficial, y una exitosa preventa, los libros ya se encuentran disponibles en Sudeste Libros (Av. Corrientes 1773, CABA) y en librerías de Rojas y de la región.



Sinopsis de la obra



“La poesía de Paul Bravo arrastra al lector a los oscuros arrabales de Buenos Aires, a la incomodidad de viajar apretujado, a la esencia del barrio, a una urbanidad impregnada de tango y despojada de solemnidades, hasta despertar las sensaciones del propio cuerpo.
Nos conmueve y a la vez nos perturba, mediante un sentido del humor imprevisible e irónico, que ubica a la marginalidad en una belleza rebelde y atroz. Y lo lleva a un viaje interior, generando una fantasía que de inmediato se encarga de desarmar en el entramado de lo cotidiano, con un realismo que él mismo define como «poesía biodegradable».
Donde el sol confluye con la mierda tiene la virtud de reunir crudeza y sensibilidad, lo efímero y lo eterno, lo verídico y lo absurdo; una forma que hace de este novel autor una marca inigualable”.



miércoles, 12 de diciembre de 2018

Nido de Vacas presenta su tercer libro en la Capital Federal


Se trata de la obra “Donde el sol confluye con la mierda”, de Paul Bravo, que inaugura la colección “Espantapájaros”, dedicado a poesía. El evento se realizará el próximo miércoles 19 de diciembre en Café Montserrat, con poesía en vivo y artistas invitados.




La editorial rojense Nido de Vacas presentará el libro “Donde el sol confluye con la mierda” en la Ciudad de Buenos Aires, lo que significará el lanzamiento oficial este trabajo del escritor Paul Bravo.
El evento se llevará a cabo el próximo miércoles 19 a las 20 horas en Café Montserrat (San José 524), y habrá lectura de poemas y música en vivo a cargo de artistas invitados, entre otros Franco Bonadeo, Raúl Carranza, Luis Esteban González, Glenda Pietryszyn, Iván Sineiro, Nicolás Valinotti y Gabriela Gorsky.
“Donde el sol confluye con la mierda” es el tercer material que presenta este año la editorial rojense, con el cual pone en marcha la colección “Espantapájaros”, dedicado a poesía. El libro consta de cincuenta y tres poemas y constituye la primera publicación del autor, nacido en 1975 en la capital federal.
De este libro participaron Federico Riveiro y Fernando De Luchi en la edición, Emiliano Raggi en el arte de tapa y diseño de colección, y cuenta con los dibujos de la francesa Marianne Thibault y la contratapa estuvo a cargo del escritor y director teatral Iván Sineiro.
Vale mencionar que sigue la preventa exclusiva sigue vigente hasta la presentación oficial del libro. Para la ocasión, se estableció un valor de $ 250 por cada ejemplar numerado, un precio menor al que luego podrá conseguirse en los distintos puntos de ventas. 
En este sentido, existen paquetes promocionales con otros títulos de la editorial, que se extenderá durante este mes. Para ambas opciones, los ejemplares pueden reservarse a través del correo electrónico: nidodevacas@gmail.com, contactándose a través de las redes sociales o con los integrantes de la editorial.
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Otros proyectos de Nido de Vacas
Mientras se delinea el plan de publicaciones para 2019, vale mencionar que la primera publicación de Nido de vacas, “Literales ausencias”, la antología poética de Juan Carlos Llauradó, está pronto a agotarse y se evalúa una reimpresión, al tiempo que sigue en venta“El vértigo de la felicidad”, la novela de Amir Abdala.
Finalmente, por estos días está en proceso la edición de un nuevo trabajo de la colección FilosoQué? (dirigida por Ezequiel Evangelista): “Políticas del discurso. Intervenciones filosóficas en la escuela”, del profesor Diego Singer, cuya aparición está prevista para comienzos del próximo año.

Donde el sol confluye con la mierda
Ficha técnica
Donde el sol confluye con la mierda. Paul Bravo.

Nido de Vacas, 2018. 124 páginas. 21 x 14,8 cm. (Colección: Espantapájaros/ 1)
Edición: Federico Riveiro, Fernando De Luchi. 
Arte de tapa: Emiliano Raggi. Ilustraciones:Marianne Thibault.

Sinopsis de la obra (Por Iván Sineiro):
La poesía de Paul Bravo arrastra al lector a los oscuros arrabales de Buenos Aires, a la incomodidad de viajar apretujado, a la esencia del barrio, a una urbanidad impregnada de tango y despojada de solemnidades, hasta despertar las sensaciones del propio cuerpo.
“Nos conmueve y a la vez nos perturba, mediante un sentido del humor imprevisible e irónico, que ubica a la marginalidad en una belleza rebelde y atroz. Y lo lleva a un viaje interior, generando una fantasía que de inmediato se encarga de desarmar en el entramado de lo cotidiano, con un realismo que él mismo define como ‘poesía biodegradable’.
“Donde el sol confluye con la mierda tiene la virtud de reunir crudeza y sensibilidad, lo efímero y lo eterno, lo verídico y lo absurdo; una forma que hace de este novel autor una marca inigualable”.

El autor 
Paul Bravo nació en la ciudad de Buenos Aires en 1975, pero se crio en los suburbios y volvió a la gran ciudad para estudiar en la universidad. Allí realizó trabajos de todo tipo para sobrevivir (fue mozo, canillita, ensobrador de medias, vendedor de libros, investigador privado, empleado del correo argentino, conductor de radio y manager de bandas de rock, entre otras)  hasta que la escritura se convirtió en su principal fuente de sustento. En el año 2010 vivió una temporada viviendo en Porto Alegre, Brasil, donde se vinculó con la Escuela de Psicoanálisis y Poesía “Grupo Cero”. En 2011 participó de un proyecto de defensa de las comunidades aisladas de la Amazonia boliviana, con las cuales convivió durante un año, compartiendo su modo de vida y costumbres. Luego se dedicó a formarse en chamanismo y otras artes curativas. Donde el sol confluye con la mierda es su primer libro.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Se lanza la preventa de "Donde el sol confluye con la mierda", de Paul Bravo


Mientras doblamos la última curva para meternos en la recta final del año, y con el entusiasmo de siempre, les contamos que ya se viene Donde el sol confluye con la mierda, la tercera publicación de Nido de Vacas Ediciones.




Escribe Iván Sineiro en la contratapa: “Donde el sol confluye con la mierda tiene la virtud de reunir crudeza y sensibilidad, lo efímero y lo eterno, lo verídico y lo absurdo; una forma que hace de este novel autor un marca inigualable”.

Con este libro, primera obra de Paul Bravo, inauguramos la colección de poesía “Espantapájaros” y vamos cerrando unos meses de trabajo intenso y gratificante, mientras seguimos preparándonos para lo que viene.

Por eso vamos anunciando que pondremos en marcha la preventa de este libro, con el beneficio de conseguirlo a un precio menor al que luego estará en las librerías. 


De este modo, cada ejemplar numerado tendrá un valor de $ 250 y pueden conseguirse contactándose a través del correo electrónico nidodevacas@gmail.com o a través de la cuenta de Facebook de Nido de Vacas.


EL AUTOR

Paul Bravo nació en la ciudad de Buenos Aires en 1975, pero se crió en los suburbios y volvió a la gran ciudad recién para estudiar en la universidad. Allí realizó trabajos de todo tipo para sobrevivir (fue mozo, ensobrador de medias, investigador privado, conductor de radio y manager de bandas de rock, entre otras) hasta que la escritura se convirtió en su principal fuente de sustento. En el año 2010 vivió una temporada en Porto Alegre, Brasil, donde se vinculó estrechamente con la Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero. En 2011 participó de la defensa de comunidades aisladas de la Amazonia boliviana, con las cuales convivió durante un año, compartiendo su modo de vida y costumbres. Luego se dedicó a formarse en chamanismo y otras artes curativas. Donde el sol confluye con la mierda es su primer libro.



Gracias por difundir y compartir. Gracias por acompañar nuestro proyecto editorial.



domingo, 25 de noviembre de 2018

"Un alarido contra la sociedad, contra el sistema". Juan José Oppizzi opina sobre "El vértigo de la felicidad"


Compartimos con ustedes el elogioso comentario sobre "El vértigo de la felicidad" que nos envío el escritor Juan José Oppizzi, a quien agradecemos profundamente por sus palabras y por su amistad.



Sobre “El vértigo de la felicidad” de Amir Abdala

Una de las definiciones más acertadas sobre esta novela proviene de su mismo texto: “…el argumento poético hace (e hizo) hincapié en la metáfora…” 

Yo me animo a decir que también hace hincapié en la paradoja y en el oxímoron. De hecho, toda la novela es un gigantesco discurso fabricado mediante esas tres herramientas. Ellas sirven al objetivo central de la obra: un alarido contra la sociedad, contra el sistema. 

Con un variado y rico manejo del lenguaje, acumula imágenes que son propias del poema, no de la prosa. Tal característica no va en detrimento de su índole novelística, ya que consiste en una de las infinitas maneras de encarar el hilo de la narración. A cada paso brotan conclusiones que buscan definir, pese a que el personaje narrador reniega de las definiciones. El tono general es pesimista. 

El personaje femenino principal, Isabel, es tan contradictorio como el que sirve de transmisor de la historia, su amante-víctima. De pronto, uno y otra se ven radiantes y puros; de pronto, diabólicos y llenos de sombras. La estructura psicológica de ambos es básicamente autodestructiva. El marginarse de la sociedad no los lleva a construirse un ámbito propio y fuerte, sino a dejar pedazos de sus vidas en cada confrontación con el orden establecido.

En su juvenil libro “Uno y el universo”, Ernesto Sabato dedica un capítulo a analizar la obra de Jorge Luis Borges y a señalar la simpatía de este por los temas que tan caros les han sido a Dostoievsky y a Sartre, entre otros precursores y sostenedores del existencialismo (aunque Jorge Luis no los mencione): amantes que matan a su amor por amor, rebeldes que se someten por rebeldía a lo que combaten, dichosos que se buscan problemas por exceso de dicha. En esa línea se ubica, por ejemplo, el terrible episodio de “El vértigo de la felicidad” en el que un brutal muchacho provoca, a patadas, el aborto de su novia, amando al hijo que esta lleva en sus entrañas. La mención reiterada de Nietszche y, precisamente, también del existencialismo, denota las amplias lecturas de Amir Abdala; las necesarias –condición sine qua non– para poder dedicarse a escribir.

Una característica saliente de “El vértigo de la felicidad” es la falta de una acción, es decir de la descripción de hechos sucesivos. El desarrollo de la obra consiste en recuerdos reflexivos, imágenes analizadas y exposiciones del mutante pensamiento de quien narra. No hay una conceptuación clara. La prosa juega con la ambigüedad. 

Ese parentesco siempre afirmado con el poema trae como consecuencia ineludible que la obra finalice con uno, titulado “Abdique viejo rey”, en el que se adivina el propósito de sintetizar el credo filosófico del narrador –y del autor–. Quizá no había otra manera de cerrar una novela de raíz tan difícil de palpar como ésta.

Como reflexión última, se me ocurre imaginar cómo habrá sido el proceso creativo para el autor, cuántos dolores habrá debido resucitar, cuántos fantasmas habrá tenido que enfrentar, para ir plasmando un texto tan abundoso en carnes vivas, en heridas, en desdichas".

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(*) Juan José Oppizzi nació en San Isidro (Buenos Aires) en 1957. Es escritor, investigador y conferencista. Ha publicado las novelas: "Caza", "Las cuatro paredes", "Pobladores del témpano", "La curva de la luz", "Los ecos del abismo" e "In extremis". También ha escrito los poemarios "Hasta que descubro el miedo" y "Un río de milenios"; el ensayo, "Aporte referido a la creencia"; el volumen de aforismos "Sedimentos"; el volumen de teatro "Tres piezas breves"; el libro de cuentos "El árbol y el caminante" y un libro de apuntes diversos "Lugares, hombres y personajes". También ha participado en diferentes antologías de poemas, cuentos y relatos.


lunes, 19 de noviembre de 2018

Amir Abdala: “La riqueza de la literatura está en vivirla”



Con su primera novela en la calle, “El vértigo de la felicidad”, el escritor fue entrevistado en la Radio Escuela ENSNA de Rojas por estudiantes de 6° año y reflexionó sobre la construcción de su flamante obra, sobre la escritura y su visión de la literatura.





Acompañado por el editor de Nido de Vacas, Federico Riveiro, que estuvo a cargo de la edición de su primera novela, Amir Abdala (Rojas, 1990) fue entrevistado en la Radio ENSNA(99.9 Mhz) por estudiantes de 6° año de la Escuela Nicolás Avellaneda de Rojas acerca de la aparición de su libro más reciente, “El vértigo de la felicidad”.

El joven escritor, autor de los poemarios “Hay un poema dormido, hay un poeta despierto” (Imaginante, 2015) y “Lo único que pasa es lo que no se recupera” (Imaginante, 2016), reflexionó acerca de la construcción de su obra, acerca de sus modos de escritura y su visión de la literatura.

“No creo necesario estudiar para escribir. En todo caso se estudia para obtener herramientas de escritura, pero no quiere decir que se pueda ser un buen escritor estudiando. Todo lo contrario: yo creo que lo indispensable es la lectura para sacar lo mejor de cada autor. Y desde ahí, escribir y escribir hasta dar con el estilo literario que le de fuerza a tu palabra. Escribir no es poca cosa”, consideró.

—¿Sólo te dedicás a la escritura o también trabajás?

—Las dos cosas. Es muy difícil vivir solamente de la escritura siendo tan joven. El mundo de las letras es muy exigente.

—Creés que si no estuvieras viviendo en Rojas, y sí en otro lado, ¿podrías vivir de la escritura?

—No. Eso es un mito de que todo pasa en otro lugar. La escritura pasa en donde uno está. Yo puedo estar viviendo en Rosario o Capital y no me sale una palabra; como también puedo estar viviendo en Rojas y escribo tres libros… Lo bueno es moverse, no quedarse estancado siempre en un solo lugar. Creo que fue Nietzsche quien dijo: “Toda convicción es una cárcel”. A veces, ese convencimiento no es muy bueno. Está bien dudar de lo que uno hace, está bien querer dejarlo, siempre y cuando sea fructífero para lo que viene, y para lo que se está trabajando. 

—¿Cuánto tiempo te llevó escribir “El vértigo de la felicidad”?

—Fue un trabajo intenso, de varios años, hasta que pude dar con el principio de la historia. Antes escribí otras historias que no quedaron truncadas, pero tampoco me convencían como me convenció ésta.

—¿Qué lugar específico tenés para escribir, o qué te inspira a hacerlo?

—Me gusta estar solo. Es más, cuando estás con un libro en la mano abordás el espíritu de otro autor, sus reflexiones, su forma de pensar. Aunque estés acompañado del libro sos vos, mano a mano con vos… Y con respecto a la escritura de mis textos, no creo que haya una sola forma de escribir que sea solamente en el papel. Hay otras formas: escuchando, mirando, viendo, prestando atención, buscando detalles, recuerdos; ahí también hay otra vuelta para la escritura que va a caer en el papel. No existe un solo lugar para escribir. Vuelvo a lo mismo: Rosario, Capital o el pueblo más chiquito del mundo están bien para escribir, siempre que uno esté seguro de lo que está haciendo.

—“El vértigo de la felicidad” es un título bastante profundo, ¿cómo lo empezaste, cómo es la historia?

—El personaje que narra la historia se va a vivir a la calle, después de que su pareja se suicida frente a él. Su decisión es determinante cuando le sucede algo dramático, trágico o absurdo, como lo es la muerte. A través de toda esa carga emocional -que parece no ser poca- él deja su mundo material y comienza a vagabundear. Empieza a narrar desde ese lugar que le toca ocupar. Traté de situarme en el lugar de él; es decir: cómo sería yo viviendo en la calle. Considero que la riqueza de la literatura es vivirla, por eso opté por pasar hambre, sin necesidad; de pasar frío, sin la necesidad que a otras personas condiciona la sociedad… El personaje puede ser cualquier persona que vive en la calle, o también uno mismo sintiéndose solo, desolado, angustiado. Tiene esa vuelta.

—Lo que escribís o escribiste, ¿está reflejado, relacionado con tu vida antes de comenzar con todo el proceso de escritura?

—Sí. Es algo que viene desde mi infancia. Yo me crié en Tucumán, en un barrio muy humilde, donde obviamente tenía amigos mucho más humilde que yo. Gente que pasaba hambre. Y ver eso, que era un contraste conmigo, porque yo sí podía comer, era muy duro; porque si él pasaba hambre, yo también pasaba hambre. Era ponerme en la piel del otro, de buscarle esa vuelta para sentirte acompañado y que el otro se sienta en compañía con vos. Tenemos valores que se nos meten de chicos. Uno no elige nacer donde nace, pero sí tiene que vivir donde le toca. Este libro tiene mucho de la existencia misma.




En tanto, Federico Riveiro contó cómo fue trabajar con Amir Abdala en la edición de este libro. “Venimos hablando de sus obras desde hace dos años. Estábamos trabajando en otra novela, pero él se fue a otra ciudad y cuando volvió me propuso este nuevo texto que me gustó mucho”.




¿Por qué elegiste editar la obra de Amir?

—Básicamente, porque escribe bien. Yo lo conocí a él a través de sus libros de poesía. Y luego lo conocí como persona. Tuvimos la oportunidad de cambiar visiones sobre la literatura y demás cuestiones. Eso te hace conocer no sólo al autor del libro, sino al hombre que escribió ese libro. Esa combinación te ayuda a ver cuál es su proyecto de escritura, además de lo que escribe. En el caso de la novela, me gustó el texto que me presentó y creí que valía la pena, como editorial que se inicia, hacer el esfuerzo de editarlo. Hoy por hoy es muy difícil que alguien te publique, más si es tu primera novela. Por eso aposté por su escritura.



Agradecemos profundamente a las autoridades de la Escuela Nicolás Avellaneda, a los responsables de la radio, a las estudiantes que participaron de la entrevista y especialmente a la profesora María Victoria Stodard por el espacio y la atención.



jueves, 1 de noviembre de 2018

Amir Abdala fue premiado en un concurso internacional de poesía



El escritor rojense, que acaba de publicar su primera novela de la mano de Nido de Vacas, recibió el reconocimiento por su poema “La retórica de un poema que hace aguas” en el 10° Concurso Internacional de Poesía “El Mundo lleva alas”, que organiza la editorial “Voces de Hoy”, con sede en Miami, Estados Unidos.







El escritor rojense Amir Abdala resultó galardonado en la décima edición del Concurso Internacional de Poesía “El Mundo lleva alas”, que organiza la editorial “Voces de Hoy”, con sede en Miami, Estados Unidos.

Abdala, que es autor de dos libros de poemas y que acaba de publicar su primera novela, “El vértigo de la felicidad”, de la mano de Nido de Vacas, compartió el tercer premio de la categoría “Poemas por la paz” con Domingo Hernández Varona (Cuba/Estados Unidos), con su obra “La retórica de un poema que hace aguas”. El ganador de este concurso anual fue la argentina Marisa Aragón Wilner, en tanto que el segundo lugar quedó en manos de la colombiana Rusvelt Nivia Castellanos.

En el fallo, dado a conocer el 29 de octubre pasado, los jurados consideraron que la pieza de Amir Abdala fue seleccionada “por la belleza del lenguaje manejado con pericia e imaginación, consiguiendo plasmar con poesía un mensaje por la paz”.

Gracias a este reconocimiento, el poema aparecerá publicado en la antología “El mundo lleva alas”, que se publicará el año próximo y en el cual se expondrán las obras reconocidas en las dos categorías del concurso, entre quienes figuran escritores de Cuba, Canadá, Estados Unidos, Venezuela, Uruguay, Guatemala, España, Colombia y Argentina.




Amir Abdala nació en Rojas, provincia de Buenos Aires, en 1990. Escritor autodidacta, es autor de los poemarios “Hay un poema dormido, hay un poeta despierto” (Imaginante, 2015) y de “Lo único que pasa es lo que no se recupera” (Imaginante, 2016). Cuenta en su haber con varias obras inéditas fueron premiadas en certámenes literarios nacionales e internacionales. Este año publicó su primera novela, “El vértigo de la felicidad”, que editó Nido de Vacas y que en los próximos días estará disponible en varios puntos de venta de Rojas y la región.


El poeta y narrador Amir Abdala, que acaba de publicar su primera novela en el
sello Nido de Vacas, fue premiado en el 10° Concurso Internacional de Poesía
"El mundo lleva Alas", por su obra "La retórica de un poema que hace aguas"

A continuación, compartimos la obra premiada:

La retórica de un poema que hace aguas


Ella esperó su paz,
La llegada de su paz.

Ella vivió como viven las mariposas;
Ella respiró como respiran los cuerpos que se aman;
Ella sonrió como sonreía ella.

“Así y todo (me dijo),
El mundo sobrevive
Y nadie se atreve a cuidarlo.
Fijate que el afán es desafiarlo,
Ahogarlo -y si se puede-, matarlo”.

Ella acarició mi mano
Y yo sentí cómo mis huesos se quebraban
Como vidrios partidos a pedradas.

Ella me miró apreciando
La respuesta que -ya- intuía:
“Sé que el silencio será otro tiempo”.

Ella masticó un te quiero
Besando la nada con sus palabras.
Ella silbó bajito las melodías de su tango preferido.

“Siempre fui pésima para la poesía”, me dijo.

Una humillante humildad. Una sola.

“Obvio que para escribirla, no para vivirla”.

Qué mujer, me dije.
Qué valor, me dije.
Qué…

Ella interrumpió mis pensamientos
Y dijo: “Qué alto vuela el pez
Cuando el pájaro se queda sin alas”.

“Pero queda su canto”, le dije tras una pausa.

“Sin vuelo no hay canto,
Sin llanto no hay ojos,
Sin besos no hay labios”, me respondió.

“A vos siempre te gusto el fuego”, le dije con timidez.

Un espacio se inundó de vacío.

“Y a vos quemarte”.

Ella parpadeó varias veces
Apagando sus encendidas lágrimas.

“Sabés bien que no existe trazo sin hoja”, me explicó con serenidad.

Ella comprendió el mandato:
“Mi abogada defensor es mi alma,
Mi estrofa es el destino,
Mis versos sos vos”.

No aguanté.
Juro por Dios que no aguanté.

Ella se dio cuenta
Y redobló su apuesta:
“¿Te acordás cuando me enseñaste
Que la abeja es un bichito sagrado para el Corán?”

Las flores, el polen, la miel…

“¿Te acordás que me dijiste que todo,
Pero todo lo que pasa por el estómago
De una abeja es sagrado?”

Me quedé callado. Continuó:
“Ese día me di cuenta que te amaría más
Que a las ideas trasgresoras de un loco por vivir”.

Ella jugó con las sábanas.

“La paciencia es madre sabia de todas las ciencias”, me aclaró.

Ella dobló la punta de una de las sábanas blancas
Que la tapaban de un frío inexistente.

Sus dedos parecían los finos hilos
Que humanizan a los títeres.

Me dijo: “Muchas veces, en mis horas de nostalgia,
Pensé en las catástrofes del triunfo”.

Y suspiraba, y seguía: “El poder es egocéntrico:
Yo nunca quise triunfar;
Yo nunca quise más de lo que tuve”.

La ambición destruye un hermoso ideal.

“Lo subjetivo persiste
Sólo porque nacemos puros.
Imaginate (me dijo)
La voz de Hitler diciendo te amo”.

¡Qué distinto obraría el mundo!

Ella contempló las flores apagadas
De un desvencijado florero azul.

“Es una penitencia; la vida
Es una penitencia encantadora”.

Asentir es la excusa de un modo perfecto
Y criterioso de coronar un adiós.

“Me acuerdo de vos cuando tenías los rulos largos.
Me acuerdo cuando me contaste, lleno de dolor,
Que vos también eras un desaparecido”.

Yo puedo creer cualquier absurdo,
Menos el que veo.

“¡Qué cosa tan aburrida
Saber que las palabras tienen un orden!”, me dijo con dulce histeria.

Ella improvisó un dramático saludo;
Ella expulsó una caótica reflexión:
“Aprendí que la sombra humana
Es el refugio de los agradecidos”.

Me lleva la noche
A suplicar lo irremediable.
Cuento las estrellas
Y siempre falta una.

Ella se acodó en la baranda de la cama
Y me preguntó si estaba linda.

Nunca dejaba de estar linda.

Ella se tocó la cabeza
Buscando su caído pelo lacio.

La costumbre de...

“Prestá atención (me dijo),
Porque si me voy,
No vuelvo”.

Una excéntrica palidez arrolló la tarde.
Se escuchó a lo lejos
Una sirena de ambulancia que se acercaba.

“Tratá de irte ahora (me dijo),
La miseria no perdona,
Y Dios tampoco
Si evitás tu camino”.

Huir no es vivir,
Es hundirse en otra tierra.
¡Cuántas exigencias por ser portadores de almas!

Ella amenizó sus pulsaciones.
Ella serenó su ritmo cardíaco.
Ella se iba en ella.

“Por sabio gana el prudente”, me dijo en secreto.

El tiempo es otra herida.
El tiempo es otra cosa.

“Escribime, aunque no pueda responderte”, agregó incentivándome.

No pude contener mis lágrimas:
Una existencia me dejaba solo;
Una caricia se disfrazaba de precipicio;
Un gemido, casi imperceptible,
Me hizo correr apresuradamente.

La uva como último dulce,
El vino como último manjar,
La música como última fortuna:
Profetas son los que se despiden de esa manera.

Ella me acompaña.
Tantos años después
Y tantos miedos pasados,
Me definen dentro de una nueva inquietud:

¿Qué es la guerra,
Sino el rato libre del llanto?

Amir Abdala